Nunca volveré a decir inaceptable

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II. “NUNCA VOLVERÉ A DECIR INACEPTABLE
LA PRIMERA vez que Vieira de Mello presenció el terrorismo fue en Líbano.
Aunque sabía que en el Oriente Medio muchas carreras prometedoras se
frustraban, lo que más le atraía de esa zona eran precisamente las caracte-
rísticas que la arruinaban más: su disputada geografía, su agitada política y
su extremismo religioso. Las tareas que había desempeñado hasta 1981 en
la ACNUR durante 12 años fueron puramente humanitarias, y sentía que sus
posibilidades de aprendizaje se habían estancado. Cuando un colega le dijo
que la ONU ofrecía un puesto en Líbano, que le pareció la misión de mayor de-
safío para las Naciones Unidas, envió su curriculum vitae y fue seleccionado
para trabajar como asesor político del comandante de las fuerzas de mante-
nimiento de la paz en la Fuerza Interina de la ONU en Líbano ( UNIFIL). Apenas
con 33 años, solicitó autorización a la ACNUR (el organismo base para el que
trabajaba) con la fuerte convicción del indispensable papel de la ONU para ac-
tuar como “agente honrado” en las áreas de confl icto. Sin embargo, durante
los 18 meses siguientes, por primera vez vería lo poco que puede signifi car
la bandera de la ONU para quienes se guardan sus propias quejas y temores.
Líbano fue el lugar en que el absolutismo juvenil de Vieira de Mello comenzó
a ceder el paso al pragmatismo por el cual más tarde sería conocido.
“UNA SERIE DE CLIENTES DIFÍCILES Y A VECES HOMICIDAS
En 1978, después de que un ataque terrorista palestino en la carretera del
norte de Tel Aviv mató a 36 israelíes, unos 25 000 miembros de las fuerzas
armadas de Israel invadieron el sur de Líbano. Los dirigentes israelíes dijeron
que la invasión tenía como objetivo erradicar bastiones de la Organización
para la Liberación de Palestina ( OLP), que efectuaban ataques cada vez más
mortíferos en la zona fronteriza entre el sur de Líbano y el norte de Israel
para obligar a los israelíes a poner fi n a la ocupación de territorios palestinos
en el límite occidental y en la Franja de Gaza. En una ofensiva de una sema-
na, Israel se adueñó de una franja de 24 km del interior del territorio libanés.1
Sólo la gran ciudad costera de Tiro y un fragmento de cinco por 19 kiló-
metros del territorio al norte del río Litani quedaron en manos palestinas.
1
Las fuentes varían con respecto al número de bajas que produjo la invasión israelí. Un re-
cuento de Newsweek estimó que murieron mil civiles palestinos y libaneses, además de alrededor
de 18 soldados israelíes y cerca de 250 guerrilleros de la OLP. Raymond Carroll et al., “Operation
Cease-fi re”, Newsweek, 3 de abril de 1978, p. 39.
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“NUNCA VOLVERÉ A DECIR INACEPTABLE
Aunque los Estados Unidos y la Unión Soviética estaban de acuerdo en muy
pocas cosas en el Consejo de Seguridad de la ONU, sí coincidieron en que las
fuerzas israelíes debían salir de Líbano y en que debían enviarse las fuerzas
de mantenimiento de la paz de la ONU para supervisar su salida.*2 En un edi-
torial que refl ejó lo que sería un optimismo pasajero sobre la ONU, The Washing-
ton Post aclamó la decisión de enviar cascos azules: “El mantenimiento de la
paz es la única actividad en el Oriente medio—indicaban los directivos de
periódico—, que el organismo mundial ha aprendido a hacer bien”.3
El mantenimiento de la paz, por entonces, se defi nía en términos genera-
les como la interposición de fuerzas multinacionales neutrales, ligeramente
armadas, entre facciones en guerra que habían acordado una tregua o un con-
venio político. Se trataba de una práctica un tanto reciente, iniciada en 1956
por Lester Pearson, ministro de Relaciones Exteriores de Canadá, quien ayu-
dó a organizar el despliegue de las tropas internacionales que supervisaban
la retirada de tropas británicas, francesas e israelíes de la región de Suez en
Egipto.4
Poco después, el Consejo de Seguridad envió cerca de 20 000 integran-
tes de las fuerzas de paz al Congo, donde entre 1960 y 1964 supervisaron la
retirada de fuerzas coloniales belgas e intentaron (sin éxito) estabilizar el país
2
La primera parte de la guerra civil libanesa, que tuvo lugar entre abril de 1975 y octubre de
1976, dejó al gobierno central sin control del sur de Líbano. Cuando tropas sirias que organiza-
ban una Fuerza Árabe de Disuasión trataron de desplegarse, Israel se opuso. Después de la inva-
sión israelí de 1978, funcionarios del gobierno libanés se quejaron de que el obstruccionismo de
Israel les impidió tener los medios para neutralizar las fuerzas palestinas en el sur.
3
“A Mission for the UN”, The Washington Post, 19 de marzo de 1978, p. C6.
4
Las primeras misiones militares de la ONU consistían en la observación del lugar, a diferen-
cia de lo que después sería conocido como el despliegue de fuerzas para el mantenimiento de la
paz. En 1948, después de que comenzó la guerra de Israel contra fuerzas de combate palestinas y
ejércitos árabes, el Consejo de Seguridad votó por enviar 21 monitores para supervisar la tregua.
En 2007, la Organización de las Naciones Unidas para la Supervisión de la Tregua (ONUST) aún
mantenía 152 observadores en el Sinaí. De igual manera, después de que en 1947 hubo enfrenta-
mientos entre la India y Pakistán por la disputada provincia de Cachemira, el Consejo de Segu-
ridad estableció una comisión para supervisar el alto al fuego entre la India y Pakistán, función
que el Grupo de Observadores Militares de la ONU en la India y Pakistán (UNMOGIP) mantiene hasta
hoy. La Fuerza de Urgencias de la ONU (FUNU) fue establecida en 1965 en la región de Suez en
Egipto, cuando la Asamblea General sostuvo su primera Sesión Especial de Urgencia después de
la invasión franco-británica-israelí a Egipto, que había sido precipitada por la nacionalización
del Canal de Suez por dicho país. Bajo la supervisión de la FUNU, el Reino Unido y Francia se
retiraron de la región en dos meses y las fuerzas israelíes la abandonaron en cinco meses. El alto
al fuego se mantuvo durante 10 años hasta 1967, cuando la FUNU se retiró a petición del gobierno
egipcio.
* Los funcionarios de los Estados Unidos en general eran reticentes a criticar a Israel, pero en
1978 el presidente Jimmy Carter estaba a punto de cerrar el tratado de paz de Camp David entre
Israel y Egipto, y temía que la ocupación israelí de Líbano pudiera frustrarlo. Carter decidió
que la mejor manera de garantizar la retirada de los israelíes sería el envío de las tropas de paz
de las Naciones Unidas, de esta forma también salvaría el prestigio israelí. Los Estados Unidos
enviaron una resolución al Consejo, que tomó por sorpresa a Israel, mientras que los soviéticos
se abstuvieron de votar.

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