Infanticidio

Páginas201-235
INFANTICIDIO.
Uúinas~
inf
anticidio
la inne;
·/
e e
mi-
saria
it
·
1111
in fa nte en el
momento
de
Sll
nacimie11to
, Ó
dentr
o
ele
las 8
CUJn
ta
.
?/
dos lim
;as
sigu
ien
tes.
Art.
581,
del digo pf:nal.
l;rA
cuestión de
que
vamos á octJparnos es por mis-
ma
difícil en
su
estudio y difícil
en
su
apreciación.
Se
trata
de uno
de
esos delitos en los
que
en
la
inmen-
sa
mayoría
de
las veces, sólo
existen
un
agente
mudo
por
su
propia conveniencia y
una
víctima que no siem-
pre
es conocida.
Uno
de esos delitos q~e se llevan á
cabo en el hogar inviolable y que
se
premeditan
larga-
mente
y, por último, que se realiza n por seres
interes
a-
dos
en
su ocultación.
Llegar al corazón
de
una
madre y sondear
en
él las
afecciones: buscar en el cerebro el impulso del delito:
hacer hablar
{J.
la
víc
tima
para
co
nsti
tuirla
en acusador,
son hechos que
constit
u
yen
también
una
série de inves-
tigaciones
tan
difíciles que la inteligencia se
at
urde sólo
al considerarlas. ·
El infanticidio es
un
de los c.rímenes más espantosos,
porque se verifica
si
em
pre sobre seres que habiendo
' ñ
'.
'
• . ·" .
-1
;J
·8
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...
1.,...,
',.
~
·'
adquirido
d~reclio de ~vivir que· no Solicitaron,
Se
Y(lll
privados de
la
vida sin resistencia, s
in
oposición y sin
protesta;
recibiendo la
muerte
de aquellos
(}Ue
debieran
tener
más
empeño y afán
en
conservar . u Yida.
Este
mismo ho1·tor que cc1racteriza al delito de infanticidio,
nos hace bnscai·
co
n detenimiento las ca
usa
s q
tLe
deter
-
min
an
el im
1?nlso
criminal
para
llevarlo á cabo; porq
ue
la
i
nte
ligencia,se .resiste,ú ercer ,
qu
,e
sean
actos -.-olunta-
rios y concientes nacid
os
de
una
idea
jnsti
fi
cach.
No
obstante
las difi_~ultadcs que se nos ofrecen;
a.pe-
sar
de lo áspero y horrible del estudio, n os
ent
re
gamos
á
él'
con
afün,
deseando demostrar qne, en
muchas
oc,1,-
siones, el infanti
ci
di(;; no es
un
hecho que
debe
.
at
raer
responsabilidacl sobre el autor
clel
delito, y
qu
e, on todo
caso, la opinión médic9-legal acel'ca del e_staclo
ele
lama-
dre,
ele
be
ser
el
e notable importancia
para
la
aprec
iación
del delito y
la
ju:sta imposición de la
pena
ó
para
la ab-
solu
ción del acusado.
El
Ínfanticidio es, á nuestro fu.ido,
el
cu
;to
de
prú
1
á1·
de
la
1-1ida
un
sér
. humano
dent?'o
de
lo
s
ocho
p1
'
imaos
dia
s
de
ea:istencia
.
· Pasemos á ocupar
:i
i
os
de
la
definición an
ter
ior.
Decimos que
e~
infa1:ticidio es
el
acto de
párm'
de
la
11ida,
po
rque
este
hecho es el constituye11t0
clel
delito,
Sin privación de l n: vida del infante no ht.ff infanticidÍo,
,,
como no
hüy
robo sin que el ladrón tenga .en
1:1s
n,anos
el
objeto substraído; y
s1
, pues, para
qu
e
81
dehto
e
xista
se
necesita la privación de la existencia de
la
ctima,
est
e acto debe
s
el que por s
í.
mismo forme el delito.
lo de
term
ine y establezoa. ·
Que el niño ha
ya
nacido mal organizado 6
natural-
...
19
9
mente
conformado
:
quo
no
haya
nacido
via
,blc ·
por
de
-
fe
cto
a1gnno
de
srr
org
anización · 6
(1e
u
r\
a
énfonnedad
adquirida
des
de
erdanstro
materno
é inmediátarncnte
des
-
pu
és
r1e
su
nac
i
mie
nto,
no
antoriz:rn
ú
nar
lie pai.'a
impo-
riei'le la m1 ó1;te;
de
tal
1non.o
ane
la
e
:ú,to~
1c-üi,
de
18.~
i
cau
sas
anteriores
no
justiíic
urf.,
,.1i
a1.üm·izJJ·á nrncho
m6
-
no
s,
la
co'mi:üón
del
de1lto.
Si clecin,os
ql
.O
el
inf
,,nticicl
io
noccsib
veriflcclrSe den-
tro
do los oclio
días
si
6·niontes
nlmornerita
del
Hacimiento
flª
la
cria~nrn
[aún
cuando
1n.
l
c:y
:flj:1
setenta
y dos
ho
-
rns.
ele
Ct:)
70
señnla
mi
on1o
rk
tiern oo
nos
ocunamos
en
. j
seg
,ürb.J,
es
:rorqne
hasta
qno
;::
.0
plazo
se
cumpb.
Sv
comüdc:'a n l
infunte
corno
re6h
1. nacidn,
ú,
iíco e
sta
do d e
la
s:ith do b , Yícti,:na
en
el
ene
se
realiza
el
d2lit
o d e
in
-
.,
fart
tie
i.clio.
La
ley
ha
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(i
6
nora1110s
por
qué)
el
térm
ino
ele
se
-
tenta
y dos
horas
den
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de
l
e1
rn
l, si
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print
de
la vi
da
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reci6n na ciclo,
se
incurre
en
la
respon
sabi
li
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-
.
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·
l'
:an vlCJCtlO .
· OlliYi8l'
ha
dicho:
;,Jj}11,
tan
to
que
el
cnrd
ón
(uml)1'
1ical)
cst(; adherido al ombli
go,
la
Ci'Íatum
llera
cons1:go
la p1'neba
mat
er
ial de
que
ha sali
do
poco tiempo hace
del
rientre
de
su
madre,
de
que
es
·1yci
én
na
dd
a; 1ma i
-e.::
que
el
co
rd
ón
se
se
-
para
del
om
b
lig
o,
es
imposi
bl
e decidfr si su nacimien
to
es
1'
ci'.enle
.
Asi
pues,
clebe
considerarse
com
o recién na
cfrla
á
la.
aiaiw·a
hasia
la
caida del cordón umbilical, que
se
1.
:e
ri
-
fica
de
ordinario del cua
f;o
al
octaro dia."
Con
es
ta
opiniém
es
t
án
confo
rn
rns los
::-:ros
. A
do
lfo
Ch
auveau
y
Fausti
no
Héli
e y
otros
médico-legi
sta
s ; y
aGn e l
mismo
Legrand
de
Sa
ull
e, l a-
acepta
sin Yacilación,
ma
nife
stando
que,
por
def
ect
uoso
qu
e
parezca
en
cier-
27
200
tos
puntos,
tiene
el
gran
m~1;itó
de
fundarse en
un
ca·
rácter
anatómico importante.
Si
pues los carácteres
materiales
y anatómicos que
determinan
·
el
reciente nacimiento
del
infante,
se
fijan
hasta
el octavo día de
su
existencia,
par
ece como que
la
ley
redujo ese plazo con perjuicio de
la
justicia
y
co
ntra
todas las claridades que
la
ciencia-médica nos ofrece,
dando
al
infanticidio él carácter de homicidio, cuando
· el
infante
aún no
ha
dejado de ser recién n acido: ó lo
que
~s
lo mism
o,
aplicando
una
de dos penas al agente
, de
un
mismo delito· que no merece más que
una
sola:
aq
ue
lla
que
~l infanticidio correspo'°nde.
La
l
ey
.
est
imó malamente la época dnrai1te la cual se
lleva ú cabo el de
lit
o de que nos ocúpamos, y esto se
manifiesta desde el momento en que quita al médico-le -
g
ist
a el único de los mejores medios que
tiene
su
al-
cance
para
demostrar lo reciente del nacimiento, en
la
época precisamente en que debe verificarse el despren-
dimiento del cordón umbilical.
¿Cómo podría calificar el médico-leg
ista
que el delito
· se llevó
cabo dentro de las
setenta
y dos
hora
s que fa
ley
exije, si
pr
ecisamente el signo del nacimiento recien-
te
formado por la existencia del cordón umbilical, desa-
parece de los cuatro á los ocho días? ¿
ateniénd
ose al
estudio de los huesos, de los pulmones, de la epidermis,
etc. del infante'? 'fü~os estos signos
pueden
cambiar
según sean los -carácteres de
la
feliz y sana fecundación;
1del embarazo también feliz; y de
un
alumbrnmie
nto
na
-
tura
l, sin cans~s ajenas y
ext
rañas que
pued
an
afe
ct
ar
al recién nacido. Mas el único signo que, con visos de
segurié1ad, puede _
est
imar el médico-legis
ta
para
el se-
201
ñalamiento
del
tiempo
de
vida
del
infante
desde
el
mo-
mento
de
su
nacimiento
hasta
el
de
su
muerte,
desapa-
rece
por
la
falta
de
precisión
del
legislador,
fundada
aquella
en
la
de
un
concienzudo e .
tudio
científico.
Por
lo
demás,
si
se
ha
,
querido
fundar
el
térm
ino
de
las
set
e
nta
y dos
horas
en
la
existencia
del
cordón um-
bilical,
se
ha
busc
ad
o
un
falso
fundamento
,
y,
más
que
falso, inconve
niente;
porque
no
desprendiéndose
el
cor-
don
sino
d.e
los cuatro á los
oclio
.días
de
s
pués
cl
el naci-
miento,
6 so
han
prolongado
las
setenta
y dos
horas
por
lo monos al doble, s
in
razó
n.
científica alguna, 6 se vie-
ne
al
absurdo
de
calificar corno homicidio lo
que
según
las
·reglas
que
la
medicinc1.
establec
e, no
puede
estima
r-
se
sino como
infantic
idio.
No
es
nuestro
ánimo
corregir
la
ley,
pero
tampoco
so-
meternos
á aquello
de
quE)
clum
le.i:
, sed
le;r;,
y
por
lo
mismo nos hemos
permitido
asentar
las
anter
io
res
ob-
servacfones,
que
tienden
á
determinar
el delito q
ue
se
cometo
priv
an
do
de
la
vida
á
un
infante
dentro
de
los
ocho días
que
siguen
á
su
nacimiento,
para
demostrar
cómo
puede
su
rgir
la
mala
aplicación
de
una
ley
cuando
pa
ra
ella es
ind
i
spensable
el
juicio
prévio
pericial, y
el
abismo
en
que
se coloca a l médico-
legista,
para
emitir
una
opinión se
gura
,
cuando
las
reglas
que
la
medici
na
le
indica, so ,,en
trastornadas
por
la
prevención
legal;
por~ue
en
efect
o,
si
la
base
-d
e
que
parte
y en
que
se
a
poya
el
reconocimi
ento
médico
para
fijar
la
edad
de
l
re
-
cién nacido,
es
la
existencia
del
coÍ'dón umbilical, y
éste
no
desaparece
hasta
los
cuatro
ú ocho días
después
del
:nacimiento? cómo
podrá
fijarse
de
una
manera
c
ier
ta
,'
Ue
el niño fné
pr
ivado de
la
vida
de
ntro
de
las
setenta
20:L
y
do
s 'horiis .
qu0
siguen
-
ú.
su
s,1.l
ida
do
l Yientre-de
lam
a-
üre·
/ ,
..
. . . :
...
.
~
. . Contrac.1ícci6n es ·
esta
entre
la
,,
me,
dic
ina
y
la
l
ey
que
1io
-.i10s
,
es
da
do
resolver,
y
cu
yo
es
-
tudio sa
le
del
objeto
de
esta
obi·a.
Para
qr:ie
haya
infantic
idio
es
índi
spensable
Ctt
to
el.ni
-
ñ
.o
nazca
vi\
·o y
que
se
le
prive
de
1n.
vi
da
(ie11tro de lar,
setenta
y
dos
horas
siguientes
~tl
nacü:ü
erito,
sin
que 1a
le
y e~jja
que
aque
l
sea
ó no YÍ,tble,
supues
to
C]_lH:J
no
es
::;u
obj
et
o castiga1·
las
cit·cmnstancill.s
du
l
hecho
especto
ú l
as
cond
iri
ione
s do vida
del
i
nfante,
sino d
hecho
m.is
-
mo
qu
e co11sti.tuye el
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do
infa
nti
cidio.
Expl
ic
uüo
]o C
[UC
se
entiende
por infa
nti
cidio y
qu0
requisitos
son
indispensables
para
cleternj1t
ar~o
,
,:mali-
cemos
las
cansss
quo ·
pu
edan
motivarlo,
pt;n
t estimm·
hasta
clondo es nocesa.·io
la
i
ntervención
de
la
medi
cina
l
egc
ll
p
ara
fij
ar
el
gra
do de
responsabilidad{>
i
nesp
on-
sa
bilidacl
del
acusado .
Esta
s
ca
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sas
son n
aturales
ó
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-
tificiales. R
espect
o de las pri
meras
,
puede
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ser
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su
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ción
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rúrgica
e ocasion en
la
muerte
del
recién ná,-
c
ido,
como
ajenas
6,
la
volnntad
de Ia
madre,
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rte;
y
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lo
mismo
no nos
203
-
oc
upar
emos d e· e
lla
s sino
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cuan
to s e
re
lacionan c
on
·
nuestro
objeto; pero
de
aquellas
causas
que
ha
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aparecer
á
la
madre
ó á · o
tras
per
sonas como
responsa-
bles del
delit
o, no lo
sea
n
en
rea
lidad.
·
Antes
de
éntrar
.
ele
lleno
en
el
estudio
de
las
cau
sa.s
que
apuntamos,
establ
ezcamos
un
par
óntesi
s
para
ocu-
parnos
de
la
ignorancia
de
la
madr
e como motivo de l
a,
mu
erte
clel
infante .
La
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falta
de
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ento,
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acto
de
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a, no
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dividuo; pero si
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a, es digna
de
es
tudio
la alegac
ión
jnterp
ue
sta
para.
fi
jar
el
grado
de respori
sa
bilidad
6
de
irrespo
nsa
bilidad
d
el
a.gente. ·
Para
demostrar
la
irr
esponsabilida
d,
b
ásten
os fijar
un
,c
aso
en
que
esa
ignoran
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pu
eda
set
just
ificada, y el
cual
es
refi.
l'iénµo
se
á
la
mujer
que
por
primera
vez
es
ma
dr
e, y á los
qu
e,
dada
esta
circunstanci
a, le
rodean
en
el
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del
alu
mbrami
ent
o. Pai:a fijar
mejor
el
ca-
so, supon
ga
mos el
siguiente
de
que nos
c
uen
ta
un
.periódico europe
o:
·
En
una
población inmedi
at
a á Lombardía, un
n.
pa
s
t-0r
a.
Anita
X
....
, seducida
por
su
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fué hecha ma•lre. Al tierq,po
na
tu-
.
ra
l del alumbramiento, .Anita parjó un ·
niño
robusto y ,sano, pero
¿en qué circunstancias? ,Cuando el nacimiento se
yer_ificó
en la cho-
za de otros pastores pobrísimos, q ~e no pudj~ron
prestar
ni
~
la
madre
ni al infante los el~mentos necesarios .
para
8U '
CODSer~a
ción;
'
e cuya fálta de medios
de
' socorro' resulto
la
muerte
del segundo y
algunos padecimientos á
la
primeta. . ·
, ,
..
, ;
,, Este caso de infanticidio, , (si.así pued·e]lamarse
):
por
204
ignorancia, no pudo acarrear responsabilidad
de
ningu-
na
especie sobre
la
madre ni sobre los testigos del ·alum-
bramiento, por dos razones_ poderosas:
la
falta
de cono-
cimientos
en
aquélla por
la
carencia
de
una
enseñanza
práctica, dado que
era
su
primer
parto;
y
la
falta
de ele-
. mentos
en
éstos, que por razón
de
su
pobreza ó de lo
inesperado del suceso, no podrían
tener
á
su
alcance.
En
el caso dicho, el niño murió por fa
lta
de cuidados
oportunos, por abandono; pero abandono y
falta
de cui-
dados no impu
tab
les á los que lo rodeaban, por no haber
sido intencionales para proc
ur
ar
la
muerte
infante.
Si por el contrario
la
mujer que no
es
madre por vez
primera, desatiende al nifio no impartiéndole
esa
clase
· de cuidados que se deben
al
recién nacido
para
conser-
var
su
vida, revela un abandono ci'iminaI que acusa el
deseo de expoi1er al niño á la terrible consecuencia de
una
mue
rte
ci
erta
. El solo estado
de
_embarazo debe
servir á
la
mujer honrada
para
rodearse de precauciones
y cuidados que aseguren
fa
vida del
in
fante
en
el claus-
tro materno 6 fuera de él. . Los dolores
pr
eliminares del
-alumbramiento deben servirle
para
acopiar los medios
necesarios á asegurar
un
parto feliz y á conservar la vi-
da
del recién nacido. Si esas atenciones, cuidados y
preparativos no se tienen con la e:(icacia que correspon-
de
al amor maternal
para
cuidar de
la
existencia del hi-
jo, es de suponer lógicamente, que ese amor no se ani-
da
en ·ef'coraz6.n
e
la
nia'dre, y
q~
e ~sta abriga
la
inten-
'cÍ~n doló~a
d~
1
pJ
:ivdr
de
1a
vida
ái
· .
v4s1f
;
ag
·
o,
usando· de
, , , )
,:
, f ' t 1 ~:
l,
,medi9s de
aba~~¡:m
,o que juzgará.
ap~o,pi~
_dos,
para
~p~r~-
cer
como irresponsable del
aelito
v
--:1
.;, :
r..,:
,1·1
'l'od·a cons~deraeió:a-
en
-apoyo
del
·anior mate:unal ·y de
205
la
irresponsabilidad del. agente en las anteriores circuns-
tancias, es absurda, porque eso mismo amor
maternal
es
la
ga
rantía
de la vida
del
infante. Si el amor de la
madr
e
fa
lta
para
el vástago,
qu
é cuidados, qué atencio-
nes
pu
ede éste merecel'le? Ningunos sin duda alguna,
porque
la
fa
lt
a de ese sentimien
to
naturalísimo en el
sér
que
ha
criado á otro
sér
ent re
su
seno, es la sentencia
de
muerte
del niñ
o,
concebido por
la
satisfa
cc
ión de un
deleite; desarrollado
en
el peligro; nacido fatalmen
te
pa
-
ra
moril' al vislumbrar
la
hermosa
claridad de
la
exis-
tenci
a.
Mas supongamos
q1ie
la que va á
ser
madre, procura
con cuidadosa atención. con escrupulosidad amorosa., la
re
unión
de
los elementos prévios que deben gar
ant
izar
la vida del infante.
Si
a pesar de esa escrupulosidad y
de
esa at ención, los eleh1entos acopiados por ella le
Bon
subst
ra
ídos, negados 6 evi
ta
dos por cualquier otrorneaio,
¿qué
responsabilidad
puede
caber
en
este
caso á
lama-
.
dre
infeliz cuyo vástago esté sentenciado á
muerte
con-
tra
su
voluntad,
contra
el amor inmenso de
la
madr
e,
contra
su
vigilancia y sus cuidados?
La
responsabilidad
del
hecho,
en
este caso, debe recaer sobre los indi-viduos
interesados
en
la
muerte
del
recién nacido, y lo_s auto-
res
del delito son acreedores
al
rigor punitivo de
la
ley.
Como
nuestro
propósito en el
presente
capítulo sólo
e_s
el
de
estudiar
el infanticidio con relación á
la
madre
y á
la
nodriza, ocupérribnos desde luego
de
quiénes pue-
den'.
ser
-
autóres
del delito bajo' el
punto
de vista indica-
qb,
\ y por·
qué
:catisas
puede
nevarse
:á
Cabo
.'
· r 1
' ¡
:Fjl
infanticidio puede' ·cometerse ·
por
la
·md
dr
'e
del
ré-
c~érl
nacido, po'r'
la
nodrizá
6
''
por
seres íritere'
á : en
'
20G
llevar1o á
cabo
por
cirpunsta
ncias
de
orgu
l
Jo
6 de
ven
-
ga
nza.
Respecto
de
la
ma
dr
e,
és
ta
pue
de r
ea
lizar
el
de~
lit
o
por
temor
á la
cl
os
honra
:,
por
l
ocura
pasaj
e
ra
co
n
si
-
g
ui
ente
Rl
trabajo
de l a
lm
nbr'1miento;
por
histeria;
por
monom
anía
impulsi_va
con
alu.cin
aciones,
ó por
foror
maniaco
.
· Ocupémonos
espec
ialmente
de
cada
uno d e los móvi-
l
es
indicados
para
_
nevar
á efecto el
delito
ele
infan
ticidio.
Hemo
s d
esignado
como
el
pri
mero
,
el
temor
á
la
des-
honra
y
de
este
vamos
á
trata
r
desde
lue
go .
Este
temor
afe:Jta
tanto
á la mu
jer
sol
tera,
como á la
mujer
casada
cuando
el h ijo
ha
sido
conc
e
bi
do
en
adul-
,
tel'io.
Respecto
do la
pr
im
era, (y si
emp
re
_
que
no
me
-
die
la
l
ocura
gu
erperal
de
que
hablaremos
despu
és)
son
ri
sib
le
s las cons
id
era
ciones
{t
que
'da 1
L1ga
r
ese
in
fun
d
a:-
do
temor;
por
que
cuando
la cau
sa
del
embara;r,o
es
un
a
livian
dad
repre
nsible,
El
l objeto
de
la
ocultación
de l
par-
to
,
que
no tiene
por
razón
mas
que
el
deseo
de
aparec
er
~
baj?
el
aspecto
r
es
pet
a
bl
e de
la
virgen
inm
ac
ul
ada
,
es-
el
e
s.
En
este
caso
se
cometen
dos
delito
s del or- ,
de
n -
pur
a
mente
moral,
prévios al
infan
ticidio, el de
una
pr
os
ti
tuci
ón
lúbrica
y
depra
vada,
y
el
de
una
falsedad
re
pugnante;
porque
el
engaño
de
que
usa
la
mujer
livia-
na
par
a ha
cerse
apa1;ecer como virg.en,
es
tanto
nuís as-
queroso
,'
cuanto
que,
adQrnándqse ·
c9n
la
g,
uirnalda
de
,
p
ur:~?ª
q~
e.
~
:l
as realmin1te
vírgen
es
·
9qrresppnde;
,
vj
ye ·
en
la
soc_i~
dad
q.c
,
éstas
_
saturánqolas
.
qop.
.,
el
. qdioso
ma,l
olor
de
su
lubúcidád:
.
es
el
grajo
.
de
lfl-
-~áb~la
que
1
-'.'I
l;>
.
~iépHPS
_~,
qe
,
1
adorn?s
;v
isposos, q~~,
I}O
1~
, corr.espo_
nq,eD;,
t~~t~q(,3,
,
~I,lc
_~brir co,µ
su,
m,entid1;1.
apl}riencia, el
antipá-
.
..
207
tie,b
aspecto
,
de
su
:positiva
fo1
·ma;"
de
su
propia
natura-
leza
repugnante.
La
mujer
li\\iana
que
se
cubre
con
el
nítido velo
de
la
ino.cencia,
se
paiece
á los hipóc
rita
s
de
qui.enes
hablaba
el
Cristo,
diciendo
que
parecíun sepulcror..
blanqueados
por
fu
era
, 6 lo
que
es
lo
mi
smo:
apariencia
de ca
ndor
en-
volviendo
la
podr
edum
bre
asquerosa
de
la
prostitución.
Y no
se
nos diga
que
la
muj
er
inocente
puede
ser
ene
garfada con facilidad por
un
eductor
artero;
porque
esto
no es posible. :Ninguna
mujer
descubrirá
su
s formas
libremente
delante
de
hombre
alguno; ning
una
niña
se
dejará
besar· en los lftbios, ni
perm
itirá
que
su
pureza
se
manche
con lúbricas caricias;
¿y
esto
por
qué'?
porque
el
pudor
es
innato
en
la
muj
er
:
porque
en
su
misma
ino-
cencia
encue
n
tra
la
estimación
de
aquello
que
puede
ofe
nderla
y
de
todo
ªCJ.uel]o
que
puede
tolerar
sin
man-
char
el limpio espejo
de
su
pureza.
Desde
el
momen
to
en
que
la
·mujer,
doncella
aú:p.,
permite
que
el
amante
la
estreche
entre
sus
brazos y Ia
co
lme
de
besos y
de
ca- ,
ricias, no
se
halla
distante
de
incurrir
en
falta, y ·
al
pre-
.cipitarse
en
el abismo
de
la
deshonra
perdiendo
su
vir-
ginidad,
pierde
también
el
derecho
la
pública
estima-
ción y
al
respeto
público; y
de
aquí
que
1a
mujer
liviana
que
incurrió
en
falta,
no
se
detenga
a'nte
el
delito
por
no
incurrir
en
el
desprecio
de
la
. sociedad
en
que
vive;
¡te-
,,,
rrible
. consideración
que
prosterga
el
amor
maternal
y
la
tranquilidad
de
1~
conciencia á
la
satisfacci6n
de
,
un
necio
cuanto
infundado
é
insensato
orgullo! · 1 ·
Qué
respeto
y qué consideración.1
merece.la
· mujer.que ·
comen~ó por.
no
;respetars.e.á
:.
. ,misma, .par.a entregal!
su
, ~ureza,,
en
ocasióli1
oport.un?-
.las caricjas
,.
de un m~:rido?,
.
28
/
-.
208
Ninguna consideración ni respeto alguno es debido á la
mujer
que se li
unde
en el fango . . Y
precisamente
el te-
~
mor
de
perder
la
estimhción pública, es
la
que
lleva á
la.
mujer
liviana á privar de
la
vida al recién · nacido antes
que
l~ sociedad se aperciba de
su
venida
al
mundo, y
cDn
su
nacimie
nto
de
la
liviandad de
la
ma
dr
e. E
ste
temor
que
preoc
upa
á
la
mujer, la indu.ce al crimen, y el
deli-
to es
una
consecuencia inconsiderada de
su
fal
ta
e pu-
dor. El orgullo lleva á la ·consumación
del
delito como
la
lubricidad co
nduce
á la pr
os
titución: el uno es con-
secu
encia de la otra ; y la mujer que e
ntr
ega su yfrgini-
dad
á la s
at
isfa cci¿m del primer sedu
ct
or con qu e trope- .
á su
pa
so,
te
me s al reproche social, á
la
rdida
de
la estimac
n pública que n o merece,
qu
e ~í fas conse-
cuencias que
pt
re
da ocasionarlo la perpetración del d e
lit
o
de
infanticidio; y pa
ra
ocultar l
t!-
asquero
sa
fase de
su
lubricidad, priva de la vida al hijo
de
Sll,S
entr
aüas ,
al
hijo
par
a quien toda madre honrada y
buena,
·no
ti
ene
mas
que sacrificio y caricias , besos y bendiciones naci-
das
del más puro y santo
el
e todos los sentimientos co-
n~cidos ¡ el ainor maternal!
Para
la
mujer liviana valen más las consideraciones
interesadas
de
la
sociedad, nacidas de
la
contemplación
sus
encantos físicos pasajeros,·
que
la
caricia del hijo
recibida en
las
mejillas con manecita
de
seda: que
el
beso informe pero duléísimo, de'los lafuios
de
rosa; dél
pequ
'eño; que
la
mir-ada
-amor
.del
infante
que
·quiere
pagar
con ella
,'
.co;p
sus' cariños y sus'sonr-isas ;
Jos
afanes
cuidadosos,
de
la:madre
.!
·
,,·
· . ·
·,,
';
0' , , . .
Y'qn~tdirémos
de)
'a mu'jer·
a--díutér¡i
.:
;
de
·
aq:ne,Ha
:tnujér
más
qU'e
1
livramt; qrie
h8!bi'énc¡}(Dse
'
C'
@1'Y
Sti
rt\
uidió
'
gUardl1-do
11
a
,, .
. I
209
de
la
honra
del marido, concibe
un
hijo
de
quien
no lo
, es? Desleal,
prostituida,
infame y criminal,
tras
del
en~
·
gaño cometió
la
falta, despu~s de
la
falta
llegó
al
crimen,
sin
tener
valor
para
detenerse
en
sus
fronteras, implo-
rando el perdón
del
ofendido esposo 6
afrontando
los
efectos
un
castigo merecido.
Cómo
excusar
á
esta
clase de
mujeres?
cómo suponer-
las irresponsables del
delito
p
erpet
rad
o, si,no
ha
servi-
do
de
impulso
la
locura? Nó,
la
l
ev
debe
ser
inexorable
v /
y
te
rrible
para
la
mujer, cualquiera que sea
su
clase,
que, en las
circunstancias
mencionadas
resulte
reo del
delito d e infanticidio; porque la
est
imación de
un
orgu-
llo infundado,
la
estima
ción de
una
honra
_ voluntaria-
mente
perdida,
la
estimación de consideraciones sociales
que no
so
merecen, en vez
de
serYir
de
excusa,
deben
ser
circunstancias que agraven la perpeti:ación del cri-
men
de infanticidio.
Qué
diria
una
madre
si
pudiendo
hablar
el cadáv
er
del
hijo sacrificado, por ella en aras
de
su orgullo insen-
.
sa
,to,
levantándose
erguido,
la
dijera con
la
voz
trémula
por
el llanto: "Madre! me
concebiste
por seguir
los
impul-
'Sos
vergonzosos
~e
tit
lub1·
·
icida,d;
me
·diste una,
etci:stencia
qu
e
no
,
qe
.pec(í
pr:,rp
_
que
IJ:ips
permitió recibiera
en
t.
us
enfra·
ñas;
é
hijo
de
un
amor
rep1
;
er:¡s/ble
soy víctima
de
tu
odfo
que
~w
merezco;
'!J
para
e?i,cub
¡:
fr
'Jf?Z
_a /alta
que
:'>-ó
lo
á
misma
de-
b~s;
¡,
me _priva;
s.
:
4~
·;
unar¡ti
rl
~
q,i~e
,
1~0
t~
pertenep;- porque
yo
1J.~~(
1
p~
condicim~fS
(l,e
1
di§.[r,utarla,
marZre
¡maldita, seas! _
,
Si'n
.
duda
alguD.á;ql'le1
I-a
· mujer·
q1te
en
condiciones co-
mo fas dichas ·
ant.er.Í:011ruente
; 'Sae'rifica
ái
SU
' Orgullo·
,in.
considerado· ,la,
:Vída
de
,
su
,
hi'.j-o,
e,s: a:creedora
•,
á . que-caiga
21:0
sobro ella todo .el rigor absoluto, completo y merecido
de la ley
ju
st
iciera .
. No
será
esto
justo
cuando la
mujer
h
aya
reali:;,;ado el
delito sig
ui
endo el impuls;·
su
ge'rido
por
su
tempe
ra-
m.e
nt
o,morboso,
porq
ue
en estos_ casos, s
in
i
ntención
do-
losa, casi inconciente, obedeciendo al dominio
él.u
su
ce-.
rebro afectado, á las ideas l'esult
antes
de
cvo1
LLciones
UTI
Ormal
eS
de S U lllO de
S8
1'
n
atura
l. ll
egará
:L ]a })e
l'-
petraCÍÓil del delito; pero no con ella á
hacerse
acree
dora
á
una
respon
sa
bilidad
que no merece .
El
temor
á
la
repren
sión del p adre , ó á
la
ven
ga
nza
del
marido; la vergiienza de
la
des
honra
sufricla;
la
cle-
se
sperac
i6n de
habe1~
incurrido en fal
ta
repren
sib1e; los
disgustos
domésticos ocasionados
por
los
justo
s repro-
ches
hechos á
un
embarazo no
aut
.oriz ado por
la
mor
al,
pued en servir de causas ocasionales
para
la manifesta-
ción de
un
a.
locura
existente
ya
y que
ha
perm
anecido
como adormida
en
la
mujer
ha
sta
el
mom
ento
necesario
de
su
revelación. Con
esa
locura
puede
ve
nir
el
impuls
?
criminal involuntario, encamhiado á
privar
de
la
vida
al
recién nacido;
pero
en
estos cas'os, el
delito
se justifica
con
el
impulso, y
el
crimen no es
punible
porqu
e
suco-
misión no es voluntaria.
En
estas
circunstancias
, el te-
mor
como
la
vergiienza son ·racionales: no son
ni
el
pri-
mero
ni
la
seg
unda,
el
temor
a~
1esprecio
. social
que
""-a
fecta á
)a
coqueta, ni
la
vergüen
z
td¡ue
ésta sient'e por
los perjuicios que
en
'público
pu.e
'
~a
producirle
su
falta:
,e
s
el
tem'or 'de
un
reproch
e mere~ido:
E\s
la
vergiieilza
de
haber
, incur.rido
en
. falta1 ocasiomándose con
ella
la
caída
mó,s
·
triste
y,
lastimosa
en
,
la
· ~~timaci6n s0cial. ,
,
.Si
,
eLteioon
,.
y,
la.
;ver.güen
,za, isegúw ,Esquirol .á. quien
(
/
211
·,
apoy
a e l Docto
Mata,
soi1
ca
u
sas
suficientes
pa
r a
deter-
minar
Ia
locura,
y
con
ella
ta
l vez,
el
impnlso
crini.inal
para
substr
ae
rs
e
al
casti
go ó -
1:
Ü
esc
a
rnio
de
la
soci
e
dad
¿,qué
cu
lpa
,
pued
e :teri.er
el
agent
e
de
nn
delit o
E\
n
su
co -
rnisi6n? ¿cómo pue
de
és
te
aca
rr
ea
rl
e
una
re
spons
ab
ili
dad
q_uo
no
me
r
ece?
En
tre
la
mujer
livia
na
y
delincuente
y .la
mu
j
er
sedu
-
cida
qcw
llega
n á const1mnr
nn
ado
reprobr..do, h ay
nna
diferencia not
able
qu
e
f'-
1 J uez 110 pu
ede
estim
ar
por
s
í.
mismo,
la
locm a, Ce us a
ge
n
onÍdor¡
de,
un
delito
que
no
es
i
mputab
lB ni pu e
de
ser i
mp
u
bd
o
al
sgon
te
de
él.
La
muj
er
liviana
esM
tan
dis
tante
de
la
mujer
que
h a
siclo s
ed
ncic.h,
como
lo
están
en
tre
la
ma
lici
a y
la
ino
-
c,e nci a. A
quélla
se
en
tr
ega
al an
rn
n
te
q u i on q
uiera
q
ue
ést
e
sea
,
por
satisfacer
su
lascivia,
y
("
s
ta,
ut
nrdid
a ,
cie
-
ga p
or
un
amor
intenso
y
poderoso
,
al
solo lionibre
qu
e
pu
do ó
S1:ipo
i
nspirar
le
es:1
afección,
En
cnanto
la
pri
-
mera,
el
estado
del
amante
es
lo
de
menos;
en
cuanto
á
la
segunda
, sólo
al
amante
libe
y
adorado
será
al
que
se
entregue
fiada
en
sus
promesas
.
Nosotros
conocin:Jos á
mm
señorita
de
lmeúa
soc
iedac1,
bell
a y
graciosa
,
pero
de
ardi
e
nte
na+.uralei a ,
que
se
on-
treg6
al
esposo
do
su
hermana
en
alcob
a unicla á
la
de
ésta
,
resistiendo
con
notable
esfoerzo
los
d
olores
de
una
de
sfloraci
ón
temprana
.
Po
r
fortuna
para
e
lla
el
coito
1w
tuvo co
nsec
u
eneim.4,
quo
á
tener
las, el
aborto
ó
el
infan
-
ticid
io
hubieran
sido.resultado.
· forzoso
de
su
.
liviandad
.
E1
1,
cambio
,
ima
hermana
su
ya
, a r
diente,
sentimental,
apas
ion
ada
, se
entregó
los t r
aspo
r
tes
de
nn
amor
rlo-
min
ant
o y po
de
ros
o;
pero
s
eg
ura
de
l c e
lib
ato
Lle
l am an -
t e, confiada en la
iealta
d
de
su
s p
rome
sa s, un mat r
imonio
212
opo
rtuno
vino
á,
limpiar
la
mancha
recibida
en
la
honra,
y el áng
el
del
pudor
sonrió
entre
lágrimas
mientr
as
hu-
de
aquélla avergonzado.
Que la mujer criminal
que
en
el
libre
uso
de
sus
fa-
cu
ltades
me
nt
ales comete
un
infanticidio,
sea
castigada,
se comprende; porque el castigo impuesto lo exigen la
moral y la
ley;
pero
que
se imponga
pena
á la
mujer
que
apa
rece a
utor
a
de
un
delito,
para
cuya
perpetración
sir-
vió de
impu
lso
la
perturbación de esas facultades, lo
reprueban
esa
mis
ma
moral y la justicia.
He
aqu1
por
qué
para
la
aplicación de
la
ley
sobre
el
delincuente, es indispensable y necesario el reconoci-
miento pericial del médico
-l
egista.
Este
reconocimi
ent
o
no de
be
ser limitado al estado moral
de
las
pri
mer
izas,
sino, en general, al de todas ]as mujeres convencidas del
de
lito d e infanticidio, no limitando ese mismo reconoci-
miento á las circ
un
sta
ncias morbosas
afectantes
del ce-
re
bro del
agente
del delito,
en
el caso exclusivo y
ún
ico
de
la
perpet
ración del hecho reprobado, sino á las
de
e&taclos
anteriores iguales aunque no revelados
en
alum-
bra
mientos continuados; porque la ciencia médica nos
u
estra
con casos ejemplares indiscutibles
por
su
pro-
pia veracidad, que las manifestacio nes
de
lo
cura
con-
sigui
ente
al estado de embara
zo,
al p
arto
y á
la
lact
an
-
cia, aparecen unas ·veces de improviso :
otras
se
han
repeti
do
en
cada
uno
ele
esos
esta
do
s an
te
riores; y
otras
han
pasado de
un
estado
semejante, á otro, dejando
de
por medio
un
estado
de
esos s
mo
s,/6 lo que es lo mis-
mo, que no
han
tenido veríficativo
orden
adament e en
cada estado igual, sino que
han
pasado pór uno, sin
re
-
ve
larse,
para
aparec
er
en el sig
uiente,
y desaparec
er
en
213
el
inmediato, posterior á
éste,
para
demostrarse
en
el
. que continúa.
Algunos
autores
médico-legistas afirman que las pri-
merizas
están
más
prope~sas que
otras
algunas á las
manifestaciones
de
una
locura
pasajera, impulsiva de
actos reprobados, consiguientes al a
lumbr
amiento;
mas
otros niegan la posibilidad de qu e esa loc
ur
a
pueEl
e afec -
tar
repentinam
ente
:1
la
parturie
n
ta
y sea como nacida
de la labo riosidad
del
parto
.
Nosotros no disc
utiremos
q
ui
énes de unos y otros
de
los autores médico -legistas
tien
en razón; pero asenta-
remos como
un
principio general de equidad, que
en
ca-
so de
duda
acerca de la existencif-1 de
esa
locura fugitiva,
siempre se
someta
á .la agente
rl.el
delito
á
un
estudio -
médico-legal investigador y concienzudo; pofque
men
os
malo
será
agregar
un
detalle al procedimiento de la
ley,
que aplicar la
ley
pu
nitiva á seres irresponsables, y
por
lo
mismo no merecedores del castigo
que
esa
misma
ley
impone al delito de infanticidio.
En
opinión de Mareé, las
prime
rizas
puede
n
expe
ri-
mentar
inmediatamente
después
del
alumbramiento,
cierta especie de loc
ura
impu
l
siva.
al
infant
iqidio;
mas
esta
opinión aislada,
se
encuentra
atacada
por rrardieu y
por Legrancl
de
Sau
lle, que no
lo
no
la
admiten,
sino
q
ue
demue
s
kan
que
esa
manifestadón
de
la locura,
es
resultado
de
·
una
pe
rturb
ación no consig
uiente
al
parto,
.
sino de
un
estado
ya
existente, exacerbado
por
el al
um-
bramiento, y manifestado en éste ó después de éste, sin
rest
ricción.
Sea
lo
que
fuere, lo cierto
es
que ese
impul-
·so exis
te
en
la
s primerizas, y que
esta
obsei
~v
aci6n
es
/
214
muy
de
tm
1e
rse
·
en
cuenta
para
es
timar
el
grado
de
cul
-
pabili
d
ad
de
la
acns
ada
del
ue
li
to de
in
fan
tic
i
dio
.
l'é)r
lo
demás,
que
esta
per
·~
rsión
fogaz
d v
la
inteli
-
gen
cia
,
qu
e se
revela
en
lo
q.l1e
Marcó calific,-1 d e lo
c1,1rn,
p
asi:i,;er,t
al
parto,
exis
ta
,
es
-incuestiom1.ble,
ya
sea
como
resultante
u.el
al
umbra11ÍentQ ó
ya
como
affrma
Saulle
, ·
co
mo
un
síntoma
de
la
locura
histéi'icn., do
L1,
melar:.colía
con
alucinaciones,
y,
algunas
Yeces,
de
foror
nrnniaco.
:t'~o
es
extraño
que
el
temor
al
castigo
paternal,
que
el
ní.i
edo
ú
la
ju
sta
venganza
del
marido,
dotermÜLn
en
la
m
11,;ér
el
iuípu
lso crimiIÍal
vohrntario,
y
ya
h
emos
di-
cho
que
en
este
caso
la
r
es
p
onsab
ili
dad
dd
delito
es
con
1.p
l
eta
para
ol age nte
ele
6
1,
6,
menos
que
ese
impu
lso
d0je
de
tener
el
carácter
de
volu
ntario
por
sor e l 1·esnl-
tado
de
una
enaj
enación rn
er
;.
tal.
En
ciertas
ocasiones, · cua
ndo
b
mujer
li.a
s
ido
h
ech
a
madre
b.:
;
'jo
el dominio
de
un
11arc6ti co; de
1111
m,timu1an-
te
de
los
deseos
se:s:uales; d e
una
sug
e
stión
h
ipn
ótica
. (
de
cnyo
estado
ha
permanecido
ignor
ante
por
i1o
ha-
ber
se
hallado
bajo el
domi
ni
o de
su
voluntad
al vé
rifi~
.
carse
el
coito),
al
,
Parir
recibe
una
impresión
tan
fuert
e
de
admirac
ión, de Yergüénza y
de
temor,
que
deterrn
in
::i
n
en
ella
la
lo
cura
;
pero
en
estos
ca
sos, lo
pre
bab
le
es
<1n
c
las
mani
festac
i
ones
de
esa
locurn
no
sean
contrar
ias
6,
la
exi
st
encia
del
infante
, y
qne
revistan
una
forma
s
6
menos
extrafia. No
su
cede
d
lo
mismo
CUN
l~fo
Li.
mu -
:
ier
esté
afectada
de
una
.locura
durmien
te
por
dec
irlo así,
é h
i.iti
de
su
estado
morb
oso,
que
de
sp
iert
a á
la
rnaliza-
eión
de
un
acto desconocido ; y
que
tanto
por
esta
cir-
cunstancia
cua
nt
o por los
dolores
consigu
i
t:;ntE:'s
al
alum
-
bramien
to,
se
r
evela
vi
gorosa
y '
terrible
, si
rvi
end
o
de
215
poderoso estfo.rnlo á '
lá-
"·pe
tpetración
del delÍto:
que
esa
.·.
'.
)
..
, .
manifystuci6n sea
._
momentán.ea,
y-
que pasado
el
fugitirn
período
d~
perturbación, vuelva el paci(i'nte al estado de
perfecto acuerdo
aparente
y anterior de sus ideas.
¿Cómo podrá estimar el
Juez
la causa impulsiYa del
delito si apoya
su
opinión
para
la
aplicación de la pe-
na, en la valiosa
ayuda
del médico-legista? '
He
aquí como se expresa Legrancl de Saulle en
su
Tra-
tado
de
Jlfedicina legal,
de
.f1t1"ÍSJJ1'1tclencia
médica y
de
Toa
:i -
cologia, pág. 170 tomo
3?
'
Así, pues, creemos que cuantlo una madre demente comete in-
fanticidio,
no
es éste debido á que su
autora
haya
sido
atacada
de
un delirio instantáneo, admitido
por
Mareé, que sólo
dura
el tiem-
po preciso
para
matar
á su hijo, sino á una mauifestación de la en-
fermedad que padece
la
infanticida. El perito podrá encontrar in-
dicios de esta loclll'a, que
no
hace
m~s
qmi
iniciarse
para
desapa-
recer
en seguida, debe,
por
consiguiente, buscarla en todas
partes
·
ménos en el acto del parto, é
intentar
reconstituir
una
de
la:il
for-
mas conocidas de enajenación mental que pueda inspirar misericór-
dia invocada por
un
elocuente defensor·
-:-
Ahora veamos como se expresa
el
Doctor. Mata
en
su
obra
La
1°a
z
ón
humana, púg. 506 .
. . . . El mímero de las mujeres que se vuelven locas después del
, alumbramiento es mucho más considerahl~ que lo que se
ha
creído
comunmente. En los tiempos de Esquirol , en el hospicio de la Sa-
litrería
se recibfa una por cada doce en estas circunstanc~as; había ,
años en que la proporción
era
, una por cada diez; así,
entre
mil
~iento diez y nueve admitidas rlurante
los
años de 1811,
12,
13
y
14
,
noventa y dos· se volvieron locas después del parto, durante 6 des-
pués de la lactancia; y de estas sesenta pertenecfan á
los
años
181
~
y
1813,
en
los que hubo seiscientas aLlmisiones.
En
la
clase acomodada es de una por cada siete, según lo permi-
te
asegurar la práctica popular. Astruc había observado que las in-
29
216
g~rgitaciories
y
depósitos
lácteos son más
comunes
en
la
clase
rica
de
la
sociedad
que
en
la
poure.
Es
cierto
igualmente
que
la
'.
locura:
después
del
dest
ete,
es
más
ra-
ra
en
las
a
ristócratas
·
ricas
. y
acomodadas,
sin
duda
porque
pueden
t~mar
n_1ás
precauciones.
La
época
de
invasión
de
la
enfermeq.ad
re
l
ativamente
al
tiempo
del
parto
y
la
l
acta
ncia,
no es
indif
e
rente
determina
rla, puesto
que
proporciona
ind
icaciones
útiles
en
la
prác-
tica.
..
Hipócrates
en su
tercer
libro
ele
las epicfomias,
re
une
muchas
ob-
fie
rn
ciones
de
enf
e
rme
dades
grav
eR con del
irio
,
sobrevenidas
á las
pa
rturi
e
ntas
durante
la
época
á
que
se r efiere ..
Lau
ret
ad,ierte
que
·
la
loc
ura
debe
temerse
d
espués
del
parto.
si
1o
·s lóq uios
corren
mal,
ó se
suprimen;
sobre
todo si
lo
s pechos ·
n~
se ll
enan
· 6 se
r:rn
.rchi
tan
.
Zirnmermán 1'efiere
algunos
casos
de
manía
y' m
etanco
:ía, conQccuen-
cü\
de
la
snpresi6n
de
los lóquios. El Doc t
or
Be'
rgu
e r
ha
publi
ca.n
a
cll·
Gotin>g:a:
u1ia
te
sis ·cuyo ·
epíg
rafe
era
de
puer¡,ernrwn
1ncr
nía
et
me
la !tcol-la.: Donbl
et
ílice :·
r¡ue
la
'irrita
ci
rín
ldctea
8e
r/
iri(Jc
al[Jll·
nas veces·
c1l
cerebro. Pea i'timedia.tament.e d
er•
pu
és del
parto,
sea en
la
época, de G révolnción
lácted
.
Hay
parid
as añ
ade
este
auto
r, que
l.i'enen un '
dolor
fi
jo
en
la
·ca
Ueza'.;
otra':1
se
encuent
ran
en ei
eR
tnpor;
tiéné
n l a m'
ir
ada
turbia
y
rac
iocin an mal. De noven
ta.
r dos m·
oj
e-
res,
aice
Esquirol, diez y seis
se
volvieron locas del
prime
ro a l c
uar-
to
día
después
del
parto.
· ·
...
..............
.
......
... '
...
....
...
.
....
.
..
..............
. .
:J;,a
,
Iocura
, que
signe
al
par
.to es á,vcces
anunr,iada
por
prcse(lti-
mien.tos
siniestros
durante
el mismo embarazo:
)a
triste
za,
la
inquie-
tu
d
·exage
rada,
son
preludios
de l 'de!it'.ici: á veces
apa
rece
de
gol-
pe; Al' priÍ1cipio
estas
ena.ienadas'
pa
rece
que
se cn·
cuentran
fe
bri-
l
éR;
la
piei
~s
lá ca
liente
; s
uave
y
húmeda,
la
cara
pálida,
la l
eng
ua
bl
añq
'uecina., los pechos marcbitoii, el
abdómen
ni
tenso
ni doloroso:
alg'urias
,cces
hay
nn
dolor
vivo en la
caüeza
y
en
el útero; e l pulsó
es'pequeñ'o,
débil
y
concentrado;
al mismo·
ticm
po
hay
d
elir
io cxclu-
Si\·o ó n\oriotña.nía, comu
nment
e
manía,
raras
veces
de
mencia .
...
·
·La: edad' máa
predi
s
puesta
es
de
Yeinticinco á
trei
nb
nño¡_,;
esto
es
Jo
más
frecuente
. ' . '
- ·-
Si c~
m10
.
f:lCá
b:nnos do 'ver,
el
i111p
t1,lsci
·c:·imirwl
qu(;}
217
conduce
á
la
madre
á
privar
de
la
vida
al
recién
nacido,
es
el
resultaclo
de
una
locura
anterior
al
parto
y
mani-
fes
tad
a consigt~ientemente al a
lumbramiento,
no
puede
hacerse
respon
sa
ble
de
sus
actos
ála
madre
que
obró
bajo
la
_ influencia
de
una
causa
'
pr
ed
isp0nente
al
delito,
ajena
á
su
Yo
luntad;
porque
sus
obras
no
son
hij
as
de
una
in-
tención
razo
nada
ni
de
un
impul
so justificado con
la
per
-
ver
sión, sino
de
un
estado
de
locura
aue
110 lo es irn1)uta-
, '
ble
porque
no
depende
c1e
ella
la
Yoluntad
ni
el dominio
d e
la
perturbación
ocasional
del
delito,
ni
menos
la
fa-
c
ultad
de
reprimir
ni
sujeta
r
sus
manifestac
iones.
Sabemos
ya
,
que
}a
monomnniJ. con
im
pulsos,
que
la
manía
::7
el
furo1·
r,.1a
r:iac'o,
pued
en
inducir
á
la
ma
d
~·e
,-
contra
·
su
yol
untad,
ú
la
perpetración
de
l
delfto
de
infan
- .
ticidio, y
en
el
discu
~·so
de
es
te
capítulo
"'"
citar
-
emos
ca
-.
sos
prácticos
qne
ver1gan
cm
vpoyo
de
lo dicho,
por
aho
-
ra
nos
limitamos
á raanjfestD.r-
que
como
un
eguro
fun
-
damento
de
la"
existencia
ele
la
locura
predisponente
del
arítor
del
·
delito
,
del
;c
n
tenerse
los '
med
ios
pu
estos
en
acción
para
·
ejecutarlo.
'
Por
lo
regular
el
crimen
Je
in
fant
ici'dio
que
se
ll
eva .
á cabo
por
una
madre
que
está
en
el
uso
pleno
de
sus
Ú\CUltades
mentales,
Se
ve
rodeado
ele
c
ircuns
tan
cias
tales
de
disimulo
,
qne
por
la
misma
naturaleza
do
éstas
Se
p'uedo Yenir
en
COilÓCimiento
de
la
intención
dolosa
qu
e
le.s
irvió
de
móvil.' No
así
en
la-
mujer
demente
.
El
infanticidio
re
a
li
zado
por
ésta
,
dejará
huellas
clarísimas
de
s{1
perpetración:
reve
_
stirá
múltiples
formas
de
. ver-
dadera
fer
ocidad, ó,
por
lo menos,
del
uso
de
nied
ios
exagerados
para)levar
lo á 'cabo,
ó,
pcír el
contrario,
de
l
de
'
aquellos
sencillísimos
que
están
·siemp1;e al
alcance
218
~-
l
••
del
autor
a.e
l
delit
o,
com
p01
: ejqmplo,.
l:/,hoga
r a,l infan-
te
c'ubri'é1{a.oi
~ la
boca
Y
In
,'
nnú
z; arrojarló '
dé11-ti·o
de }n
.,
1 " ' ' 11 ' f · 1 f
letrina
ú
otr
o's
po r el estilo de estos.
De
las
respu
est1¡ts
de
la
dellncuer1te poco
po(há
sacarse on limpio si el
ac-
ceso _
de
la
locura
ha
desaparecido; pero
5Í,
de
SLl defen-
sa, de
su
dolor y
de
su
congoja, de
sn
llanto
y de
su
amargura
f
l_
~- conternplació~ del
hecho
reali7:aclo del
que
se
dara
cue
nta,
para
estmrnrlo como al
sahr
de
un
súeüo;
y si
el
acceso no'lia pasado, de
su
charla
comu-
nicativa
aun
riesgo de comprometerse; de
su
aspecto
,_
fisico;
de
su
estado patológico;
de
esa
multitud,
por
:fin
de circunstancias que el perito no
debe
pasar
desaper-
cibidas cuando
puedan
existir
en
una
persona,
sospecho-
sa
de
enajenada, sobre
la
que
va
á
caer
el
castigo
de
un
delito
del que
tal
vez es irresponsable, estudio de con-
ciencia que
el
médico-legista debe
hacer
escrupulosa y
nimiamente. II
Veam
os ahora
el
delito
de
infanticidio bajo el aspec-
to
que
la
madre no sea lo
autora
de
su
perpetración.
-
Estos
nuevos actores que se
presenta
_n
en
la escena
do b criminalida\l y que suelen desempefiar
un
impor-
tan 1 o
papel
en
la
consnmaciói1 del delito, son los
padr
.
es
de
la.
madre del infante, el amanto, los hornía.nos ó pa-'
rientes
ele
olla.,
y las nodrizas á quienes se
ha
c0nflado
la
amamantaci6n del recién nacü1o.
Respecto de.los prirnoros y
aun
de los
hermano
s y pa-
rientes ¿,por qné
no
hemos de suponer que
la
--vergiienza ,
de
fo.
afrenta
no sea
un
motivo
bastante
para
determinar
el
impulso que conduce
al
crimen y
que
es hijo
de
una
locura
determinada
por esa misma vergiienza? El lrom-
..
219
bre
criado
en
los principios
de
una
sana
moral:
que
ha
-vivido
la
vida é
le
un
hombre
honrado,
cuya
frente
no
se
Jrn
manchado
con el
est
i
gma
ele
la
repr
obación social, y
que
en
ta
les condiciones se ve
deshonrad
o, es
nat
ural
que
t
ienda
á
destruir
y á
hace
r
desaparec
er todo aquello que
venga
á
ser
vir
le
de
man
c
ha
en
la
honra
lirnp
ia
y on la
conciencia an
tes
tranqu
ila; porque
también
la conser
rn
-
ción de la
honra
tiene
s_u
locura
co
mo en l
oc
ura
tiene
fa
es
timación do
la
deshonrá.
Que el
hombre
q_U:e
en
tales
condiciones
lle
gue
á
la
pe
rpet
raci
ón
del
infant
icid
io
es
irr
esponsable, se
comprende
desde
d
mo
mento
en
qu
e
el
t
emor
del desprecio público
pue
de de
t
erminar
en él
la
locura, ó
hacer
prácticas
las manifestaciones de
un
e
stado
de enajenación oxist.ente
ya
pe
ro no revelado por
la
pr
esencia
de
una
causa
ocasional poderosa .
La
nobleza
antigua,
y
en
casos
determi
nados
la
mo-
de
rn
a, nos
sumin
ist
ran
ejemplos
de
esta
clase
de
pcr-
turbaci6
n cer
ebra
l,}'
ª sea
motivada
poi-
la vergüenza,
ya
- por ol
espíritu
de
venganza,
constituyente
6,
su vez
de
un
estado de
locura
más
ó menos fu g
it
iYo
y pasaje
ro
,
cuyas
huellas
no
se
enc
uent
ran de
spu
és de ser saciados
sus impulsos. ·
Es\a
especie d o loc'
ur
a
qne
motiva
la comisión d e ac -
tos
repro
bados,
tieúe
sus
razones
de
ser
y
sus
disculpas.
Entre
las
primeras
debe
contarse
la
humillaci6n
sufrida
cuando
se
ha
vivido
honradamente;
sin nrn
neha
en
el ho-
nor; sin borrón alguno
en
la
conciencia. En
tre
las
segun-
das,
el
afán
de
aparecer
siempre
dig1~0s
del r
~s
peto y' de
la
estiruaci6I1
del
púbÜco. .
'.
' , ·
'.
· _
'
¿Por
qué ·e•stos s;entiÍriie
rt
to.s h'o liaiúle ser ocasionale;s
~
l -
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1 f l ' i \ ¡
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de
la
lot
rud
i:?
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J'
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.,
I .
·¡
·
,J
. " ,
t
220
Un
padre
que
cui~a
afanÓso
de
la
pureza
de
una
hij
a
idol
a
trada,
nota
en
ésta
las
manifestaciones
de
un
em
-
bµsazo
no
autorizado
por
la mo
ra
l.
Su
prim
er
impuls
o
es
buscar
al
sed
uct
or
y
por
medio de
un
matrimonio
au-
torizar
el n
acim
ien
to del
infa
nt
e ;
pero
el
seducto
r
se
re-
hu
sa á
rep
arar
la
falta
, y
de
aquí.
que
el
santo
o
rgullo
do
una
vida
do
honr
aJ.cz
ju
st
ificada con a
ctos
y co
nducta
nobilísimos,
perturbe
la
razón
de
l
padrn
ofendido;
y co -
mo
·
consecu
e
ncia
de
esa
pertmbación,
el
du
elo, con el
due
lo
la
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de
uno
de lo s dos; y si
él
es ol v
enced
or
en
el
combate,
el deseo d e fl e
sprender
so dol hijo
ma
l
ha
-
b
id
o
pa
ra
no
i
ntrcducil'
nn
bastardo
en la familia y con
ól 1a
de
sh
onr
a d e
un
nomb
re
respeta
do.
De
aqui,
la
úlea
Llel
crimen,
poderosa,
tenib1e;
más
terri
ble y
poderosa
cuanto
m6s
se
ha
disfrutado
de
una
honrn
,
da
repnt
acióll,
á
la
que
sirv
en de
aureola
hechos
heroi
cos c
onsumados
para
ena
l
tecer
y l
evantar
aun
más ol
nombre
de
una
raza
.
¿,Quién no Yerá
:i
un
loco en
un
padre
h ericlo
por
la
afre
nta?
¿quién
que
ra
zone con juicio 110
vorá
ju
stifica-
do el delito co n
la
existencia
de u
na
per
t
urb
ación
moral
comprens
ibl
e?
y
¿cuántas
veces el
seductor
mis
mo, la
mi
sma
se
d
ucida
, 110
han
lle
Yado
á cabo
la
realización
del
infanticid
io
para
substraerse
el p
ri
mero
á
la
Ye1fganzn
dé los seres ofendidos; la segm1
clu
al
temor
de·
nn
c
asti
-
go
paternal:
6.
la
vergii
enza
de
un:1
de
sho
nra
que
la
pri-
ve
ju
s
tam
e
nt
e
de
la
est,imación soc
ial
?
El
padre
como la
hija
,
pueden
obnir
en
vfrtud
del im-
pulso
recibido
por
un
,a ,pertnrbaci6r(
provenida
de
la
lo-
cura;
pero
no así el seductoi·,
que
obrará
simnpre
con
perfecto
y
na
t
ural
qo,nocjmient o
de
, s,u
maldad;
1
poi:ql
1e
el
que
'
seduce
á
una
virgen,
llevando
como
t~
4e.
,
s1~
,.
on-
·221
clucta r
eprob
ada,
rehuir
el
matrimoni
o con ella, ll
eva
ya,
al
pon
er
en
pr
ácti
ca
los
med
ios
de
seducción,
l a
int
en-
ción dolosa de
perpe
t
rar
el
mal
y
de
seg
uir
por
su
esca
-
broso
se
ndero
sin
detener
se
. No así
el
hombro
que
es
guiado
por
los consejos
de
una
concienc;ia
s~ma
y
de
urrn
san
a moral.
El
qne
en
tales
circunstahcias
se
e
ncu
e
ntr
e,
procu
rn
aüto
riz
ar
SLl
nrntrim
onio
untes
de
atentar
:i
l
hom
a
de
su
amada;
y caso
de
llegar
á
este
0x_tremo por
oposición
de
la
fa.milia
de
ésta
al
enlace
. ns n
r:í
de
los
medios
de ·seclucción
adecnados;
pero
sie1npre
te
niend o
como
base
de
su
mala
conducta
ocasional
, el propós
it
o
d0 11onll' cabo
un
ma
trimonio,
para
cnyo
logro
se
puso
·
Bn
pr,fotica
la
inmoralidad
disculpable
de
nna
seduc
ción
conv
enida
, no
siempre
realizada,
entre
el hombr:e y la
muj
er; 6
por
lo
menos
concebida
por
el
primero
con
el
sano
fin
de
valei'se
de
un
medio,
si
116
pu
ro y
honrado
,
de
éxiLo
siempre
feliz
para
li
ga
r
se
á
la
muje
r
amada.
E
st
imar
hasba
qué
punto
puede
sontir
el
seductor
te
-
mor
J l
as
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r1c
lu
seducción
plrnsta
en
pr:ío-'
tica
por
la
simplo
satisfacción
do
su
perver
s
idad,
ó com o
.
modio
de
lograr
su
in
te
nto,
( el
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y
h::1sta
qué
p u
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pueda
cona
ucirlo es'te
temor
á
la
perp
et
ración
del
infanti
cidio
para
borr
ar
las
huellas
do su
primer
delito,
es
casi
imp
o
sible
para
la
razón
human
r;
;
mas
como ose
temor no
puede
se
r
ocasiona
l
de
la lo
cura,
hay
que
tija
r-
se
en
el
mayor
ó m
eno
r
grado
de
culpabili
dad
del
·agen-
te
del
crimen.
De
aq
uí,
que
el
s
educto
r, · á r~úestro
:íui
.
cio,
no
sea
sucept
ible
de
sér
irre
·
spon
sa
ble
de l
delito
do
·
infanticidio
que
lleva
á· cabo,
sean
cuales
fu
er ~n
las
cir-
cunstancias
que
le
sirvan
·
:impulsó p'
ara
sh
pei:
pétd.éión.
Muchas
veces
'lá
muje
'r
seduci
cJa
,l
io
''
es
pdr
s1i
.
pl'opia
,
222
inocencia,
que
lleva
en
misma
et
desconocimiento
de
la
inmor
¡ilidad d.el
act
o y
del
perjuicio
material
y
moral
que
éste
puede
producirle.
Las
consecuencias
del
coito
(
el
embarazo) l e
darán
el conocimiento
de
su
fa
lta,
y
él
servid.
de
poderoso móvil y como
causa
ocasional
de
las
ma
nifestaciones
de
la locura. Otras veces no será
la
lo.-
cura
el m6vil del delito
de
infanti
cidio, sino
el
de
una
ver
güe
nza c
om
prensible
que
serYid
de
apre
cü:
ble
excu
- ·
sa
para
justificar
el
impulso vol
unt
ario, a
un
que
no
para
ev
itar
la
re
sponsabilidad criminal;
pero
en
el se
ductor
ni
ha
br
á como discul pa la loc
ura
(porqne 1
10
exi
ste
cau
-
sa
predispone
nte
pura ella), ni verguiienza
por
la seduc-
ción, de todo lo enal
resulta
su
culp
abilidad ev
id
ente
si
es
convicto del ue1ito de infail
tic
idio.
Por lo demás,
en
los casos
de
sed
ucción
lrn
y
que-te
-
n
er
en
cuenta,
cm
defensa
de
la
mujer
inocent
e y
pura,
·
ht inferioridad de
su
_int
eligencia con
resp
e
c~o
ú
la
del
am
ante
:
la
ve
hemenci
a de
sus
afectos, y
la
confianza que
atwiga en las promesas do aquél,
por
sentirse
ella
misma
incapaz
de
deslealtad. Todo
esto
viene
por
si mismo
en
defensa
ele
la
mujer
; pero
si
así no fuese,
es
de
tener-
se
en
cuenta
que
la
inferior
idad
de
s.n
intelig
encia con
re
specto á
la
del
hombre;
que
esa
misma
veheme
ncia.
herida por
el
desengaüo,
pueden
influir de
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modo. so-
bre
su
naturaleza,
que
despie
rt
en en
ella
las
manifes
ta
-
ciones de
una
locura
que
pu
ede
arrebatarla
conducién-
dola
fatalmente
al
crimen,
y(},
sea
realizado
sobre
el
aman-
te,
ya
~ob.ro
el
fruto
de
su
extravío; ,
Podrá
.
ser
culpal:?l~
la
mujer
del
acto
reprobado
dEp
cu-
yQ
~studio
1¡.os
op
,up¡igios;; :p~ro.
hay
.
que
, 1:luscar sie.mp,re
, ;~n
131la
el,or_igen :
delh~p~J
.
s9
,
Cfi
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m.inal:
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,\
.
-:--
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\\
~
'\
,, ~
j\"
ESTADOS.
1871 1872 1873 1874 .:::I~ 1877 1878 1879 1880 1 881 1882 11883
~
I
~
- - --
-------
Territorio
de
la Baja California . . 1 .. 3 2 6
Aguascalientes.
. . . . 1 1 ! . 1 1 . . .. 4
Campeche.
... . . . . . . 1 . . 6 7
Coahuila .. . . 2 2 2 1 1 2 2 3 1 3 19
Colima . . .. 1 . . 1 2
Chiapas. ..
...
. . . . . . 1 1 . . 2 1 1 1 3 8 5 1 2
26
Durango.
. . . . .. 2 2 2 1 . . 1 2 1 1 2 1 1 3
19
Guerrero.
... . . . . 2 1 4 1 1 2 8 4 3 1 2 1 3 33
Hidalgo.
7 2 6 3 1 19
. . . .
..
. . . .
Jalisco . . . ...... 10 12 6 7 12 10 5 9 17 13
20
9 19 10 9 168
Michoacán 13 2 2
,.,
6 2 2 2 22 4 9
~
1 5 1 72
. . . .
..
D
Morelos. . .
...
. . 20 3 1 10 7 4 3 6 1 2 1 1
59
Nuevo León 2 1 l 2 3 l l 2 2 ..
15
Oaxaca.
..
8 3 5 8 9 4 10 6 5 4 5 7 10 5 3 92
Querétaro. . . 1 . ' . 5 4 2 4 4 2 6 7 35
San Luis Potosí . . . . . . 6 l 3 2 2 1 2 8 5 4 3 3 ,40
Sinaloa. .. 1 1 1 1 1 l 6
Sonora.
3 2 1 1 . . 1 .. 8
Tabasco.
. . .. 2 1
..
. 3
'ramaulipas
...
..
1 1 . . 1 1 . .. 1 -· 5
Tlaxcala . . . . . . .. 1 1 3 4 1 1 3 1 15
Veracruz.
. . 3 9 3 5 10 13
~
10 15 8 14 -12 111
Yucatán
. . . .. 1 1 1 2 1 2 3 1 2 3 2 2 1
22
Zacatecas.
...
4 . . 1 6 5 2 2 4 5 2 2 2 1 5
41
Distrito
Federal
. 9 10 3
10
1 4 7 6 10
99
....
25
16
21
7 9 160
---
1- .
------
--------
Sumas.
87
53
39 1 58 1 50 1
42
41
61
98
71
1 96 t,5 ¡ 83 1
61
1
62
987
! .
..
'-
223
tan
difícil
de
suponer
en
la
madre
el deseo
de
privar
á
su hijo
de
la
vida! . . ·
....
P
odrá
ser
culpabl
e tan1bién el
padre
de
1a
autora
del
delito;
pe
ro
¿á
cuánto
puede guiarnos
la
perturbación de
la
razón cuando á ella sirve do móvil
la
,·ergiienza,
el
bochorno prodncido por
la,
deshonra!
.....
.
La
honra
es
antes
que la vida; porque
una
vida s
in
honra
es vida
de
humillación y de vergiienza . Y sí,
pue
s,
proferimos
la
honra
á
la
existencia. y exponemos
ésta
por
sostenGr aquélla, ¿qué de
ext
raño se ve en que
un
pa
dro ce
ga
do
por
la locura que le produce s
ll
deshonra,
]Jl'
Ív
e de
1ft
vida al
f~
ut
0 de los amores icitos de
una
lríjn:
:)
El
acto
es r
eproba
do pero es disculpable ; pi'imero
po
rqn
e
tie
nde
á conservar la
honra
s
in
la
cual no puede
liaber sociedad res
petada;
y segundo, po
rqu
e puede
ser
hijo de
un
arranque
de loc
ura
al
que
sfrvió de móvil
la
Yorgiienza
de
la a
frenta
recibida.
'l'odos,
por
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du
elo; y todos
Jo
ace
ptamo
s si el
tigo de
la
injuria cr nz6 n u
est
ro
sem-
blan
te
,,sin
importarnos
nada
la
mue
rt
e de
nue
st
ro
ad-
versario
ni
nuestra
muer
te
misma. Y no porque nos ha-
cemos reos de u n homicidio ni porque nos ponemos
en
co
ndiciones de
per
der la vida,
la
sociedad nos rechaza.
nos
repele
de
su
seno; bien por el contrario, nos
acepta
en
él
porque
queda
convencida
de
que
obramos en de-
fensa
de
la
honra,
y sanciona esa defensa con
su
estima-
ción
distinguida:
así en el caso que nos ocupa, el infan-
ti
cidio,
por
criminal
que
sea en apariencia, encuent
ra
]a
sansi6n
de
la
sociedad, 'no
por
lo que f,lfecta}
la
víctima.
que
siempí·e es
sentida
con angu~,tia, sino por lo
que
el
he
_chq
,.
tiez;ie
~
~p
"
i;n,iswo
para
.con~erv:ar
la
honra
3i
por-
,
22
4
que
puede
ser el res
ul
tado
de
una
pr
ocupac
ión
, moral
hija
de la locura qn e en
cuentra
en la vor
;;
iicnza la causa
ocasional
ele
su
reYolación.
,Por otra pnrfo, hay
qn
e tener ~
11
c.:
1t
c•
nt1a pM,t explicar
la
comisión
de
l l oli , la
influ
nc
ia d
l
el
im
a, y de l a
imit
ación., Au
nque
ro
pe
to
el
la
p1
·i mel'a <·n
1u,,
a'
es muy
di ci l
det
erminar con
exa
Li
tll(;l
Lt
pa
rle
, l
1w
<lebe
oon-
ccdé1·sele, si en cambi e
ha
l
iuc.:
!t
u l a
ub:-i<
'
n·n
ión, y .
así lo dice
J\Ir
.
Lnr,
que
1,i,
c1
l
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·
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t lo asilos·
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H.
Y_Herlinda
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Colegio
del
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pri-
.
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honrado comerciante y la sc
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con
el
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· ·
A.:
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su
1inatrimoriiio,
Julia
tuvo
uu
hijo al que privó
de
' .2-
25
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la
vida
en
un
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tal
mod
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te
n
erlo
en s u i
magi
na ción,
siempre
con d
esagrado
.
Poco
ticmpq
después
concibe
Herli
nda,
y p a
re
al tiem po
natural
de
la
gestación,
y
mata
á s
11
hijo
po
r loa mismos
medios
de
que u
,Tul
ia
para
p
rivar
de la
vida
a l
suyo;
pero
menos
viva
qu
e ésta,
no
pu do ocultar
su
crimen
y
e
vió
s
om
cL
ida á
un
p
roces
o vergonzogo
qu
e dió al
tra
s
te
po r com p
leto
con su
razón
.
II
ecll
as
l
as
inve
stigaci
on
et:i
necesarias,
se vi no
en
conocimi
ento
de
qu
e
Hcrlinda
llabía
tenid o e
ntre
RUS
ascend
ien
tc3
tres
ena
jeua-
dos, dos
alcohólicos
y un suicida
..
Fué
ab.rnelt a d el
cargo
pero
co
n-
el
llJ6
sus
días
en el n
hnicomio
de
C
....
Estas
causas
qne
acabarnos de seífalar, como
ot
rns
mucha
s de
las
que
iremos
ha
blando
en el
discurso
do
es
ta
obra,
tienden
ú
pr
epa
rar
lentamente
el
or
ga.
ni
smo
pa
ra
revolarse en el
primer
choque
que
venga
á t
rast
or-
narlo
. Y csto.s c
ausa
s no
dejarfo
de
ejercer
.s
u influjo
duran
te
el
embarazo
para
ma
nifestar
se
antes
6 _en el mo -
rnento
del
parto
6 poco después, siendo el al
umbramien-
to
la
can
sa
ocasional que
perturba
el
orga
nismo .
Es
de
lame
n
tarse
que
la
est
adí
st
ica c
ri
minal
fo
r
mada
on
los di versos I~stados do
la
República de
sde
18
71
hasta
18
83, l o
haya
sid o bajo un aspecto Lm gen
era
l,
que
110
no
s p
erm
i
ta
fi
ja
r,
en s u vi
sta
, á
qu
é sexo p
erte
necen
los a
cu
sados ,de cada delito y c
uáles
ha yan sido las cau-
sas ocasionales d e los
crímenes
qu
e e n
ese
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se
han
-i
·erifi.ca
cl
o.
f.I
e aquí.
en
s.
~g1;1ida,
~l
cuadro
estadíst
.
ico
del
infan
ti-
cJdio,to1pa~q,
qe
l~
..
E,
st
.
apístic
,
ij
,
¡y
ri:rnü}al
impresa
.
por
el
S:uprenio
O.o~~~{nq
>, .h~ , .
c1rn:l,
exc~ptµaµdo Jos
,.
E~tados
(
226
de
Chi
huahua
,
Guanajuato,
México y PuApla y
el
rerri
-
torio
de
Tepic
que
por
las
causas
que
en
aquella
se
expli-
can,
de
jaron
de pr es
entar
los
datos
neces
a
rios
ú fijar
las
fases,
desarrollo,
desenvolvimiento 6 disminuci61í
de
la
c
ri
mina
li
dad,
ocasionaron con
ese
abandono
de
co
ntri-
buir
ú
la
·
formación
de
un
cuadro
crimin
al
important
e
El
cuadro
ya
citado
_nos
hace
conocer
el
número
de
infanticid
ios verifica.dos en
cada
uno
de
los nños qne for-
man
los quir¡
ce
del p eríodo; pero
1:.
0 nos
indica
d
esgra
-
ciadamente,
el sex'J
ele
los
delincuentes,
ni
el
gra
do
de
cr
i
mina
l
idad
que
á
cada
uno
de
estos
corre
sponcb
. No
obstante.
el
mis
mo
estado
nos
sumin
i
st
ra
nn
elato qno
no
es
ele
pasarse
desapercibido:
que
el i
nfanticidio
está
en
razón
directa
de
las
costumbres
y del
carácter
de
los
puebl
os,
teniénd
ose
en
cuenta
el
mero
consid
erab
le
de
p
obbci
6n flotnnte y del origen
de
ésta
en
centros
de
soci
edad
bien
import
a
ntes:
que
esas
costumbres,
descom-
poniénd
ose
por
razón
de
esa
mism
a afluó
ncia
de
pobla-
ción, on sei.üido
inv
-erso
de
la
moralidad,
lo q
ue
pasa
al
contrario
con los
pueblos
que
permanecen
estaciona
ri
os,
producen
seres
desequilibrados,
candida
tos
forzosos
(1
la
locura,
que
reciben
como
le
gado
funesto
desde
el
instan-
te
en
que
son
concebidos y
qne
se
re-rnl a d
esp
ués d
el
nacimiento,
por
el concurso de
circunstancias
ocasiona-
les
ap
ropiadas.
La
civilizaci1Sn
adquiere
un
influjo
te
rrib
le
pa
ra
la:
co-
misión
de
los
ddit
0s, especia
lm
ente
para
la
de
aquell?
s
de
forma
sexual
por
decirlo así,
de
lo
que
resulta:
qu
e
·
1o
s pueiblos
más
civilizados t.ienden ·á ,
ser
lós ·
más
'crimi-
. nale.s,
ya
no1
§Ólo
:
en
cuanto
hl
máyor
; nfüriero:
:a
·e l ós
de-
lincúentes,
si
no
f'
á fa,
escala
.
variadisi
mii;
ad
fost -
deii
fos
r
22'7
.,.
t)
~
.•
qu~ _s~
co;n
.ai,b;
e:n,Y:
se,
re
_aliza,n di;n·iawente .. Per¡:rsi,la ci-
vilización es .
Jm
mal, es
un
mal· verdaderament e necesa-
rio ,por cuanto á· que en la esfera del progreso y del
adeÍantamiento, engra
nd
ece y levan
ta
:.í
los puebios.
Lombroso hablamlo en sus Estudios de p siquiatría del
aumento
ele
los delitos sexuales dice:
La
civilización mode
rna
influye en
esto
de un modo m
ás
directo,
pro
m9vienclo la in
st
rucción y aumentando,
por
consiguiente, el
er
e-
tismo del sis
tema
nerviow , que s u vez
requiere
estímulos y place-
re
s siempre nuevos y agudos,
porque
si es
verdad
que
Ciascum confusamente
un
benc
apprende
Ne! qual ó
aequetá
l'
anima
(o.Gn~),
también
es
cierto
que
cuanto
más se eleva el
hombre
en
la
actividad
· psíquica, más
aumenta
el
número
de
sus
necesidades
y p laceres
cuando
el
espíritu
no se
preocupa
de
·
grandes
ideal
es ci entfficos, '
humanitarios,
etc., y cuando
la
riqueza
permit
e
una
·
espléndida
ali.
mentación.
Entre
las necesidades y los
placeres
que
aumentan,
so-
bresalen
el
sexual, que
hasta
en todo el reino
animal
se ve en
íntima
conexión y
dependencia
del
cerebro
y en
continua
relación,
ora
de ·
antogonismo,
ora
de
paraleli
smo, con el disfrute
de
la
salud,
de
la
vida y de la
inteligencia.
. . . '
Y qué podemos deducir de lo dicho por Lombroso:1 que
si
cuando
más
se eleva
el
hom\)re en la
act
ividad psíqui-
ca, más aumenta
en
el
número de sus necesidades y pla-
ceres; con
este
aumento de placer0s y necesidades, el
individuo se ago
ta
física y moralmente, y si
n6
se vuel-
ve
inepto
para
la fecundación, así como la mujer
para
la
concepción, se
tornan
en creadores
de
seres degene -
rados
que
prestan
m{ts
tarde
un
importante
co
ntinge
nt
e
pa
ra la crin1inalidad.
Muchas veces acontece que esa creación
no
Üega á
re
alizarse porque la prostitución se opone á ello,
ya
no
228
sólo
por
la
incapacidad
de
los
seres
'
qué
deben
impartir
,
la
vida,
si
no
aun
por
el
refinamiento
de
esa
misma
pros-
t
itución,
q_ue
obliga
al
sacrificio
de
los hijos; y
he
aquí, ·
y
desde
lu
ego
un
ejemplo
de
ello.
Pres
cindiendo de la fáb
ula
referidá
por
Higinio res-
pecto
del ejercicio
de
la
medicina por las
mu
jeres
en
(}
recia,
ft
jémo,nos
en
que
cuan
do
aumeht6
en
Roma con-
:,,;
idorablemente
el
númer
o
de
ndc
imient
os, las
SCif](!
' ,
que
no
era
n más q1
1e
las vendedor'ás de,'filtros y de
u:ng
iien-
tos
qne
componían e
ntre
una
multitud
de
ceremonias
m
ágicas
traídas
de
Tesalia, er
an
también·
las
que
dép
o-
s
itaban
diariarnonte· en'
las
calles públicas y
ei1
los
ho1·
nos
de
.los
panaaeios,
los cad:á vei·es
de
iós recién nacidos.'
que
se
con.de~1aban
~{
seg
ura
inuePte · d
esde
el cla
ustro
materno
. '
La
.~ag
w
era
]a, qlle cumplía el :infant icidio ' y
q
ui
en aho
gab
a
entr
e fos 'pli
egues
1
de
-
su
túnica
á
la
ino- .
cent~ Yíctima del
aban
d
o'no
niatenia
l. ¿Q'
motivaba
fa
frecuenc
ia de
éstos
de
li
tos·?
El
d
es8.1tol10
de
l'a
¡~fostitu-
cn ; porque
el
teiyor
en
la !llujer '
de
~'iterar la purezn.
ele
su
vientre
terso
y
puli
do, y la morvidez del pecho,
la hf,cían
c'o1
'ió
ebir el' deseq, qu
\:)
r
d~
ú'
zaba,
produ c
irse
e!'abéfrto, d_o sacriflcai.1 al r'eéiéú nacido
para
e,
,
ita1:so
un
a incómoda l
actanci
a. · ' · ·
Cnan
do
·
1a
' aflncnci.a
de
extnrn'jeros aé:abó de lev,antar
á R6ma ál pináculo
del
engrandecímiento;
fa
mujer;
b.
n-
i-;iosa
de
placeres, 110 podía
1'C
S1Stir,
estr1I'ldü
en
c
inta,
los ofrecimientos y á
la
s se'du.ecioncs
o
la
asediaba
n,
y,
por110 a
parecer
ante
sus IJnmerosos
m11anto'$;
pe'rd
ida
su
belleza '6 con el
vientre
r.
irrugado·i s·~ctificaba
a~
hijo, ·
en
aras
de ese
vcino
''
y crim
inúl
deseo
'.
'
Esa
a11siediúl
de
pla?cres
se
manifestaba
en
Ut~
n
:i
ujerés
dtir
ante
el
·
perío
-
229_
do
de
la
preñez,
porque
entonces
podían
entregarse
confiadamente
á
sus
ama
_
ntes
sin
temor
de
que
el
mari-
do
se
apercibiese
de
sus
desórdenes,
y así,
Julia,
la
hija
Augusto,
tari
luego
como
se
sentía
en
cinta
de
su
es-
poso
Agripa
,
no
ponía
'
interrupci6n
ninguna
á
sus
livian-
cla
des,
respondiendo
,
según
lVIacrobio, á lo s
que
se
ad
-
miraban
de
ellas
''E'n
f;fecto
,
yo
no
,admito
pasaje1·0s
á,
bo
,rdo,
sino
cua
ndo
la nave
estú
cargada'.
(Ad
enim unquam
nisi nar i plena
todo
z,ecto
rem)."
Vol viendo á los
im
pu
lsos <1eterrninados
por
la
imit
a-
ci
ón,
la
nutoridad
teniéndolos
en
cuenta
como si real-
mente
hubiesen
oxisticlo,
deb;
:,
someter
al
acusado
al es-
tudio
del
dico-legista,
deduciendo
de
su
opinión la
suma
de
crim
inalid
ad
que
al
delincuente
corresponda.
Si
una
mujer
ha
1lov
ado
á cabo
el
delito
de
infantici-
dio
siguiendo
el
impul
so
de
fa
locura
au
xiliado
por
la
imitación,
¿cómo
podd,
averi
gua
r
se
el
grado
de
su
cul-
pabilidad
si
el.Juez
no la
somete
á
la
obserYación
médica
y si ésta no
se
encamina
acertadamente,
formu
lan
do al
efocto
las
preguntas
-
adecuadas,
y con
lo
-
que
de
ellas
resulte,
fijar la
influencia
del
impulso?
La
delincuente
sometida
al
examen
del
médico-l
egista
prestará
grandes
element
os
para
fijar la opinión de
éste,
si
este
mismo
no
deja
de
investigar
á s u vez los efectos
de
la
locura
imi-
tativa,
los fenómenos
prodr6micos
que
hayan
podido
exis
tir,
tules como la cefala l
gía.,
el
malestar,
la
laxitud,
la
falta
do
aptitud
para
el_trab::ijo y
otros,
aun
cuando
hayan
desaparecido
con el
impulso
.
Mal
llevada
la
a
verig
uación y por lo
mismo
mal
enca-
minad.a la obse
rvac
ión
médi
co-legal,
podrá
venirse
al
deploráb
le
resultado
de
condena
r á
un
inocente,
y
he
230
.;
aqrtÍ
;,
porque no
eesaremos, de
repet
,ir
una
·y mil: veces;
q
.ue
. el Juez debe
instruir
los procesos cuyo conocimien-
to
le
con
esponda, con la eficaz
ayL1da
del médico-legista,
ó lo que es lo mismo, que
la
medicina legal debe
tener
siempre
un
importante papel en ·
1a
apreciación de los
delitos, seü cual fuere
su
clase, y
la
importancia de los
medios puestos
en
práctica
para
su
perpetración, siem-
pre
que
ésta
se
haya
llevado á cabo por
un
solo individuo.
'I

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