Rosas de la infancia

AutorAndrés Henestrosa
Páginas141-142
brevedad, una devoción, un apego a las enseñanzas de aquel hombre que sujetó
sus prédicas a la máxima prueba de la muerte. El libro Recordando a Martí está
escrito con una intención pedagógica: su autora se propuso, y lo ha conseguido,
poner en las manos de sus alumnos de la Universidad Motolinía una serie de pe-
queñas estampas de la vida del apóstol cubano. Escritas en prosa sencilla, clara,
sin malicias literarias, sino pendiente sólo de destacar ante los ojos juveniles lo
que esas estampas tienen de ejemplo, el libro de Esperanza Villasana cumple
cabalmente la intención que le dio nacimiento. Abarcan estas notas algunos de
los momentos más decisivos de la vida de Martí, desde aquellos en que debió
aparecer ante sus ojos la imagen de la patria esclava a la que había que dar liber-
tad, hasta aquel en que por ser fiel a sus prédicas cayó acribillado por las balas
españolas, en Dos R íos. Pero no sólo escribió la señorita Villasana estas notas
sobre la vida del cubano ejemplar, sino que hizo una cuidadosa selección de sus
más bellos poemas, formó un ideario y redactó unas efemérides en que se des-
tacan las fechas más importantes de la vida y la obra del poeta, y que incorporan
a la obra de Esperanza Villasana un mérito más.
Este es, que yo sepa, el primer trabajo literario de la autora; pero sin duda
otros irán saliendo de sus manos, ya plenamente ejercitadas para estos menes-
teres. Ojalá que pronto, en una nueva excursión por las obras de José Martí,
Esperanza Villasana apartara de ella todos aquellos lugares en que el poeta
cubano presintió a México, lo elogió y anunció el destino que tocaba cumplir
a nuestro pueblo y pudiera, dentro de esa misma tendencia, completar los
retratos de los escritores, poetas y artistas mexicanos que Martí trató en sus
viajes a México, y cuyas pinceladas andan dispersas en las páginas que Martí
escribió en los cortos días que le tocó vivir.
29 de marzo de 1953
Rosas de la infancia
La otra noche, en ronda de amigos hispanoamericanos, el joven escritor gua-
temalteco Tito Monterroso, después de que hubimos cantado y bailado can-
ciones y bailes de nuestros pueblos, recitó, en tono de guasa, algunos apólogos
y ejemplos, que si ahora pueden parecer anticuados y cursis, fueron una gran
lección en nuestra niñez. Sólo hasta esa noche pude darme cuenta de que yo
AÑO 1953
ALACE NA DE MINUCI AS 141

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR