Un poeta emperador

AutorAndrés Henestrosa
Páginas414-415
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ANDRÉS HEN ESTROS A
los más apartados rincones de nuestra América, era otra prueba de su origen
común. Miguel Prieto vino a dar testimonio de todo esto.
Ahora que ha muerto, me conforta confesar esa deuda de alegrías y de
enseñanzas que aunque mi cuerpo no sangra, siento las heridas que al suyo
dieron descanso.
19 de agosto de 1956
Un poeta emperador
Ni Alfonso Méndez Plancarte, ni Ángel María Garibay K., los dos tan sabios
y eruditos, nos han hablado de Miguel Gutiérrez, autor de un ensayo titulado
“Un Emperador Poeta”. El trabajo de referencia fue publicado en la Revis ta
Hispano-American a, año I, t. II, Núm. 8, págs. 683-35, octubre de 1881, edita-
da en Madrid.
Cuenta Gutiérrez que un condiscípulo y amigo suyo, nacido en América,
que yo supongo sea Pedro Mascaró y Sosa, al restituirse a su patria –Uruguay– le
entregó un ejemplar de sus investigaciones sobre el poeta emperador de México,
“cuyas elegías suenan a lamentaciones del profeta sobre Sión desolada”. Resulta-
do de la promesa que le hiciera, de escribir algo sobre el ilustre poeta elegíaco,
es el ensayo “Un emperador poeta” que venimos comentando.
La sospecha, que más bien es certeza, de que se trata de Mascaró y Sosa,
resulta de que dicho escritor publicó en Madrid en 1878 una tesis titulada El
emperador Netz ahualcóyotl, conside rado como po eta elegíaco (Poesía Méjico-Gen tíli-
ca), con la cual se graduó doctor en Filosofía y Letras. Tanto Méndez Plancar-
te como Garibay aluden a Mascaró y Sosa en sus respectivos trabajos, Poeta s
Novohispanos, t. I, e Historia d e la literatura náhuatl, t. I; los dos para discutir
y oponer reparos a aquel autor, acerca de la autenticidad del poema en que
fundaba su tesis: el canto de Netzahualcóyotl el día de sus bodas, de que tan
hermosas versiones hicieron, entre otros, José Joaquín Pesado y Juan de Dios
Villalón.
Pero volvamos al ensayo de Miguel Gutiérrez. Refiere Gutiérrez la histo-
ria, tan invadida de fábulas, de Netzahualcóyotl, desde su nacimiento hasta
que alcanza el trono, tras de mil peripecias. “Su historia es un poema épico y
un canto elegíaco”, dice. Y luego, como antes lo hicera Mascaró y Sosa, intenta

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