La escuela mexicana y las bases de las instituciones del sistema educativo actual

AutorAurora Loyo Brambila
Páginas29-30
29
Torres Bodet y
la nueva escuela
mexicana
6. La escuela mexicana y las bases institucionales
del sistema educativo actual
Las principales reformas cardenistas —la expropiación petrolera, la
reforma agraria y, en menor medida, la educación socialista— pro-
vocaron una creciente polarización en la sociedad mexicana. El can-
didato postulado por el Partido de la Revolución Mexicana (prm),
nueva denominación del partido en el poder, el general Manuel Ávila
Camacho, ya como Presidente electo se apresuró a declarar que no
era socialista, sino demócrata y consideraba de la mayor importancia
dar confianza al inversionista, primero al mexicano y luego al extran-
jero. Agregó que era creyente católico por origen y por sentimiento.
El contexto internacional, si bien no determinaba este cambio de
tónica, sí lo favorecía. En 1940, su primer año de gobierno, empe-
zaron a sentirse en México los efectos de la segunda guerra mundial,
que representó para la industria nacional una oportunidad inédita
para crecer y diversificarse.
Con este clima, favorable al viraje ideológico, se impulsó la
lla mada “política de unidad nacional”. En aras de ésta se promovía
“el sacrificio” de los intereses particulares, lo cual implicaba hacer lo
posible por eliminar los temas que por su contenido tendieran a exa-
cerbar los conflictos entre grupos. En el campo de la educación no fue
fácil aceptar esas ideas. Y es que entre los maestros había grandes sec-
tores que guardaban fidelidad a las orientaciones cardenistas. Varios
ministros se sucedieron en la cartera de educación y los con flic tos con
las organizaciones de maestros no cesaban. Fue en tonces cuando el
Presidente nombró a un prestigiado escritor, Jaime Torres Bo det, quien
de finió los rasgos de la llamada escuela mexicana, la cual se aleja-
ba del tono reivindicativo y popular del discurso educativo de los años
treinta, pero de manera más sutil. Los principios de la educación, sos-
tenía Torres Bodet, debían desarrollar en el niño las cualidades que
más necesitaba como hombre y como ciudadano: el patriotismo, el
amor al trabajo, el sentido honesto de la lucha por la existencia, la
fraternidad entre clases y el equilibrio de la justicia social.
Una vez más, el texto del artículo tercero quedaba rebasado en
los hechos; la educación socialista había quedado relegada en el dis-
curso y en la acción por los funcionarios del gobierno de Manuel Ávila
Camacho. Sin embargo, no fue sino en el tramo final de ese gobierno,
en diciembre de 1945, y una vez vencidos los más fuertes centros de
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