Prieto en las antologías

AutorAndrés Henestrosa
Páginas730-731
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ANDRÉS HEN ESTROS A
Prieto en las antologías
Hemos observado que el ingreso de un poema, un cuento o una pieza literaria
cualquiera en una antología, significa por demás una consagración definitiva,
no tanto por la calidad de la selección, sino por la pereza de los nuevos antolo-
gistas que suelen basar su trabajo en las viejas antologías.
En lugar de recurrir a las fuentes para espigar de acuerdo con el gusto per-
sonal y el de su propia época, el antólogo se conforma, sin mayor compromiso,
con reproducir las piezas que ganaron el sufragio de sus antecesores. ¿Será
este el caso de la inclusión repetida de un texto de Guillermo Prieto en las
antologías de la prosa mexicana? Parece haber ingresado, por vez primera, en
la “primera serie” de las Lecturas mexican as graduadas de Amado Nervo, publi-
cadas por la Librería de la Vda. de C. Bouret, París-México, 1905, ilustrado,
como todo el libro, por Julio Ruelas, con un dibujo fechado en 1903. Luego
figura entre las Prosas y versos de Guillermo Prieto, seleccionadas y prologadas
por don Luis González Obregón, en la Colección Cultura, tomo III, núm. 3,
1917. Y, últimamente, en la Antología del cuento mex icano de Luis Leal, publica-
da en las Ediciones de Andrea, serie de Antologías Studium.
Se trata de un pasaje del prólogo de Prieto a su Viaje a los Estados Unido s
(México, Imprenta del Comercio de Dublán y Chávez, 1877, tomo I, pp. II-
VIII). Pero el examen de los textos, se puede ver que difieren en extensión
y aun en rasgos estilísticos. Mientras Nervo, el descubridor, toma el pasaje
en el núcleo estricta mente narrativo, y lo titula por su cuenta “Un cuento”,
y hasta lo retoca afortunadamente, Gon zález Obregón, al parec er lo descu-
bre por su lado, transcribiéndolo con textual fidelidad y haciéndolo arr ancar
desde antes del argumento central y terminar en el mismo punto que Ner-
vo. Pero los textos que dan Nervo y Gonz ález Obregón coinciden como al
descuido, en algún momento que ya había sido retocado por el primero. Esto
hace pensar que Nervo, temperamento de fino artista, descubrió y retocó el
texto según su sensibilidad, y González Obregón, más er udito y fiel, repasó
la antología de Nervo, pero recurrió a la fuente inicial, esto es, al Vi aje. Y por
negligencia, o por opinión c oncorde, aceptó la leve varia nte, pero discrepó
en el título, y lo rebautizó con el nombre de una de las protagonistas: “Lu-
cero del alba.”
Luis Leal se limitó a transcribir la versión de Nervo, si bien en la biblio-
grafía que da del texto menciona la selección de González Obregón. Pero Leal

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