El petroleo y la politica exterior de Mexico: del auge petrolero a la privatizacion.

AutorCuéllar Laureano, Rubén

Nada puede ir bien en un sistema político en el que las palabras contradicen los hechos

Napoleón Bonaparte

Desde la crisis mundial de los energéticos de 1973, el petróleo mexicano ha ocupado un lugar importante en la dinámica de los mercados mundiales, sobre todo después de convertirse en abastecedor seguro del mercado estadounidense. Entre 1979 y 1982, en México, se dio un auge petrolero debido a los nuevos descubrimientos de yacimientos de hidrocarburos, el crecimiento interno y la entrada de grandes flujos de capital externo. Los resultados de este boom comenzaron a reflejarse de manera favorable en la economía nacional e imprimió nuevos bríos al desarrollo del país con la entrada de grandes cantidades de capital.

Esta etapa de auge terminó con una estrepitosa caída de la economía y agudizó sustantivamente la dependencia de México respecto al mercado petrolero estadounidense. Desde entonces, el mercado estadounidense es fundamental para la economía mexicana y la política petrolera mexicana quedó vinculada de manera muy estrecha a la estrategia de "seguridad energética" de Estados Unidos.

Durante los sexenios posteriores al auge petrolero, desde el de Miguel de la Madrid hasta el de Vicente Fox, la economía mexicana ha sido dependiente en 40 por ciento de los ingresos del energético, (1) cifra que coincide con el inicio de la explotación de Cantarell y su declinación productiva a fines de 2006. Al respecto, cabe señalar que el campo petrolero Cantarell es el más grande que ha tenido el país.

Para la administración de Vicente Fox el petróleo fue sólo la principal materia prima de exportación y no la columna vertebral de la industria más importante de la economía mexicana. Sobre todo durante la segunda parte del sexenio, Fox evitó entrometerse o emitir pronunciamiento alguno en relación con los vaivenes de los precios internacionales del petróleo, mientras las arcas de la nación se llenaran con los ingresos provenientes por un alza inédita de los precios del petróleo.

Al interior, la política foxista en materia petrolera se enfocó a la privatización de Petróleos Mexicanos (PEMEX) y a la participación del capital privado en las labores de exploración y explotación. Al final de su sexenio permitió que funcionarios de alto nivel del gobierno federal, incluyendo a los de PEMEX y a los de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), participaran en reuniones secretas con empresarios y funcionarios de los gobiernos de Estados Unidos y Canadá, en las que se trató la privatización de los recursos energéticos de México, incluido necesariamente el petróleo.

Este artículo tiene el objetivo de presentar un panorama general del rol que ha jugado el petróleo en la política interna y su relación con la política exterior de México llevada a cabo por los gobiernos neoliberales, con especial atención en la gestión de Vicente Fox, haciendo un recorrido de los acontecimientos al interior y al exterior del país que marcan hasta nuestros días el cambio del modelo de desarrollo económico y el cambio en el régimen de propiedad del petróleo mexicano.

El petróleo mexicano

Desde 1938, año en que Lázaro Cárdenas nacionalizó el petróleo, hasta 1982, año del fin del auge petrolero mexicano, México alcanzó un crecimiento anual medio del Producto Interno Bruto de 6 por ciento, bajo la premisa de mejorar el nivel de vida de los mexicanos. La economía de México, desde aquel año de 1938, ha estado vinculada principalmente con la producción petrolera nacional.

El primer problema que enfrentó el presidente Cárdenas fue la resistencia de las empresas petroleras estadounidenses a las que se les expropiaron sus bienes. Para resolver este problema, los dos gobiernos emprendieron negociaciones en febrero de 1941 y culminaron en 1943, (2) y aunque las empresas afectadas rechazaron con insistencia los montos asignados, al final tuvieron que aceptar las condiciones impuestas por la comisión mixta creada por ambos países para resolver este problema.

En mayo de 1942, después de que presuntamente submarinos alemanes hundieron los buques "Potrero del llano" y "Faja de oro", que abastecían de combustible a Estados Unidos, el entonces presidente Manuel Ávila Camacho declaró "estado de guerra" contra las potencias del Eje (Berlín-Roma-Tokio), dando inicio a la participación de México en la guerra e inaugurando una relación estratégica con Estados Unidos.

La alianza militar de México y Estados Unidos contra la ofensiva nazi, (3) aunado a la necesidad en Estados Unidos de insumos básicos provenientes de México durante la guerra y la dependencia de la economía mexicana a la estadounidense, fueron factores decisivos para que ambos países suscribieran un acuerdo comercial temporal, que operó entre 1942 y 1945 y redujo de manera sustantiva las barreras comerciales. Este acuerdo alentó las exportaciones de hidrocarburos mexicanos a ese país, propiciando una relación cada vez más estrecha entre la producción petrolera mexicana y el mercado estadounidense.

Así, la participación de México en la Segunda Guerra Mundial abrió la posibilidad de ampliar sus mercados petroleros, sobre todo estrechar sus lazos comerciales con su vecino del Norte, y le permitió, al interior, consolidar la nueva industria nacional petrolera, pues comenzaron a fluir capitales al país para transformar la estructura económica mediante el modelo de "sustitución de importaciones".

El auge petrolero

Al asumir la presidencia Luis Echeverría, en 1970, se dio un giro a la política exterior mexicana, como parte de la fórmula que aliviaría las presiones externas y la enorme tensión interna que había dejado su predecesor. (4) Entonces México adoptó una política exterior activa con la que ampliaba sus relaciones con el mundo, sin importar el perfil ideológico de los países con los que se relacionara. (5) Se pretendió así diversificar las relaciones económicas y políticas con el fin de reducir la dependencia de Estados Unidos, incluyendo la venta de petróleo que se concentraba en ese mercado.

La aguda crisis que enfrentó el país a fines del sexenio, el agotamiento del modelo de "desarrollo estabilizador", los síntomas de ingobernabilidad y la falta de legitimidad política del gobierno abrieron el camino a un nuevo modelo de desarrollo. También al final del sexenio echeverrista se realizaron importantes descubrimientos petroleros en el sureste del país, cuya explotación sería en adelante el recurso más importante de la economía del país.

Asimismo, la crisis mundial del petróleo de 1973, que motivó a Estados Unidos a buscar abastecimientos petroleros más seguros que sustituyeran a los de la Península Arábiga, auguraba mayores entradas de divisas por el aumento en las exportaciones de petróleo al mercado estadounidense. Sin embargo, fue hasta la administración de José López Portillo que el petróleo se convirtió en el puntal de la estrategia de desarrollo.

Los nuevos descubrimientos petroleros en México generaron nuevos flujos de capital por ventas de petróleo en los años siguientes. De esta forma México, el vecino pobre, pero con amplias expectativas para ser un abastecedor "natural" y "seguro", tomó un lugar preponderante en la política petrolera estadounidense, convirtiéndose en uno de los más importantes proveedores de hidrocarburos.

La administración de López Portillo, que inició en diciembre de 1976, se caracterizó por una economía petrolizada y solvente, que le permitió conducir una política exterior activa, sobre todo en Centroamérica y el Caribe, la zona de influencia histórica de México. Al finalizar la gestión de Echeverría existían sólo 6 mil millones de barriles de reserva de petróleo; en 1977 la estimación había aumentado a 16 mil millones de barriles, y ya en septiembre de 1978 se estimaba que México contaba con reservas potenciales de 200 mil millones, (6) que lo colocaban en una posición de importancia similar a la de Arabia Saudita, que entonces era el país con las mayores reservas del mundo.

Al 31 de diciembre de 1981, las reservas probadas de petróleo mexicanas hacían pensar en el mundo que México se estaba convirtiendo en una potencia petrolera, pues sólo Arabia Saudita, Kuwait, la URSS e Irán superaban esa cifra. (7) En 1982 México había alcanzado récords históricos de producción diaria de crudo, alcanzando el lugar 4 a nivel mundial, sólo por debajo de la URSS, Estados Unidos y China. (8)

El activismo mexicano se fortaleció con los nuevos e importantes descubrimientos de hidrocarburos. Entre 1979 y 1982, años en los que la producción petrolera alcanzó sus niveles más elevados, el activismo de México se manifestó en diversos mecanismos multilaterales relacionados con el petróleo, como lo fueron su propuesta de un Plan Mundial de Energía, (9) presentada en el seno de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en septiembre de 1979, en el que sugería un cambio ordenado, integral y justo del modelo energético basado en los hidrocarburos, a otro cuyo suministro energético serían las fuentes alternas, y la firma del Acuerdo de San José (10) en 1980 en el que, junto con Venezuela, se comprometía a abastecer de petróleo a los países centroamericanos y del Caribe.

El año de 1981 fue coyuntural en el futuro de México. Por un lado, alcanzó su tope máximo de producción petrolera y, por el otro, la presión de los mercados internacionales, sobre todo del estadounidense, que requería de suministros seguros y suficientes. En marzo de 1981 compradores estadounidenses solicitaron una reducción de seis dólares al barril de la mezcla mexicana, el "Maya", bajo la amenaza de que en caso de no acceder, Estados Unidos dejaría de comprar el 50 o incluso el 100 por ciento de lo que venía adquiriendo. (11)

Ante esta situación, el gobierno mexicano buscó diversificar sus mercados, en especial hacia Europa y Lejano Oriente, así como en algunos países socialistas. Sin embargo, la vulnerabilidad que genera depender de un sólo mercado impidió que en corto tiempo el crudo mexicano tuviera otros compradores...

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