El Obispo Chicheñó

AutorRicardo Palma
Páginas128-133
EL OBISPO CHICHEÑÓ
RICARDO PALMA
ima, como todos los pueblos de la tierra, ha tenido (y tiene)
un gran surtido de tipos extravagantes, locos mansos y
cándidos. A esta categoría pertenecieron, en los tiempos de la
República, Bernardito, Basilio Yegua, Manongo Moñón, Bofe-
tada del Diablo, Saldamando, Cogoy, el Príncipe, Adefesios en
Misa de Una, Felipe la Cochina, y pongo punto por no hacer
interminable la nomenclatura.
Por los años de 1780 comía pan en esta ciudad de los reyes
un bendito de Dios, a quien pusieron en la pila bautismal el
nombre de Ramón. Era éste un pobrete de solemnidad, man-
tenido por la caridad pública, y el hazmerreír de muchachos
y gente ociosa. Hombre de pocas palabras, pues para comple-
mento de desdichas era tartamudo, a todo contestaba con un sí,
señor, que al pasar por su desdentada boca se convertía en chí,
cheñó.
El pueblo llegó a olvidar que nuestro hombre se llamaba
Ramoncito, y todo Lima lo conocía por Chicheñó, apodo que
L
AMÉ RIC A
128

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR