Josè Marìa Lafragua

AutorEnrique M. de los Rìos
Páginas163-170
˜ 163 ˜
JosÈ M aa L afragua
1813-1875
EN EL clausurado panteón de San Fernando
de la Capital de la República, y casi frente a
las puertas de entrada, se encuentra un ele-
gante y artístico monumento en mármol,
hecho expresamente en Italia, y en el cual se
lee esta conocida inscripción:
“Llegaba ya al altar, feliz esposa: Allí la
hirió la muerte, aquí reposa”.
Este dístico sintetiza una de las fases
más interesantes del carácter de un buen
liberal, el Sr. José María Lafragua, cuyos
apuntes biográficos damos en seguida.
Nació el notable estadista en la ciudad
de Puebla el 2 de Abril de 1813 y fueron
sus padres los Sres. D. José M. Lafragua y
Da. Mariana Ibarra. Recién nacido apenas,
perdió a su padre, un honrado español que
había tenido buena posición y que se dis-
tinguió por sus sentimientos filantrópicos,
y la viuda se vio a poco envuelta en la ma-
yor miseria, debido a malos manejos de la
persona encargada del cuidado y los bienes
de la familia. Naturalmente los primeros
años del niño José María fueron demasia-
do tristes, y las escaseces de la pobre viuda
tales, que les faltaron muchas veces los
alimentos.
La afición del desventurado huérfano
se hizo superior a la miseria, y a pesar de
ésta, consiguió al fin, después de concluida
su instrucción primaria, entrar al Colegio
Carolino de Puebla y obtener allí mismo en
Agosto del año 1825 una beca de honor. Per-
sonas que lo conocieron y trataron con inti-
midad nos han asegurado que en ese colegio
apartaba gran parte de su comida diaria, con
el objeto de que se le entregara a su pobre
madre, quien seguía sufriendo los horrores
de una situación casi desesperada.
Seguramente que esa triste situación
de sus primeros años formó en el niño José
María su carácter en mucha parte, y acre-
centó su amor hacia la autora de sus días
hasta el grado de hacer de él un culto. Re-
cordaba en efecto sus primeros años y las
tristezas y melancolías de la pobre viuda,
y las lágrimas asomaban a sus ojos cuando
venían a su memoria los detalles de aquella
penosísima época durante la cual sucumbió
la Sra. Ibarra. Entre otros rasgos que revelan

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