Miguel Carbonell: "Es urgente una nueva Constitución"

AutorGuillermo Fajardo Sotelo

¿Cuál es el papel de una Constitución a la hora de definir un sistema político, cultural, social y educativo de una nación?

La Constitución contiene las grandes decisiones de un país: cómo queremos organizarnos, cómo queremos vivir. Se refiere fundamentalmente a dos cuestiones. Las constituciones modernas contemplan la división de poderes, es decir, cómo vamos a dividir el poder para que funcione, para que los órganos del Estado puedan cumplir con su tarea, sin poner en riesgo los derechos de las personas. Por otra parte, se refiere también a los derechos fundamentales; qué derechos tenemos, cómo nos vamos a relacionar con el gobierno y también entre nosotros los ciudadanos. Ésas son las funciones básicas de una Constitución. En realidad, toda Constitución es una síntesis de gestas históricas, de propósitos y sueños a veces cumplidos, a veces incumplidos, de un pueblo. Finalmente, una Constitución es una carta de navegación, una hoja de ruta, no de lo que somos sino de lo que queremos llegar a ser; no de lo que ya alcanzamos, sino de lo que queremos alcanzar. En ese sentido, se ha dicho que la Constitución es una especie de utopía concreta de nuestro tiempo. Es el moderno contrato social.

¿Qué propósitos incumplidos tiene la Constitución mexicana?

Yo creo que en América Latina, en general, y por supuesto en México, en lo específico, si uno examina todo lo que está ordenado por la Constitución y lo compara con la realidad, se va a dar cuenta de que hay un abismo importante. Nuestras constituciones están, todavía en buena medida, creo yo, incumplidas. No hemos podido cerrar la brecha entre lo que ordena la Constitución y nuestra realidad. ¿Dónde están los mayores problemas? En la efectiva garantía de los derechos fundamentales. La Constitución establece que tenemos derecho a la educación, a la salud, a la vivienda, a un medio ambiente adecuado, al acceso a la cultura, a la protección de nuestros datos personales, que hay derechos de los niños, de las mujeres… y esto todavía no se traslada a la realidad. Creo que en la efectiva garantía de los derechos fundamentales nos jugamos el futuro de nuestro texto constitucional.

Si usted pudiera cambiar una cosa de nuestra Constitución, ¿cuál sería?

La reforma más importante, si hubiera sólo una, sería cambiar al Poder Legislativo. Porque si uno cambia y mejora a quien toma las decisiones se genera un efecto de sinergia, un efecto multiplicador hacia el resto de los problemas, para poder acercarnos a las soluciones que les debemos dar. De tal suerte que si nosotros tenemos buenos decisores podremos mejorar el reto del ordenamiento jurídico, el reto de las leyes. Esto es algo por lo cual deberíamos empezar: tener mejores legisladores.

Hablando de las recientes reformas constitucionales, ¿qué tan relevante es cambiar el concepto de “garantías individuales” por el de “derechos humanos”?

Como terminología creo que es un mensaje, en el orden de lo pedagógico, en el orden de lo informativo; pero no cambia la realidad. Las constituciones deben estar al servicio de la realidad, no al servicio de doctrinas, de nomenclaturas o de nombres determinados.

En ese sentido, el puro cambio sin más pues no nos dice nada. O le dice muy poco al ciudadano que está aquí afuera trabajando, al ama de casa, al taxista... Yo creo que la reforma en realidad impacta en cuestiones más sustantivas. Y ésta ciertamente no es una de ellas, si bien es cierto que...

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