Manuel Caballero, editor de los Almanaques mexicanos

AutorAndrés Henestrosa
Páginas621-622
Manuel Caballero, editor de los
Almanaques mexicanos
Pocos lo recuerdan con respeto. Casi nadie con admiración. Muchos ni siquie-
ra lo recuerdan. Sólo Ignacio Manuel Altamirano, como tan bueno que era,
lo menciona con elogio. Porque Manuel Caballero, al fin hombre, no siempre
supo sobreponerse a las tentaciones que la vida se encarga de poner en nuestro
camino, para ponernos a prueba, para burlarse de nosotros. Pero sus trabajos
periodísticos, pero sus afanes de editor, una vez que el tiempo ha reducido su
signo negativo, no son del todo despreciables ni dignos de completo olvido.
Quede para otro ver qué significó Caballero en el periodismo, en el verso
y en la prosa creativa de su tiempo; nosotros queremos recordarlo ahora como
editor del Almanaque Mexi cano, que en número de tres, si nuestras noticias son
correctas publicó. En el primero, del año de 1883-1884, apareció por primera
vez la Revista Históri ca y Política de Altamirano, como de más notable.
El segundo que inspira esta Alacena, cuyo título –Alm anaque Mexicano de
Artes y Letras– difiere del primero (Primer Almanaque Histórico, Artístico y Monu-
mental de la República Mexicana) apareció en la ciudad de México y corresponde a
1895-1896. Caballero se queja en las “Dos Palabras” del escaso número de escri-
tores de buena voluntad que respondieron al llamado contenido en el anterior, lo
que, salvo la natural decepción, lo llevó a redoblar sus esfuerzos a fin de reunir
el material indispensable para una nueva salida del anual muestrario de nuestra
producción en letras y artes. Se convirtió en ahuizote de cuantos esgrimen la
pluma, y no dio punto de reposo a ninguno de los jóvenes “de altísimas aptitudes
y pereza ingénita”, pidiéndoles verso, prosa, cuentos, poemas, lo que quisieran.
Así reunió el material con que se forma el segundo almanaque.
Las colaboraciones aparecen precedidas y presididas por un retrato de
Manuel Gutiérrez Nájera, muerto el domingo 3 de febrero de aquel año de 95.
Luego se inserta una “Revista Artística” de la pluma de Manuel Larrañaga
Portugal, que, si lleno de generalidades, contiene noticias sobre artes plásti-
cas, música y arquitectura, escasamente aprovechadas por los investigadores.
A continuación, aparece la “Revista Literaria”, escrita por Amado Nervo, en
que se dan mil noticias sobre las letras hispanoamericanas y se comenta la
muerte de algunos de nuestros más grandes escritores de la época: Manuel
Gutiérrez Nájera, José Martí y Julián del Casal. Trabajo es éste que, aunque
muy conocido, quizá valiera la pena publicar en un pequeño volumen ni más
ni menos como se ha hecho con las revistas de Altamirano. Muchos de los
AÑO 1959
ALACE NA DE MINUCI AS 621

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