La victoria de Junín

AutorAndrés Henestrosa
Páginas729-729
La victor ia de Junín
En 10 de diciembre de 1827, en Bogotá, el Libertador escribía: “Junto con la
apreciable carta de usted del 29 de julio que acaba de llegar a mis manos, he
tenido la satisfacción de recibir el hermoso ejemplar del Canto de Ju nín que
usted ha tenido la bondad de presentarme y que acepto gustoso.
La carta va dirigida a Rudolf Ackermann, librero londinense, del que ya
nos hemos ocupado, y el Canto es La victoria de Juní n, canto a Bolívar, de José
Joaquín de Olmedo, impreso por Ackerman el año anterior, como se sabe por
la contestación de éste al Libertador.
El 18 de marzo de 1828 está fechada la carta: “Animado por la favorable
acogida que mereció a V. E: la presentación que hice del Canto a la Victoria de
Junín por el Sr. Olmedo, como ahora la libertad de poner en manos de V. E: por
medio del Sr. J. M. Griffish, que se ha encargado de tan honroso cuidado una
colección de todas las obras en castellano, cuya publicación he costeado y cuya
impresión no está exhausta todavía, como sucede con algunas.
El más erudito editor moderno de Olmedo, Aurelio Espinosa Pólit, en la
edición de Poesías Completas, publicada por el Fondo de Cultura Económica, vol.
5 de la Biblioteca Americana, 1947, valora concienzudamente la lectura y rareza
del Canto a Bolívar, impreso en Londres, 1826. En efecto, Espinosa Pólit descri-
be el impreso y hace la historia de sus vicisitudes: calidad, dimensiones, rasgos
diferenciales, ilustraciones, que sirven para estimularla en su justo valor.
Se ha llegado a establecer que los ejemplares conocidos no pasan de seis,
repartidos entre el Museo Británico y las bibliotecas de Harvard, Texas y
Lima. Es sensible que las de Ecuador, tierra del poeta, y las de Venezuela,
patria del Libertador, no la posean. Se explica la escasez de ejemplares en
razón de la popularidad que de inmediato alcanzó el Canto. A México llegaron
algunos ejemplares, difundidos por la sucursal de la librería que manejó el hijo
de Ackermann. Muy pocos, sin duda, se salvaron de la destrucción inseparable
del uso en más de un siglo.
Un ejemplar hemos visto que en la portada lleva impresas las iniciales
“E. C.” que no las tiene el ejemplar de un servidor. ¿Quién de los eruditos his-
panoamericanos podrá identificar las iniciales y hacer el recuento de los ejem-
plares sobrevivientes?
16 de octubre de 1960
AÑO 1960
ALACE NA DE MINUCI AS 729

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