El zarandeado Bustamante

AutorAndrés Henestrosa
Páginas43-45
AÑO 1951
ALACE NA DE MINUC IAS 43
funda ciudades. En cambio, el escritor, acosado por un demonio viajero, necesita
violar límites, traspasar cumbres, y recrear los ojos en remotas lejanías.
Tomás Gage, escritor y viajero, no se detiene en Oaxaca. Y presintiendo
que hay más mundo hacia el Sur, sigue su camino.
23 de septiembre de 1951
El zarandeado Bustamante
Ciertos errores, ciertos prejuicios, sobre todo cuando alimentan la pereza y
las pasiones personales, llegan a adquirir tal autoridad que es muy difícil des-
terrarlas: se convierten en lugares comunes. Hace más de cien años que Lu-
cas Alamán, acérrimo enemigo de la Independencia, trazó una semblanza de
Carlos María de Bustamante, acérrimo insurgente, y ésta es la hora en que la
opinión allí contenida sigue repitiéndose al pie de la letra por autores que no
tienen, con respecto al escritor insurgente, la oposición que le tenía Alamán.
No se quiere indicar que sólo Alamán le sea adverso, sino que Alamán es quien
con más saña, con mayor desdén, así como con más maestría literaria, resumió
en un folleto anónimo la opinión con que los historiadores de la primera mitad
del siglo pasado juzgaron a Bustamante. Lo dicho por Lorenzo de Zavala, Ig-
nacio Ramírez, José María Luis Mora encontró en la pluma de Lucas Alamán
su más cabal expresión. Después, Marcos Arróniz, Joaquín García Icazbalceta
y otros, no hicieron sino repetir los dicterios, las calumnias, los adjetivos deni-
grantes resumidos en el folleto forjado por uno que se fingía amigo de don Car-
los, pero más amigo de la verdad. Icazbalceta sigue tan de cerca a don Lucas,
que aún en nuestros días no falta quien le atribuya la paternidad del panfleto
vengativo. El caso más extraño es la opinión que de las obras de Bustaman-
te, principalmente el Cu adro histórico merecieron de José María Luis Mora,
y que Agustín Yáñez, brioso defensor de Lizardi, repite en nuestros días, en
un olvido de que Bustamante, Lizardi, fray Servando, Juan Bautista Morales
y Mora son de la misma estirpe literaria. En efecto, a primera vista parece
que Mora desdeña a Bustamante historiador, que no literato. Considera que
en el Cuadro histórico hay hechos verdaderos y documentos importantes, pero
entrelazados con fábulas y patrañas; y, sobre todo, las pasiones rencorosas y
parciales grabadas en todas sus páginas, expondrían mucho a quien bebiese

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