RESPUESTA A SEBASTIAN: EN DEFENSA DE LA NATURALEZA CONSCIENTE DE LAS CREENCIAS DE PRIMERA PERSONA.

AutorVidal, Javier
CargoEnsayo critico

En esta revista publiqué un artículo (2014) en el que argumentaba que las creencias con un contenido de primera persona, o creencias de se, son necesariamente conscientes. A este respecto puede hablarse de la naturaleza consciente de las creencias de primera persona. En un artículo más reciente en esta revista, Miguel Ángel Sebastián (2017) cuestiona el argumento por no ser sólido. Sebastián presenta un abanico de consideraciones, algunas de las cuales él mismo admite que no tienen fuerza contra mi argumento, como ocurre con la argumentación de Williamson contra la luminosidad de la mayor parte de los estados mentales (2017, p. 49). En este artículo sólo me centraré en las objeciones dirigidas al valor probativo y a la relevancia de mi argumento. En primer lugar, Sebastián establece que si me comprometo con la idea de que saber implica creer, entonces el argumento que él bautiza como CONOCERME, que es una parte del argumento principal, resulta ser inválido o introducir una dañina regresión al infinito. También el principio (SC*), que, aplicado a las creencias de primera persona, lleva de CONOCERME a la conclusión de que tales creencias son necesariamente conscientes, introduciría una regresión dañina (2017, pp. 49-51). En segundo lugar, considera que la noción de conciencia que tendría sentido aquí no es la noción relevante en la discusión de la teoría de la conciencia en términos de creencias o pensamientos de orden superior, que en la versión de Rosenthal yo había criticado, ni de la teoría freudiana como una explicación de ciertos comportamientos en términos de estados intencionales inconscientes (2017, pp. 52-53, 57). Por último, Sebastián sostiene que no ofrezco ninguna justificación en favor del principio (SC*), o bien la justificación que él propone como reconstrucción de mi pensamiento prejuzgaría la cuestión (2017, pp. 53-57).

A continuación responderé a estas críticas en el orden recién expuesto. En la primera sección mostraré, de entrada, que CONOCERME no es un argumento inválido si saber implica creer o, más bien, si en este caso particular saber consiste en creer. Además, veremos que, aunque es cierto que tanto CONOCERME como (SC*) introducen una regresión al infinito, esa regresión no es dañina según cierta concepción de las creencias de orden superior y de las creencias conscientes. En la segunda sección utilizaré, en relación con el término "conciencia", la distinción entre fijar la extensión de un término de clase natural y determinar lo que es esencial para ser un elemento en esa extensión, con el fin de argumentar que la noción de conciencia empleada aquí sí es la noción relevante tanto en la discusión de la teoría de Rosenthal como en la discusión de la teoría freudiana del inconsciente. En la tercera sección, revisaré la justificación en favor del principio (SC*) en términos de una dinámica cognitiva dependiente entre creencias para mostrar, en conclusión, que en ningún caso puede hablarse de prejuzgar la cuestión.

I

Mediante el subargumento que Sebastián denomina CONOCERME, empecé por establecer en mi artículo la existencia de una conexión necesaria entre tener una creencia de primera persona y saber que uno mismo tiene esa creencia. En efecto, supongamos que un individuo X tiene una creencia con un contenido de primera persona de la forma:

(1) Yo [FI].

En términos del uso del cuasiindéxico "él mismo", una adscripción de esa creencia será de la forma:

(2) X cree que él mismo [FI].

Ahora bien, la referencia de primera persona puede caracterizarse por referirse con éxito a uno mismo como uno mismo de tal modo que, en el caso de la creencia, el individuo que la tiene no puede ignorar la identidad que guarda con el individuo acerca del cual es esa creencia. En otras palabras, no puede ser que X ignore que el individuo acerca de quien cree algo es él mismo. A este respecto podríamos decir, como señala Sebastián, que las creencias de primera persona son inmunes al error por fallo en la referencia (IER). (1) Así, sostuve crucialmente que de (2) se sigue:

(3) X sabe que la creencia de que alguien [FI] es acerca de quien cree que alguien [FI], es decir, él mismo.

Por último, de (3) se sigue trivialmente:

(4) X sabe que él mismo cree que él mismo [FI].

Según Sebastián, CONOCERME es un argumento inválido porque el paso de (2) a (3) no se justifica. Más aún, si saber implica creer, eso significaría que como resultado de tener la creencia de que él mismo [FI], X también tendría la creencia de que p, donde p es la proposición de que la creencia de que alguien [FI] es acerca de quien cree que alguien [FI], es decir, él mismo. Pero Sebastián sostiene que la idea de que X no puede ignorar que p, que es lo que establece IER, admite una lectura débil según la cual X no puede tener la creencia de que no p y una lectura fuerte según la cual X no puede no tener la creencia de que p (que, como parece plausible, sería una creencia que satisfaría las condiciones para el conocimiento). Concluye entonces que la lectura débil es suficiente para dar cuenta de IER sin que, no obstante, justifique el paso de (2) a (3) (2017, p. 50).

Empezaré por señalar que en este artículo asumiré, por mor de la discusión, que en (3) saber consiste en creer bajo condiciones que, en este caso, son adecuadas. Téngase en cuenta que eso no equivale a decir que saber implique creer ni que el conocimiento sea analizable en términos de creencia. Puede ser, por ejemplo, que los estados perceptivos sean estados de conocimiento sin que haya ninguna creencia involucrada en la percepción. Mi argumento será simplemente asumir que, en el caso particular de (3), saber sí consiste en tener una creencia.

Ahora recordemos por un momento una versión de la historia de Edipo, según la cual Edipo cree que el hijo de Layo es culpable de su muerte sin saber que él mismo es el hijo de Layo. Esta historia muestra que la creencia de que el hijo de Layo es culpable no es inmune al error por fallo en la referencia. Es cierto que, cuando Edipo tiene la creencia de que el hijo de Layo es culpable, el análogo mental del término "hijo de Layo" refiere a Edipo. Más aún, puesto que es Edipo quien tiene la creencia, resulta que mediante el análogo mental de "hijo de Layo" Edipo se refiere reflexivamente a él mismo. Sin embargo, de acuerdo con esta versión, Edipo debe ignorar que la creencia de que el hijo de Layo es culpable es acerca de quien cree que el hijo de Layo es culpable, es decir, él mismo. Digamos que ésta es la proposición q. Según la lectura débil que propone Sebastián, la ignorancia que tendríamos aquí es equivalente al hecho de que Edipo tiene la creencia errónea de que no q. En efecto, si no poder ignorar que q corresponde a la imposibilidad de tener la creencia errónea de que no q, entonces ignorar de hecho que q corresponde a tener la creencia errónea de que no q. (2) Pero se trataba de que Edipo no sabe (o no cree) que él mismo es el hijo de Layo, no de que cree que él mismo no es el hijo de Layo. No he incluido esta creencia en mi versión de la historia (que, desde luego, puede estar presente en otra versión). Por lo tanto, no estaría justificado atribuir a Edipo la creencia de que no q. Así, para explicar el error por fallo en la referencia, estaríamos atribuyendo a Edipo una creencia de orden superior que de hecho Edipo no tiene en este caso. En cambio, este problema no surge cuando introducimos la lectura fuerte. Según la lectura fuerte, la ignorancia de Edipo consiste simplemente en no saber que la creencia de que el hijo de Layo es culpable es acerca de quien cree que el hijo de Layo es culpable, es decir, él mismo. En otras palabras, la cuestión es simplemente que Edipo no tiene la creencia de que q. Podría decirse a este respecto que la lectura débil de Sebastián introduce creencias de orden superior en el lugar equivocado. Más aún, resulta que Edipo debe tener la creencia de que no q, cuando Sebastián había cuestionado precisamente que en el caso de las creencias de primera persona uno tuviera que formarse una creencia de orden superior, lo que, según él, uno podría perfectamente no hacer.

Considérese también el siguiente argumento. Cuando Edipo tiene la creencia de que el hijo de Layo es culpable puede o no saber que él mismo es el hijo de Layo. Podría tener la creencia de que el hijo de Layo es culpable y, además, saber que él mismo es el hijo de Layo. En cualquier caso, por el hecho mismo de tener la creencia de que el hijo de Layo es culpable, Edipo no sabe que q (es decir, no sabe que esa creencia es acerca de él mismo). Pero tenemos una explicación de lo que Edipo necesita saber en primer lugar para llegar a saber que q. A Edipo le falta saber que él mismo es el hijo de Layo para llegar a saber que la creencia de que el hijo de Layo es culpable es acerca de quien cree que el hijo de Layo es culpable, es decir, él mismo. Sin embargo, la situación es distinta cuando Edipo tiene la creencia de que él mismo es culpable. Según el planteamiento de Sebastián, por el hecho mismo de tener la creencia de que él mismo es culpable, Edipo no sabe que la creencia de que alguien es culpable es acerca de quien cree que alguien es culpable, es decir, él mismo. (3) Digamos que ésta es la proposición r. El problema aquí es que no parece que falte ningún conocimiento previo para llegar a saber que r. No hay nada equivalente al conocimiento de que él mismo es el hijo de Layo para que Edipo llegue a saber que r. (4) Sebastián puede insistir en que, a pesar de que no falte ningún conocimiento previo para llegar a saber eso, Edipo podría simplemente no formarse la creencia de que r cuando tiene la creencia de que él mismo es culpable. Pero esta respuesta no resulta satisfactoria en términos epistémicos. Tenemos una explicación según la cual Edipo no sabe que la creencia de que el hijo de Layo es culpable es una creencia acerca de él mismo si no tiene el conocimiento previo de que él mismo es el hijo de Layo. Es legítimo concluir que Edipo sabe...

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