Periodismo y literatura

AutorAndrés Henestrosa
Páginas526-527
526
ANDRÉS HEN ESTROS A
La lectura del hermoso discurso de Felipe Sánchez Solís nos ha sugerido
la conveniencia de su reproducción, a efecto de que concurra a completar la
imagen intelectual y humana de un ciudadano que todavía puede dar leccio-
nes a los mexicanos de la hora presente. ¿No quisiera nuestro periódico El
Nacional encargarse de esa reproducción?
1o. de diciembre de 1957
Periodismo y literatura
En el siglo pasado, como todavía ocurre en nuestros días, el periodismo no
estaba considerado dentro de las bellas letras. Su ejercicio era más una ar-
tesanía que un arte. Como la caricatura, era en todo caso, un arte menor, de
fines prácticos, cotidianos: su eficiencia quedaba cumplida por sus resultados
inmediatos. Lo dicho del periodismo y de la caricatura puede aplicarse, asi-
mismo, a la oratoria. Tal vez por eso las historias de la literatura mexicana sólo
por excepción aluden al periodismo y a la oratoria, siendo Manuel Sánchez
Mármol, el único que estudia esos dos géneros con cierta amplitud, en su raro
libro Las Letras Patria s. Tan cierto es que el periodismo no se consideraba en
el ámbito de las bellas letras, que su ejercicio era visto con desdén hasta por
aquellos que fueron periodistas extraordinarios, que bastó que Juan Bautista
Alberdi llamara periodista a Domingo Faustino Sarmiento para que éste en-
tablara con él una de las polémicas más apasionadas, más violentas a la vez
que más instructivas de cuantas registran las letras hispanoamericanas. Lo que
no debe extrañar si se tiene en cuenta la condición de excelentes periodistas
que eran los dos argentinos. Las Cartas Quillota nas y las Ciento y u na en que
la polémica está contenida, lo prueban plenamente. Por lo que toca a las le-
tras nacionales, se puede recordar el caso de Ignacio Manuel Altamirano y de
Francisco Zarco, dos literatos que encontraron en el periodismo campo para
propagar las mejores ideas y cumplir una alta misión. Y sin embargo, de uno se
ha podido decir que escribió poco, y el otro no ha logrado hasta ahora la conside-
ración de gran escritor que merece. ¿Por qué? Si se ha dicho que la producción
literaria de Altamirano es escasa, y se le ha creado una leyenda de escritor
parco y perezoso, de la que alguna vez se defendió, es justamente porque en
su tiempo la obra periodística no se consideraba como creación literaria, como

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