Pesadilla (1846)

AutorGuillermo Prieto
Páginas69-74
a soledad de las piezas de Palacio me espantaba, la luna,
aunque resplandecía refulgente en el nítido azul de los
cielos, arrojaba una luz débil en el interior de la estancia presi -
dencial. Se mecían con un sonido lúgubre las vidrieras, y cómo
a través de fantásticas nubes se percibía la luz exterior entre
los profusos cortinajes de los balcones.
Al entrar en la sala encarnada, que llaman de audiencia,
se apagaron completamente mis pisadas, vi el dosel como un
paño mortuorio, y me pareció que un abismo estaba debajo
de esa irrisoria silla del poder público.
La campana del reloj resonó sordamente y se fue per-
diendo su eco en la suntuosa habitación desierta. Yo me movía
maquinalmente, volví horrorizado los ojos, y me hallé con mi
sombra vaporosa y horrible retratada en el lóbrego fondo de
un colosal espejo. Me dio tentación de retroceder, el terror
me helaba, quería hablar y mi voz expiraba en mis labios sin
acción. Una fuerza irresistible me arrastraba al interior de laspie-
zas que conducen al baluarte, extendí mi mano trémula y cris-
pada, entreabrí, y un sordo murmullo, como de voces huma nas,
lánguidas y subterráneas, hirió mis oídos. El marco de la puer -
ta me pareció que se desvanecía como una nube de la que yo
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