Velada en honor de Sor Juana

AutorAndrés Henestrosa
Páginas634-635
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ANDRÉS HEN ESTROS A
que, de hoy en adelante, las autoridades que otorgan oficialmente ese rango
honorífico, no olvidaran el merecimiento y la justicia, para no ofender la me-
moria de los más grandes mexicanos y para no confundir la apreciación de las
generaciones futuras.
24 de mayo de 1959
Velada en honor de Sor Juana
Composi ciones leída s en la velad a literari a que consagró el Liceo Hid algo a la memo-
ria de Sor Ju ana Inés de la Cr uz, la noche de l 12 de novie mbre de 1874, aniv ersario
del nacimien to de l a ilustre poetisa. Con tan largo título fue publicado por El
Porven ir, un breve libro en que se recogieron los discursos y las composi-
ciones en verso y en prosa, que se pronunciaron en la memorable velada.
La rareza del documento no ha permitido su cabal aprovechamiento hasta
nuestros días. No sólo, sino que hasta los m ás cuidadosos investigadores
de este capítulo de nuestra literatura, lo olvidan con frecuencia. Obras que
pasan por ejemplares en el campo de la investigación sobre Sor Juana, no
lo mencionan. La rareza de este ejemplar de nuestra bibliograf ía depende,
como ya supone el lector, de su condición de haber sido impreso en forma
de folletín por el p eriódico El Porvenir, lo que parece condenar a este tipo
de publicaciones a una casi completa destrucción, ya que son poc os los lec-
tores que tienen la curiosidad de formar con los cuadernillos, volumen que
asegure su permanencia.
Damos a continuación las composiciones contenidas en el raro opúscu-
lo: Sor Juana Inés de la Cr uz por Laurena Wright de Kleinh ans; “Una flor”
por Josefina Pérez; “A la memoria de la insigne poetisa Sor Juana Inés de la
Cruz”, poesía por José Rosas; “Sor Juana Inés de la Cruz”, poesía por Aure-
lio Horta ; “Discurso” por Francisco Sosa; “Discurso” por José María Vigil;
“Discurso” por José de Jesús Cuevas. Cosa digna de registrar se y de hacerse
notar es que constantemente a lo que ocur ría en el siglo pasado en que Sor
Juana era considerada superficial y a veces desdeñosamente, los ensayos de
Sosa, Vigil, y Cueva s se caracterizan por un decidido empeño de penetrar la
esencia de la poesía de Sor Juana. No olv ide el lector que hombre y escritor
tan inteligente como Ignacio Manuel Altam irano, cuando le tocó juzgar de

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