Seguridad pública: la crisis de un paradigma

AutorPedro José Peñaloza
Páginas135-150
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Seguridad pública: la crisis de un paradigma1
Pedro Jo sé Peñaloza*
Dentro de algu nos siglos, la historia de esto que llama mos la actividad cientí-
f‌i ca del progreso, ser á para las generaciones venidera s un motivo de gran hila-
ridad y de conm iseración.
Tols toi
Sumario:
I. Planteamiento. II. Los límites del Derecho Penal mí nimo o Garantista. III.
Entre lo penal y lo no penal. IV. Los saldos de la justicia penal. V. México:
¿entre la represión y la prevención?. VI. La crisis del modelo mexicano en la
época reciente y sus perspectivas. A. El primer momento. La luz de la espe-
ranz a. B. Segun do momento. D e la expect ativa a la f rustra ción. C. Tercer m o-
mento. La planeación nacional y la prevención del delito. VII. El desdén a la
prevención. VIII. La crisis de los contenedores sociales. IX. Más policías
¿menos delitos? X. Las cárcele s ¿y la readaptación? XI. Hacia un nuevo para-
digma. XII. Modelos d e prevención del delito. XIII. ¿Cuál paradigma está e n
crisis? XIV. Hacia un sistema de prevención social del del ito.
* Doctor en Ciencia s Penales y Política Crim inal, maest ro en Prevención del Delito y Si stemas Penitenci arios, licen-
ciado en Econom ía y en Derecho. Es profeso r del Diplomado en Segur idad Pública en la Un iversidad Ibero americana, en
el departa mento de Derecho de la m isma Instituc ión, en el institut o de Prevención del Delito e I nvestigación Penite nciaria
y en el Institu to Nacional de Ciencias Penale s Inacipe.
1 Texto publicado en el libro Seg uridad Pública , voces diversas e n un enfoque multid iciplinario. Peñ aloza, Ped ro José,
(coordinador) (2005), Méx ico, Porrúa, pp. 561-584.
I. Planteamiento
México atraviesa por una severa crisis en
la segurida d pública que afecta los niveles
de convivencia social. Esto debe ser admitido y
corregido. Por su puesto, su génesis es multifac-
torial. Aquí abordar emos algunos elementos que
buscan explicar nuest ra delicada circunstan cia.
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SEGURIDAD PÚBLICA: LA CRISIS DE UN PARADIGMA
La preponderancia, domin ación y monopolio
de la justicia penal, entendida ésta como la apli-
cación del castigo como única d iv isa para gober-
nar, ha eclipsado cualquier intento para corregir
el rumbo de la seg uridad pública en nuestro p aís.
El origen de esta visión no es nueva ni origi-
nal, proviene de una antiquísima historia de la
formación del Estado. Es deci r, he mos avanzado
en algunos renglones de las formas de domina-
ción, pero el núcleo duro del Estado, aquél que
basa su dominio en el uso de la fuerza para con-
servar el poder, se mantiene intacto.
Se ha creído que la función del E stado es ex-
clusivamente punitiva y per secutoria, presumie n-
do con especial énfasis q ue él debe poner “orden
a cómo dé lugar”. Esta reacción unívoca y dog-
mática tiene raíces profundas, se puede localizar
en la vena autoritaria y totalitaria, de los primeros
ladrillos de la c onstrucción del Estado.
Pese a que la palabra Estado pue de remitirse
a la antiedad clásica, lo cierto es que como
concepto político, es decir, descripción de una
realidad precisa localizable en el espacio y en el
tiempo, su condición es moder na y más precisa-
mente renacentista. En efecto, Nicolás Maquia-
velo (1469-1527) fue el pri mer pensador relevante
que utilizó el concepto de Estado (Stato) en el
sentido de un poder político centralizado desple-
gado en un ter ritorio y capaz de ejercer su de ci
sión
o soberanía. A Maquiavelo mismo debemos la
idea de que el poder polític o tiene intereses pro
pios
y que el mayor desacierto al ha cer política consis-
te en subordinar los f‌i nes del Estado a cualquier
cosa que no sea obtener y cons ervar el poder.2
Es decir, el Estado fue concebido como “La
convicción de la supremacía de las razones del
poder sobre cuales quiera otras”. En consecuenc ia,
es inimaginable tener un Estado que dé cabida a
las expresiones que está n fuera de su dominio ni
a la posibilidad de gener ar condiciones para aco
tar
el poder y menos para poner e n movimiento a los
gobernados.
No es fortuito que los grandes teóricos de la
razón del Estado fuesen, a la vez, los gra ndes teó-
ricos del Estado absolut ista. Maquiavelo (italiano)
en el siglo XVI y Robert Filmer y Thom as Hobbes
(ingleses) en el siglo XVII. El término “absolutis-
mo” designa con precisión la naturaleza de este
tipo de Estado. Se trat a de una estruct ura de poder
público que controla de for ma absoluta la vida de
sus súbditos, o que al me nos pretende hacerlo. A
este Estado, la razón de Estado le signif‌i có un
sólido funda mento para el ejercicio del poder.
El signo distintivo del Estado absolutista de
Hobbes es la seguridad y precisamente en nom-
bre de ella y de la reducción del miedo entre los
particulares, considera legítima la restricción de
las libert ades individuales , la incertidumbr e sobre
la propiedad, la obligación de un solo credo reli-
gioso y el sofocamiento de todo pluralismo doc-
trinario. En este modelo político los súbditos son
tales porque voluntar iamente se han despojado
de su libertad y soberanías originarias, es decir,
ya no pueden establecer normas propias ni auto-
gobernarse a cambio de tener seguridad y tran-
quilidad para desarrollar una vida fructífera y
confortable.3
La def‌i nicn de Estado ha sufrido algunos
vaivenes conceptu ales, e incluye apellidos para
darle mayor precisión y evita r expresiones abs-
tractas si n contexto. Por ejemplo, decir solo Esta
do
de Derech o, simple y llana mente, es un pel igroso
arcaísmo, porque se limita a la exaltación de la
norma formal desligándola de su contenido y de
sus objetivos. En la segund a posguerra, por eso
y para corregir los graves atropellos cometidos
en nombre de la ley (en especial de las leyes ra cis-
tas de Nuremberg), el viejo concepto del Estado
de Derecho fue adicionado con la calif‌i cación de
so
cial y democrático. Hoy el concepto de Estado
2 Maquiavelo, Nicolás, El Príncipe, Madrid, Alianza Ed itorial, Col. El libro de bol sillo 1994, cit. por Jesús Rodr íguez
Zepeda en Estado y transp arencia: un paseo po r la f‌i losofía política, Cua dernos de Transpa rencia No.4., IFAI, p. 20.
3 Rodríguez , Zepeda Jesús, e n Estado y Transparenc ia: un Paseo por la f‌i losofía política, Cuadernos de Transparencia
No.4, IFAI, pp. 21 y 22.

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