Luchando por la vida

AutorAbel Camacho Guerrero
Páginas75-77

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Pero no todo ha de ser para los Múgica inquietud de revolucionaria indignación. La necesidad de comer también se impone en ellos como implacable imperativo, razón por la cual Francisco y Carlos se lanzaron a la calle buscando la oportunidad de conseguir un sueldo que garantizara por lo pronto la subsistencia.

Francisco obtiene pronto trabajo como ensuelador en la fábrica de calzado "United Shoe Leather", asegurando la significativa retribución de $35.00 mensuales, y su hermano Carlos, más afortunado por el momento consigue la plaza de facturista en la "Ciudad de Londres", devengando al mes la apreciable suma de $45.00.

Más tarde el general Francisco J. Múgica se referiría con triste reminiscencia a su aventura de ensuelador, en virtud de que por ignorar en absoluto el oficio, había aceptado el trabajo en cumplimiento y apremio de una gran necesidad.

El autor no pretende establecer parangones ni fijar similitudes en hechos que no son de comparar, pero tampoco puede ser indiferente ante el muy modesto principio de lucha por la vida, de quien fue uno de los verdaderos preclaros ciudadanos de la revolución; ¡y qué!, ¿no tiene mérito de excepción el que una persona se encumbre al horizonte del éxito con dignidad mediante si perseverante esfuerzo y empleo de su talento al servicio de una causa, empeñado en triunfar? ¿No abundan en la vida mexicana ejemplos de los más respetables personajes que emergieron de la pobreza y fueron en su vida social lo mejor de lo mejor? ¡Qué del incomparable zapoteca de Guelatao, que inicia su gloriosa carrera en condiciones por extremadamente humildes, desfavorables en lo absoluto, para seguir paso a paso la estrecha senda, llena de obstáculos, penas que son espinas, hasta alcanzar lentamente la cima de la glorificación! Y aún más, en el destierro por enfrentarse a otro dictador, Antonio López de Santa Anna, el realmente inmortal Juárez y aquel otro enorme ciudadano de la Reforma, don Melchor Ocampo, ¿no vivieron en Nueva Orleans, EE.UU., tejiendo cigarros en el departamento de negros y fabricando burdas ollas de tosca cerámica, respectivamente, para resolver el problema del pan del día?

¡Nuestro respeto y admiración a la pureza de estas dos enormes figuras del liberalismo mexicano!

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La suerte comenzó a brillar ligeramente con reconocido regocijo de los Múgica Velázquez. Pronto Francisco José consiguió una plaza idéntica a la que benefició a su hermano Carlos, pues se colocó, como facturista...

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