Las Velas de Juchitán

AutorAndrés Henestrosa
Páginas393-394
ñol de gloriosa manquedad. Lápiz y cuaderno en manos, apuntó algunas de las
anécdotas y sucesos de la vida del Marqués de Bradomín en México, a pesar
de todo aún no agotados.
No lo volví a ver, sino de paso por la calle. Luego supe que estaba enfer-
mo, pero nunca de gravedad. Porque uno rehúye la idea de la muerte cuando
se refiere a un ser querido. Y otro día me encontré con la noticia no sólo de
su muerte, sino de su sepelio al que para mayor dolor no pude asistir. Con los
años, me he ido haciendo fácil al llanto. No pude, así, contener una lágrima,
que ahora quiero dejar sobre su tumba.
20 de mayo de 1956
Las Velas de Juchitán
Tiene lugar en la ciudad de Juchitán, durante los últimos días del mes de
mayo de cada año, unas festividades p opulares c onocidas c on el nombre
de Fiestas Titulares o Fiestas Primaverales, pero más comúnmente con el de
“Velas”, que yo no titubeo en proclamar como las más hermosas de cuantas se
celebran en Oaxaca. Aunque su popularidad actual es muy grande, muy pocos
saben bien a bien qué son esas festividades, qué indican y cuál es su origen. A
ésos, a los que aún lo ignoran, dedicamos esta Alacena.
Son las “Velas” restos de viejos festivales indígenas, de los tiempos de su
gentilidad, instituidos para rendir culto a los dioses que presidían cada una de
las actividades primordiales del hombre: la agricultura, la caza y la pesca, por
ejemplo. En esos tiempos, estas celebraciones indias ocurrían a lo largo del año
de acuerdo con el ritmo de esas actividades; pero al ponerse en contacto los
indios de México con los conquistadores españoles, los misioneros cristianos se
propusieron dar a éstas como a otras manifestaciones de la vida india un nuevo
sentido, lo que si no siempre se logró, sí, en cambio, fue principio de una moda-
lidad, como es el cambio de su fecha y advocación. Se instituyeron entonces las
Mayordomías, o Congregaciones, o Hermandades, que se encargaban de su ce-
lebración. Conservó del pasado el nombre de los miembros femeninos –guzaana,
que quiere decir matrona, o mujer prolífica–; pero a los socios varones se les lla-
mó “diputados, como ocurre en La Gitanilla de Cervantes, en que los diputados
de la fiesta de Santa Ana, patrona de Sevilla, otorgan un premio a Preciosa.
AÑO 1956
ALACE NA DE MINUCI AS 393

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