Reestructuración capitalista, TLC y empleo en México

AutorJosé Javier Coniferas
CargoProfesor-investigador, Departamento de Política y Cultura, uam-x.
Páginas119-136

Page 119

Introducción

Reflexionar sobre el probable impacto del tratado trilateral de libre comercio norteamericano en la economía mexicana, exige deslindarse de las posiciones publicitarias y/o políticas que con frecuencia se asumen al abordar la problemática aludida y que han obscurecido más que clarificado el análisis sobre el tema. Sin embargo, ello no significa que el presente texto carezca de una visión al respecto, pero se quiere dejar sentado que ésta sustenta hipótesis a comprobar en una realidad todavía intangible y, por tanto, los márgenes de error están a la orden del día y con ellos la posibilidad de equivocarse. Aclarar de igual manera que las tesis a plantearse son producto de un instrumental teórico que encierra en sí, una posición política.

Las actuales manifestaciones a favor o en contra del Tratado de Libre Comercio (TLC) han priorizaPage 120 do el debate político antes de haber ponderado todas las posibles repercusiones que tenga para el país la formalización del mismo. Así, se han dado extremos de utilizar, por ejemplo, todo un aparato publicitario de lo más sofisticado para convencer de las bondades del acuerdo (que cualquier empresario a punto de sacar un producto al mercado, envidiaría). Pero, de otro lado, están los que han puesto énfasis en las repercusiones negativas y que tendrían más bien una visión catastrofista del tema, pues suponen que el libre comercio traerá consigo desindustrialización, crecimiento del desempleo, etc.

Este estado polarizado de la polémica, se deriva porque el debate ha sido delimitado a responder inquietudes más bien de carácter coyuntural, como puede ser el probable comportamiento de variables macroeconómicas como el producto, la inversión y el empleo en el corto plazo. En consecuencia tenemos a los que sostienen que el TLC dinamizará los flujos de inversión regional que incidirán de manera favorable en el crecimiento del PIB y del empleo; y en contrapartida, los que apuntalan la tesis de que el acuerdo comercial exacerbará la competencia intercapitalista, que propiciará el cierre de empresas y con ellas la agudización del desempleo.

No obstante, hay que indicar que dichas tesis tienen su dosis de verdad, y más aún, es posible que ambas se concreten en la realidad de manera combinada. En efecto, lo más probable es que en un período de tiempo relativamente corto, el comportamiento del PIB vaya al alza y por añadidura surjan nuevos puestos laborales; siempre y cuando estas tendencias se den con un aumento de la inversión, motivada por expectativas de mayores ganancias ante el ensanchamiento del mercado regional. Pero, asimismo, es seguro que estos movimientos se presenten en un entorno de creciente competencia intercapitalista que provoquen pérdidas de empresas y empleos hasta que se normalicen las tendencias.

El análisis circunscrito a estos límites impide observar otro tipo de cuestiones y de ahí que es necesario sacarlo del punto en que se encuentra y que implica abandonar las restricciones que se le han impuesto. Así, una propuesta encaminada con ese fin, sería la tesis de que la firma del TLC, de facto, iniciará la redefinición de las relaciones centro-periferia y que de manera singular ilustra la inclusión de México en el acuerdo trinacional.

Obviamente un giro de esta naturaleza implica además, reconocer explícitamente que el TLC, como tendencia, pretende ser una vía para superar la crisis del patrón de acumulación y que se inscribe en un proceso global de reestructuración capitalista que no acaba de concluir y que muestra más bien un estado transitivo.

En efecto, no hay que obviar que la tendencia a configurar bloques económicos como el TLC norteamericano, son búsquedas del sistema capitalista para reordenarse y superar la crisis de las décadas de los años setenta y ochenta y que implica la renovación de las formas de gestación de valorPage 121 (suplencia de los procesos tayloristas-fordistas de producción por los neofordistas y posfordistas), que requieren de mutaciones en los procesos de realización del mismo y que suponen una expansión de mercados, pero también es imprescindible la creación de espacios de alta productividad que abaraten costos de producción y por esa condición, plataformas de penetración de nuevos mercados; que en conjunto definen la intencionalidad de los bloques económicos.

Esta concepción necesita la existencia de dos tipos de economías: las intensivas en uso de capital y las intensivas en uso del factor trabajo, que al fusionarse se complementarían con una restricción: que los primeros países (los industrializados) seguirán teniendo el dominio de los medios de producción, y en consecuencia, los procesos productivos que se trasladen al segundo tipo de naciones (en vías de industrialización o intermedias en este ámbito), requerirán de una mayor intensidad de trabajo que de capital.

De ahí que la redefinición de las relaciones centro-periferia partiría de que unos paises seguirían produciendo, en sus espacios nacionales, las máquinas y herramientas con un trabajo altamente capacitado; y los periféricos, productores de bienes intermedios y/o terminales, con un trabajo descalificado.

Con base en esta última hipótesis tiene sentido la pérdida y creación de cierto tipo de empresas y empleos, pues esos movimientos estarían definiendo el perfil de la nueva relación centro-periferia y, por tanto, de la futura configuración de la división internacional del trabajo. Esto es, para el caso del capitalismo mexicano, específicamente, la probabilidad que se dé un incremento de las empresas intensivas en trabajo (micro y pequeñas), pero que tengan por característica principal que se inserten (a través de subcontratación) en procesos de producción más globales como pueden ser los de fabricación de bienes intermedios o partes muy concretas del proceso terminal. Aquellas empresas que no puedan o no tengan capacidad de adaptación desaparecerán o sobrevivirán marginadas de la dinámica económica.

Expuesta así la interpretación de la intencionalidad del TLC, en el sentido que reafirma una nueva división internacional del trabajo, será preponderante analizar, sobre todo, a los capitalismos estadunidense y mexicano que de manera particular muestran esta tendencia. De paso, con ello se explica por qué el capitalismo canadiense será poco tratado.

Con base en estos primeros adelantos sólo resta señalar que el texto estará divido en tres grandes apartados: el inicial donde se abordará las tendencias reestructuradoras del capitalismo en la actualidad a través del análisis de la valorización del capital; el segundo, que comprenderá elPage 122 espacio donde impactará esas redefiniciones de gestación y realización de valor, visto desde las economías capitalistas estadunidense y mexicana; y finalmente, las perspectivas de México en la nueva división internacional del trabajo.

Para concluir esta introducción, se hace necesario asimismo exponer dos últimas aclaraciones: la primera, es afirmar que se reconoce la existencia de diferentes modalidades de bloques económicos. Aquéllos como el de la Comunidad Económica Europea, que pretende una integración económica, donde sobresale la libre circulación de mercancías (incluida la fuerza de trabajo) y la creación e implementación de un solo sistema monetario a través del ECU, en principio, y posteriormente laformalización de un solo banco central, entre otras cosas. De otro lado, los que tienden a un acuerdo comercial (como el norteamericano) que pretende una libre circulación de mercancías (excluido el factor trabajo) y de capitales a través de una unión arancelaria y de supresión de todas las trabas jurídicas a la inversión.

El segundo aspecto y que es relevante volver a mencionar, es que en el texto se discuten tendencias que todavía no tiene un carácter definitivo, sino transitorio y por lo mismo pueden tener diversos giros en un futuro.

1. Reestructuración capitalista

Como respuesta a la crisis económica del patrón de acumulación que prevaleció desde la postguerra, el capitalismo emprendió hacia mediados de la década de los años setenta una intensa reestructuración de las formas de gestación y realización de valor y la configuración de una nueva división internacional del trabajo, Se entendió, por lo menos en las élites económicas y políticas del mundo industrializado, que los trastornos económicos de los años setenta y sobre todo ochenta no eran pasajeros e iban más allá del persistente crecimiento de los precios por el embargo petrolero o la obesidad del estado; que habría que corregir (aparte de los precios internacionales del petróleo y el accionar del estado en la economía) los procesos productivos (gestación de valor), los mercados (realización de valor) y que ello obligaría a crear una nueva división internacional del trabajo para restablecer de manera definitiva una nueva fase de acumulación.

Las primeras percepciones de que el proceso de acumulación tendría que modificarse, iniciaron a mediados de los años sesenta, con propuestas de cambios llevadas a cabo por una doble índole: por un lado, mutaciones en la tecnología y, de otro, creación de "zonas de libre producción" (relocalizadón productiva a través de la constitución de empresas maquiladoras a nivel internacional)2 Con la innovación tecnológicaPage 123 y la proliferación de fábricas maquiladoras, se emprendió la transformación de las fuerzas productivas para elevar la extracción de plusvalía lo que exacerbó de paso la competencia intercapitalista como efecto de la disminución de los costos de producción. Lo notable de la relocalización de los procesos productivos fue la internacionalización de la fase del capital productivo dado que la del capital mercancía y del dinerario habían hecho lo propio desde el siglo pasado.

Si bien esta tendencia no fracasa del todo, encuentra en las políticas...

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