La Legislación del Trabajo desde el Punto de Vista Económico

LA LEGISLACION DEL TRABAJO DESDE EL PUNTO DE VISTA ECONOMICO
[61]

Por el Lic. Gustavo R. Velasco

"Ninguna sociedad puede ser de veras floreciente y feliz si la mayor parte de sus miembros son pobres y miserables". Adam Smith, La Riqueza de las Naciones, Libro I, Capítulo VIII.
I
"La legislación del trabajo con caracteres marcadamente proteccionistas es una de las particularidades esenciales del espíritu de nuestra época".(1) Esta frase, que no es mía sino de la Exposición de Motivos del Proyecto que el Presidente de la República envió a las Cámaras en marzo de 1931 y que meses después se convirtió en la Ley Federal del Trabajo que nos rige, expresa una verdad incontrovertible. Aunque alguien ha propuesto que se llame a la edad contemporánea "la época del socialismo", yo estimo que sería más exacto titularla "la época del laborismo o del obrerismo". Efectivamente, el socialismo todavía suscita reparos o inspira dudas; en cambio la política obrerista que sin excepción han seguido todos los gobiernos de la tierra durante más de un siglo, sobre todo desde 1917 más o menos, en que la Revolución Mexicana tuvo el orgullo -como dijo el Diputado Alfonso Cravioto- "demostrar al mundo que es la primera en consignar en una constitución los sagrados derechos de los obreros",(2) ha logrado una adhesión casi unánime. Se combaten sus excesos, se critican abusos e inmoralidades, especialmente de algunos líderes, se lamenta que se utilice con fines políticos, pero el principio mismo, la creencia de que la acción oficial puede mejorar las condiciones de los trabajadores no se pone en duda. Ni los patrones, esas víctimas de primera fila de la tendencia prevaleciente, pues en definitiva lo somos todos y más que nadie los obreros, ofrecen en su contra la menor resistencia ideológica: se limitan a una acción defensiva, de retaguardia, en que discuten problemas de cuantía, pero nunca de fondo o de carácter teórico.
(1) Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo, Proyecto de Ley Federal del Trabajo, Talleres Gráficos de la Nación. México, 1931, pág. X. (2) Diario de los Debates del Congreso Constituyente, Imprenta de la Cámara de Diputados. México, 1922, tomo I, pág. 720. Y sin embargo, este dogma moderno, esta hermosa ilusión de que mediante decretos y acción sindical podemos elevar el nivel de vida de la porción más numerosa y merecedora de ayuda de nuestra población, es falso. Más aún, es perjudicial, porque la política obrerista produce los resultados diametralmente opuestos a los que se propone. En otras palabras, en vez de enriquecer a la nación, la empobrece; en vez de ser factor de progreso, frena éste; en vez de crear bienestar, lo impide y retarda. Intencionalmente hago estas afirmaciones en forma escueta y tajante, no por afán de sensacionalismo, sino con el objeto de sacudir la inercia que desgraciadamente se ha apoderado de nosotros en la materia y de obligarnos a volver a pensar en ella. Lejos de buscar ventaja personal alguna con la actitud que asumo, me doy plena cuenta de que sólo puede valerme ataques y molestias personales. "Poner en tela de juicio las virtudes del movimiento obrero...", dice un autor, "es como atacar la religión, la monogamia, la maternidad o el hogar. Entre la "intelligentsia" moderna cualesquiera dudas... únicamente son explicables a base de perturbación mental, bribonería o subordinación a los intereses capitalistas. La discusión de las opiniones escépticas gira casi exclusivamente alrededor de cómo las adquirió uno, como si fueran síntomas de alguna enfermedad..." (3)
(3) Simons, Henry C., Some Reflections on Syndicalism, en Economic Policy for a Free Sociey. The University of Chicago Press. Chicago, 1948, pág. 121. Por eso me interesa hacer varias aclaraciones al principio. En primer lugar, que mis opiniones son puramente personales, por lo que en absoluto pueden imputarse a esta Escuela que tan generosamente me ha brindado su cátedra, ni a ninguna de las agrupaciones o personas con las que estoy ligado o de que soy amigo. En segundo término, que no cedo a nadie en el empeño y la preocupación por mejorar la suerte de nuestras clases trabajadoras, de las que me considero parte, dado que desde antes de salir de la escuela he trabajado continuamente y de que temo que moriré trabajando. Precisamente porque mi objeto es que aumenten al máximo los ingresos de todos los trabajadores y que su situación adelante desde todos puntos de vista, es por lo que he emprendido desde hace tiempo los estudios, en un campo que no es el mío propio, con cuyo resultado me atrevo a ocupar la atención de ustedes esta noche. Con lo anterior llego a mi última advertencia, que tiende a fijar con precisión la finalidad y materia de esta plática. Sinceramente creo que coincido con los amigos bien intencionados de los trabajadores, pues los hay que los usan como medios para otros fines, para hacerse ricos, para adquirir poder o para transformar el régimen liberal, democrático, capitalista en que para suerte nuestra todavía vivimos, y que en cuanto a los fines no me separa de ellos diferencia alguna. La discrepancia se encuentra en los medios, más concretamente en la tesis de que "el mejoramiento de las condiciones materiales de trabajo, la elevación de los salarios reales, la disminución de las horas de trabajo, la desaparición del trabajo infantil y todas las demás "conquistas sociales" son otros tantos triunfos de los sindicatos obreros y de las leyes promulgadas por el gobierno para favorecer a los trabajadores", y que "si no fuera por la interposición del gobierno y de los sindicatos, la situación de la clase laborante sería tan mala como en el primer período de la revolución industrial".(4) Este es el único problema económico que existe y que es interesante examinar. Una vez más, no se trata de decidir si es deseable un mayor bienestar de las masas. Mi opinión inequívoca es que lo es. En cambio, opino que los medios que ha puesto en juego con ese objeto la política obrerista tradicional no solamente no son idóneos, sino netamente contraproducentes. Es lo que voy a tratar de demostrar.
(4) Mises, Ludwing von. Los Objetivos Inmediatos de la Educación Económica, Instituto Tecnológico de México, sin fecha, pág. 20. "El pensamiento se ha tornado tan emocional y tan lleno de prejuicios políticos tratándose de los salarios, que en la mayoría de las discusiones relativas se hace caso omiso de los principios más elementales", observa un economista. "Hay personas que serían de las primeras en negar que es posible provocar la prosperidad subiendo los precios artificialmente, que sin embargo son partidarias de las leyes que establecen salarios mínimos y que denigran sin el menor recelo a quienes se oponen a éstas".(5) Más todavía, parece como si en la materia se operara un verdadero proceso psicopatológico, por virtud del cual lo que es cierto y claro en la economía en general, deja de serlo apenas se traslada uno al campo de las relaciones obrero-patronales. De ahí la necesidad de proponernos algunas cuestiones previas, con el objeto de confirmar que en efecto estamos frente a problemas económicos, susceptibles de ser dilucidados con el auxilio de la teoría relativa.
(5). Hazlitt, Henry. Economics in One Lesson, Harper and Brothers, New York and London, 1946, pág. 137. En contradicción o por lo menos impidiendo que en estos asuntos se razone con la limpieza lógica que exige todo trabajo científico, se habla de que el trabajo no es una mercancía, ni el salario un precio. Estas afirmaciones se encuentran sobre todo en la que podríamos llamar economía popular, que inspira por ejemplo a la mayoría de los escritores sobre derecho obrero; pero no han faltado documentos autorizados, como la sección del Tratado de Versalles que creó la Organización Internacional del Trabajo, que, aunque con más prudencia de expresión, han contribuido a difundirlos.(6) No obstante el respeto debido a sus autores y sobre todo a los propósitos elevados que seguramente los movieron, hay que contestar con nitidez y firmeza que se encuentran equivocados. Que sólo el hombre es dueño de sí mismo y que, aunque él quisiera, no se le puede vender ni comprar, es una máxima de la civilización occidental, a cuya realización observo, sin embargo, que no se llegó sino en tiempos muy recientes. Pero de este principio de inalienabilidad, de que el trabajador no sea una mercancía, no se desprende que los servicios que presta no tengan este carácter. Desde luego, precisemos, pues ello ayudará a pensar con más claridad, que no es el trabajo en abstracto y en general, el que compromete el trabajador, sino sólo ciertos servicios y, más concretamente, ciertas realizaciones, ciertos resultados del trabajo. En seguida, es innegable que el trabajo, con el alcance que puntualizo, constituye un factor de la producción; que es escaso; que los hombres se comportan con él en la misma forma que con los demás factores productivos escasos. Luego, la conclusión de que el trabajo se vende y se compra en el mercado y de que en este sentido es una mercancía, no representa más que la enunciación o el reconocimiento de un hecho.
(6) Sección II, Principios Generales, Artículo 427 (citado en Reorganization of Social Econorny, por Oswald Von Nell Bruening, S. J., The Bruce Publishing Gompany, New York, Milwaukee, Chicago, 1939, pág. 38). De la misma manera, si por precios entendemos las proporciones en que el dinero se cambia por bienes o servicios (o si se quiere, por satisfactores y agentes productivos), habrá que admitir también que el salario es de hecho un precio. Lo único que puede lamentarse es que el lenguaje haya acuñado un vocablo especial para designar el precio del trabajo, pues a esta circunstancia fortuita debe atribuirse buena parte de la dificultad para pensar con rigor sobre estos asuntos. Pero recuérdese que en el fondo lo que buscamos, inclusive en las cosas, son ciertos servicios, ciertos atributos. Esos servicios los obtenemos unas veces mediante "compra"...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR