La transdisciplinariedad más allá de los conceptos, la dialéctica

AutorL. Alejandro Peñuela Velásquez
CargoPsicólogo por la Universidad de Antioquia (Colombia). Coordinador de la Red de Cultura Investigativa. Correo electrónico: «alejandropenuel@hotmail.com»
Páginas43-77

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Sólo la dialéctica fractal entre los saberes permite la aproximación de lo humano en su integridad.

  1. A. R AMÍREZ

Interdisciplinariedad e investigación: introducción

Uno1 de los ejes articuladores del abordaje de esta temática es la relación entre interdisciplinariedad e investigación. Muchos de los aportes,

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alcances y limitaciones de su comprensión tienen una relación estrecha con la investigación (sin importar su nivel de profundidad o si es básica o aplicada), y con aquellos análisis o reflexiones que se pueden encontrar sobre el tema, estén ubicados en los paradigmas clásicos o complejos. La generación de nuevo conocimiento es el indicador que puede servir de aproximación a la comprensión de su dinámica, de su aplicación práctica y pertinencia para el desarrollo de la ciencia y su comunidad científica. La propuesta aquí desarrollada no pretende abordar la investigación y su dinámica en relación con lo interdisciplinario, sólo quiere resaltar que en la investigación se encuentran sus principales aportes. El propósito fundamental de este artículo es realizar una aproximación al tema de la interdisciplinariedad, o a lo "no disciplinar" para nombrarlo de manera general y unívoca, como una introducción a estudios posteriores que busquen profundizar en esta temática y sus posibles aplicaciones prácticas. Este será un límite sensato.

Antecedentes contextuales: dos trayectorias históricas posibles, un mismo problema Un abordaje desde el paradigma clásico

Lo disciplinar y lo "no disciplinar" son dos elementos complementarios en el abordaje de procesos como la construcción de objetos de estudio, la solución de problemas concretos (praxis) y las diversas formas de aprehender la realidad (discursos). Históricamente, la división de las ciencias y la aparición de la dualidad sujeto-objeto introducen una fragmentación que lleva a la especialización. Esta última, materializada bajo en concepto de disciplina, que aparece en Francia a finales del siglo XIX. Pero según Mankeliunas (1989: 89) esta división histórica no tiene ningún fundamento conceptual ni epistemológico. Desde esta perspectiva, lo epistemológico terminó cediendo terreno ante lo ideológico

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del pensamiento de la época, donde primó el análisis y la fragmentación sobre la síntesis y la integración.

Si se tuviera que buscar el origen del concepto interdisciplinariedad, ya fuese de una manera implícita o explícita, tendríamos dos caminos. El primero sería hacer un recorrido histórico y buscar la esencia de dicho concepto, lo cual implicaría rastrear el surgimiento del pensamiento occidental, retornar a los clásicos desde la antigua Grecia y hacer un largo recorrido hasta los pensadores contemporáneos como Morin, Foucault y Deleuze, entre otros, tratando de buscar en los intersticios que pueda dejar este itinerario, puntos nodales que nos puedan ayudar a elucidar su desarrollo y trayectoria. Tarea en extremo titánica y que desborda los objetivos de este texto. No obstante, 1637 se muestra como una parada obligada, ya que en ese año se publica obra de Descartes, El discurso del método, con su cogito, ergo sum. Allí comienza una escisión estructural y fundamental en el pensamiento occidental con la res cogitans, cosa que piensa, y la res extensa, cosa medible. O dicho con otras palabras, la división entre sujeto y objeto. Con esta división comienza un proceso que da lugar a una gran variedad de disciplinas que aún hoy siguen fragmentándose.

En el segundo camino se pueden caracterizar dos momentos importantes que permiten trabajar sobre el concepto de interdisciplinariedad. Según Martín Landau, Harold Prosahnky y William Ittelso (Torres, 1996: 51), el primero va desde la Primera Guerra Mundial hasta la década de los 30, caracterizado por esfuerzos aislados que, aunque importantes, no tuvieron eco en la comunidad académica. El segundo, lo sitúan luego de la Segunda Guerra Mundial, pues el mundo inició relaciones de cooperación en áreas económicas, políticas y científicoculturales. Las primeras cooperaciones fueron a nivel bilateral, pero la creación de la UNESCO inició la cooperación a nivel internacional que aún perdura.

A finales de los sesenta, la UNESCO propone trabajar desde una perspectiva interdisciplinaria en la búsqueda de soluciones comunes a los problemas contemporáneos desde el punto de vista científico y tecnológico (visión política de la interdisciplinariedad). Como resultado de este trabajo, en 1970 publican el libro Tendencias de investigación en las ciencias sociales y humanas. Posteriormente aparecen dos tomos más:

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Corrientes de investigación en ciencias sociales (1977) e Interdisciplinariedad en las ciencias sociales y humanas (1982). Paralelamente, se realizaban otras actividades que tenían como objetivo la conceptualización del trabajo interdisciplinario, como el Seminario Internacional sobre la Pluridisciplinariedad e Interdisciplinariedad en las Universidades, realizado por el Centro para la Investigación e Innovación de la Enseñanza (CERI) -integrado en la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE)- y el Ministerio Francés de Educación, celebrado en la Universidad de Niza (Francia) del 7 al 12 de septiembre de 1970 (Torres, 1996: 54 y ss.;2 y Palmade, 1979: 21). De este modo, "lo no disciplinar", en especial en las ciencias sociales y humanas (al final de los 60 y comienzo de la década del 70), fue agrupado en una variedad de conceptos y desarrollos teóricos sobre esta temática. Como lo afirma Torres, compartiendo una afirmación de Gusdorf (1983: 32): "De hecho es a partir de esa década [la del 70] cuando la reivindicación de la interdisciplinariedad aparece como una 'panacea epistemológica' llamada a curar todos los males que afectan a la consciencia científica de nuestro tiempo".

La especialización como principio disciplinar: el análisis

¡Sea usted duro! Ni una sola concesión al espíritu de la especialidad, que es el espíritu de la muerte en el actual estado del trabajo humano.3

Tomar la formulación del segundo "precepto" cartesiano en El discurso del método, permite darle continuidad a la manera en que se ha abordado

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el contexto problemático de lo "no disciplinar". Descartes (1994: 83) afirma: "dividir cada una de las dificultades que examinare en tantas partes como fuese posible y en cuantas requiriese su mejor solución". Con esta regla comienza un proceso de especialización que es el sustrato de toda disciplina y del problema de la interdisciplinariedad. Por consiguiente, a medida que se profundiza en el desarrollo y la comprensión de cada una de las partes, se aleja cada vez más de la comprensión del fenómeno como un todo. De esta manera progresó la ciencia hasta nuestros días. El concepto de disciplina, poco a poco, se fue considerando como sinónimo de especialización y comenzó a ser un virus que debe ser eliminado. Pues ha sido tal la fragmentación, la disyunción-reducción, que se debe integrar todo aquello que una vez fue separado, pasando de lo disciplinar a lo interdisciplinario. Palmade advierte de los peligros ideológicos de la "irrupción" de lo interdisciplinario:

El peligro ideológico, que hemos puesto ya de relieve, se manifiesta esencialmente: por una necesidad urgente de librarse de las "disciplinas", la nostalgia de la unidad de lo dividido ingenuamente, el deseo de alcanzar una globalidad confusa, un objeto que se complemente con una identidad asegurada. (Palmade, 1979: 21)

Lo importante es advertir que la interdisciplinariedad ha avanzado sólo como concepto, cuando en realidad es la articulación con la dimensión práctica la que puede determinar los alcances y limitaciones de ésta.

Proceso de integración: la síntesis

Sin embargo, Descartes no sólo introduce el núcleo de la problemática, al partir del análisis (su segundo precepto), sino que parte de la solución, pues también era necesario un proceso de síntesis. Como lo confirma su tercer precepto: "Conducir ordenadamente mis pensamientos, comenzando por los objetos más simples y más fáciles de conocer para ir ascendiendo poco a poco, como por grados hasta el conocimiento de los más compuestos; y suponiendo un orden aún entre aquellos que no se preceden naturalmente unos de otros" (Descartes, 1994: 83). De aquí

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se pueden extraer dos conclusiones: primero, que Descartes suponía un orden creciente de complejidad, pues al ir conociendo los elementos más simples, podríamos acceder al conocimiento de los más "compuestos" (complejos), al conocimiento de aquellos objetos de grado superior cuyos elementos simples están integrados, lo cual implica "reconocer los niveles de emergencia" (nuevas dimensiones) en cada proceso, y que una vez producida la fragmentación-división es condición necesaria la integración-articulación. Este es el eje de la complementariedad cartesiana por muchos ignorada.4

Para Descartes no sólo se requería dividir en las partes elementales un fenómeno sino que era condición sine qua non integrar todo lo comprendido en el análisis de las partes en el fenómeno como totalidad. Del primero parte la reducción-disyunción criticada por el paradigma de la complejidad, del segundo, el sustrato de dicho paradigma y de todas aquellas escuelas (como las escuelas holisticas), las cuales buscan integrar aquello que un día fue fragmentado; posición criticada por las escuelas clásicas o positivistas por pretender una ciencia unificada y la creación de macrodiscursos...

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