Velocidad de satisfacción de necesidades básicas y asignación de recursos en el decenio 1990-2000

AutorArturo Cantú Sánchez y Laura Margarita Reyes
Páginas61-88
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El presente trabajo no tiene la pretensión de establecer con mayor precisión el
grado de marginalidad de los municipios rurales en relación con los no rurales.
Sobre este tema el lector curioso encontrará fácilmente abundante bibliogra-
fía. El trabajo se propone algo mucho más modesto, pero útil también en el
conjunto de estudios sobre la marginalidad. A partir de algunos indicadores
indiscutibles sobre la satisfacción de las necesidades básicas (agua entubada,
drenaje, electricidad, materiales y condición de habitabilidad de las viviendas,
asistencia a la escuela) se muestra cómo hay una diferencia sustancial entre el
cumplimiento de estas necesidades en los municipios rurales y en los no ru-
rales. Desde luego en contra de los municipios rurales. Después, suponiendo
que se quisiera lograr realmente que todas las entidades alcanzaran al mismo
tiempo, en un futuro más o menos lejano (el año 2025), el 100% de satisfac-
ción, se determina a qué velocidad debiera avanzar cada entidad federativa,
* Miembros de Estudios Regionales Multidisciplinarios . Para la elaboración de este
capítulo se contó con el apoyo informático de Antonio Juárez Heredia.
** Nota sobre el autor por Rosa Albina Garavito Elías.
Cuando Arturo Cantú tenía 10 años de edad descubrió la pobreza. En sus recuerdos de
la primera infancia, narra sus vivencias cuando atendió la invitación de un compañero
de escuela a celebrar su cumpleaños. Al final de esa narración dice: “Siempre recordé
esa tarde en la que descubrí, nuevo Buda, que en el mundo había pobreza. ¿O cómo
llamar entonces a una fiesta de cumpleaños de un solo invitado, a unos tamales sin
carne, a un patio para jugar que era un montón de escombros, a una casa que sólo
tenía un cuarto de tablones sin desbastar con aberturas por las que se podía ver la
calle? Había algo incomprensible en aquella miseria que entonces me pareció la mayor
posible, y había algo patético en la buena madre de mi amigo que había organizado,
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Capítulo II
62 Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaria
y por consiguiente cómo debieran repartirse los recursos para lograrlo. Por
último, se muestra cómo se reparten realmente los recursos federales a los mu-
nicipios, según la asignación observada entre 1998 y 2000, y cuáles entidades
reciben más de lo que les correspondería bajo un esquema más justo, y cuáles
reciben menos.
Gran parte de la actividad legislativa tiene que ver con la asignación
de recursos. Desde la aprobación de los presupuestos de egresos, donde
directamente se destinan partidas a diferentes grupos sociales, entidades
o regiones, hasta la creación de nuevas leyes, o la modificación de otras ya
existentes, que con frecuencia implican la obtención de recursos, su reparto,
o los lineamientos a los que debe sujetarse la administración pública para
con toda la generosidad que estaba a su alcance, la fiesta para su hijo, y que al no ver
mucha alegría nos animaba: ‘Jueguen’. Quería que jugáramos como ella imaginaba que
se juega en todos los cumpleaños, aunque sólo pudieran tener un invitado porque no
había suficientes tamales de masa ni refrescos embotellados. De la misma manera que
quería que su hijo estudiara —y ya iba en el quinto año, y era aplicado— como ella
imaginaba que estudian todos los niños que después crecen y son doctores o ingenieros.
Y al no ser posible invitar sino a uno, su hijo me había seleccionado a mí, entre todos
los compañeros del grupo, porque yo representaba para él, tal vez, una especie de ideal
a alcanzar. Lo cual debería haberme enorgullecido, y no entristecerme. Todo esto lo
entendía yo borrosamente, con un nudo en la garganta, o lo fui entendiendo después,
al paso de los años.”1
Seguramente fue aquella tarde de su niñez, cuando Arturo hizo el compromiso
de estudiar la pobreza en México y proponer soluciones. Para ello no necesitó ser
economista, sociólogo, o antropólogo, pero tuvo la sensibilidad y el rigor del filósofo y
poeta que fue, para definir la metodología y coordinar las investigaciones en C,
cuyo resultado fue el mejor diagnóstico de la pobreza realizado en el país hasta la
década de los ochentas. Del contraste entre la cuantificación de los bienes necesarios
para alcanzar los mínimos de bienestar en materia de alimentación, educación, salud y
vivienda, y los niveles de consumo de la población, resultaron los cinco tomos de la obra
Necesidades esenciales en México, situación actual y perspectivas al año 2000 que incluyen
uno dedicado a la Geografía de la Marginación.2 Pero no se trataba solamente de medir
las necesidades esenciales de la población, sino también de analizar la relación entre
dichas necesidades y la estructura productiva. Por ello la investigación de C
dirigida por Arturo Cantú, también se planteó: con los recursos disponibles, ¿cuánto
de esas necesidades se pueden satisfacer? ¿qué transformaciones es necesario realizar
para erradicar la marginación? Y de lograr esas transformaciones, ¿cuál sería su impacto
sobre la macroeconomía? La respuesta a esos cuestionamientos está publicada en dos
libros más.3

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