México y Brasil, por un nuevo entendimiento

AutorCassio Luiselli Fernández
Cargo del AutorEx embajador de México en la República de Uruguay. Experto en temas internacionales
Páginas319-350
Cassio Luiselli Fernández *
México y Brasil, por un nuevo entendimiento1
SUMARIO: I. Introducción. II. Brasil, el ima-
ginario de Nación-Potencia Mundial.
I. Introducción
América Latina podrá avanzar de manera decisiva en su integración en la me-
dida que Brasil y México logren acercarse. Esto se debe a las dimensiones e in-
eludibles liderazgos de dichos países en sus respectivas sub regiones, lo que a
su vez se explica en razón de su gran población y la magnitud de su mercado
interno; por su diversificación productiva y competitividad en general. Se trata
de dos economías ya muy grandes a escala mundial: Brasil es la séptima eco-
nomía del mundo y México la undécima entre casi doscientas; la “suma” de
ambas la convertirían en la cuarta. Ambos países son, con Argentina, miem-
bros del G20. Pero existen otras formas de visualizar la relevancia de Brasil
y de México. En el mundo existen solo siete economías que cuentan con los
poderosos atributos de un mercado interno superior a los cien o, si se quiere,
ciento veinte millones de habitantes y, al mismo tiempo, un PIB que supera el
trillón2y medio de dólares corrientes,3pero entre estos, Brasil y México, los
dos grandes latinoamericanos, destacan por su asombrosa biodiversidad, am-
plia dotación de recursos energéticos y naturales, así como la relativa juventud
CASSIO LUISELLI FERNÁNDEZ
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** El autor es economista, académico y diplomático. Actualmente, es Profesor Emérito del
Tecnológico de Monterrey, México. (ITESM-CCM).
1Este artículo es una versión al día y ligeramente modificada del artículo de mi autoría
“Brasil y México: el necesario acercamiento” Publicado en la “Revista Mexicana de Política
Exterior” Núm. 90, de Octubre del 2010; Instituto Matías Romero, (IMRED), SRE, México,
D.F. Aquí se publica con los cambios mencionados con la autorización del IMRED, a quien se
expresa nuestro agradecimiento. Asimismo fue reproducido en el libro “La Política Internacio-
nal de Brasil: de la región al mudo” editado por Lincoln Brizzozero y Raúl Bernal-Meza 2014,
Ediciones Cruz del sur, Montevideo. La presente versión tiene algunos cambios.
2Aquí usamos “trillón” en la acepción anglosajona del término.
3Estados Unidos, China, Japón, India, Rusia, Brasil y México.
de su población. No hay estudio serio de prospección económica que no los se-
ñale como potencias emergentes, como protagonistas de la economía futura.
Pero el camino a una mayor integración entre México y Brasil y de éstos,
con el resto de América Latina presenta desafíos y obstáculos que no pueden
desmerecerse. Antes que nada, requiere de un acercamiento bilateral, para de
ahí emprender un replanteamiento del proceso de integración latinoamericana
en su conjunto. En este trabajo trataremos sobre todo del acercamiento bilate-
ral de Brasil y México y solo tangencialmente, plantearemos el tema del re-
lanzamiento de la integración conjunta de América Latina.
Es necesario empezar por reconocer que sus modelos económicos tienen
diferencias considerables que hay que asumir y tomar en cuenta; sin embargo
también debe señalarse que aún con esas diferencias, pueden generarse siner-
gias, ventajas y oportunidades de crecimiento y modernización económica
para los dos países. México está más inserto en la economía global, mientras
que Brasil busca más proteger su mercado interno; aún así, su mutuo acerca-
miento puede mejorar su inserción global y llevarlos a obtener ventajas claras,
acrecentando su acceso al mercado latinoamericano, que ya es muy conside-
rable y ser más competitivos en terceros mercados. En otras palabras, además
de las ventajas de ampliar el acceso recíproco a sus dos mercados, se puede
avanzar en la integración regional y en una más ventajosa inserción global.
Pensamos en consecuencia, que está en el interés de México y Brasil una
relación más estrecha en todos los ámbitos. Se trata de las dos mayores nacio-
nes latinoamericanas en términos de economía, población, recursos y desarro-
llo industrial; es evidente que ambas tienen mucho que ganar con una relación
más cercana e intensa. Es la hora de dejar atrás diferencias y rivalidades que
han plagado la relación en el pasado reciente, y afrontar los grandes desafíos
y oportunidades del siglo XXI como socios, como aliados.
A diferencia de muchos otros ensayos que tratan de la relación entre Bra-
sil y México, el enfoque de este trabajo no se detiene solo en la perspectiva la-
tinoamericana, sino que la inserta en el proceso de globalización. No se trata
de dejar de lado a América Latina, todo lo contrario; pero es en la arena global
y no solo en la regional, donde se aprecia más claramente la ventaja del acer-
camiento. Así pues, aquí argumentamos en términos de las nuevas premisas
de un mundo global en el que cada nación, inevitablemente, puede hacer
alianzas para competir, ganar (o perder) en el mismo.
Es un hecho revelador que tras casi doscientos años de relaciones diplo-
máticas y de amistad, en realidad los mexicanos y brasileños nos conoce-
mos asombrosamente poco, y es esa ignorancia mutua la que nos ha llevado
a tener, con relativa frecuencia, desencuentros innecesarios y situaciones de
rispidez que pudieron evitarse y que no han permitido a la relación fluir y sa-
tisfacer su gran potencial. Esto tiene que cambiar, sobre todo ahora, en la era
de la globalización, que reclama nuevas alianzas y sinergias. Precisamente de
eso trata el presente trabajo, y por eso mismo incluye en la parte final un bre-
ve esbozo de propuestas, como una suerte de “hoja de ruta” estratégica que
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nos haga reflexionar sobre la necesidad y la conveniencia de un cada vez más
estrecho nexo entre Brasil y México, que si bien podría incluir un acuerdo de
libre comercio, es, desde luego, más, mucho más que eso.
Amigos lejanos
En los años ochenta, el periodista norteamericano Alan Riding, en un célebre
libro, caracterizó la relación entre México y Estados Unidos como de “veci-
nos distantes”; en la misma lógica, podríamos calificar la de Brasil y México
como la “de amigos lejanos”. Se trata de dos países que, si bien tienen relacio-
nes diplomáticas desde hace 185 años y no han tenido jamás un conflicto serio
que las haya puesto en entredicho, se han mantenido mutuamente lo más lejos
posible, con alguno que otro momento de acercamiento y brillo alternándose
con desencuentros y rivalidades en diversas áreas. Somos pues, una suerte de
amigos lejanos, pero conforme avanza el siglo XXI, se van multiplicando los
encuentros y las necesidades de acuerdos e intercambios, ya no sólo en el ám-
bito de América Latina, sino, cada vez más, en los foros y mercados de la glo-
balización. Se trata, por decirlo de alguna manera, de “otra cancha” y es en
ésa donde nos tocará jugar en el presente siglo.
La narrativa de nuestras historias muestra a dos naciones con desarrollos
muy diferentes a pesar de la matriz ibérica común y de compartir —en sus dos
extremos— la misma gran “isla” cultural y hasta cierto punto geográfica lati-
noamericana. En realidad nuestras historias han sido dos líneas paralelas que
difícilmente se acercaron de manera significativa en el largo periodo colonial.
La entonces todavía enorme y poderosa Nueva España, la de las ricas minas de
plata y las haciendas semiautárquicas, estaba demasiado lejos de la gran colo-
nia portuguesa, la del enorme comercio de esclavos, las plantaciones de azúcar
y, poco más tarde, las minas de oro. Un Brasil-continente empeñado en su ex-
pansión territorial —con los bandeirantes o al amparo de la máxima jurídica
de la “posesión útil”— y en liberar su noreste de la ocupación holandesa.
Al final del siglo XVIII las burguesías criollas de ambas naciones, por ra-
zones semejantes y al igual que casi todo el resto de Iberoamérica, empeza-
ron a buscar más y más independizarse de sus metrópolis, España y Portugal.
Lo lograrían en las dos primeras décadas del siglo XIX, pero por caminos har-
to diferentes y con consecuencias igualmente contrastantes. Brasil, que había
alojado en su suelo al monarca portugués Juan VI y a su corte, se hace inde-
pendiente en 1822 de modo pacífico: al regresar a Portugal, Juan deja a su hi-
jo gobernando Brasil, ahora convertido en imperio, bajo don Pedro I. Por su
parte, México se independiza en 1821, bajo el malhadado primer Imperio Me-
xicano de Agustín de Iturbide, que termina poco después con su abdicación y
ulterior ejecución; nace entonces una frágil república que un cuarto de siglo
después contempla con horror la pérdida de más de la mitad de su territorio a
manos de la joven potencia norteamericana en pleno proceso de expansión. El
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