El INACIPE distingue a Jesús Zamora Pierce

AutorAlberto Nava Garcés
Páginas52-55
52 El Mundo del Abogado
DOCUMENTO
Jesús Zamora Pierce:
Asistimos aquí para presenciar
su investidura como doctor ho-
noris causa, título que le otorga
el Instituto Nacional de Ciencias
Penales, un organismo joven
que desde hace más de 45 años
agrupa a lo más granado de
las ciencias penales y en cuyas
aulas todavía queda el rumor,
el eco, de los grandes maestros
que han hablado en sus audito-
rios y en sus aulas. Dice New-
ton: “Vamos sobre hombros de
gigantes”, y hoy, a usted no sólo
se le reconoce sino que se le
inscribe como un ejemplo de lo
que debe ser un penalista.
En particular, me siento muy
honrado al participar de este
acto único. Mi labor no es otra
sino responder las preguntas
que se puede hacer el homena-
jeado: ¿por qué a mí?, ¿por qué
aquí?, ¿y por qué hoy? En la hora
nona de nuestras vidas, cuan-
do “aún hay sol en las bardas”,
resulta de especial relevancia
El 23 de octubre pasado se llevó al cabo la ceremonia
de investidura del doctorado honoris causa que el
Instituto Nacional de Ciencias Penales confirió al reco-
nocido penalista Jesús Zamora Pierce. Reproducimos
la laudatio que en esa oportunidad pronunció Alberto
Nava Garcés, académico especialista en Derecho pe-
nal y miembro del Consejo Editorial de esta revista.
El INACIPE distingue a
Jesús Zamora Pierce
Alberto Nava Garcés
saber que lo hecho ha tenido algún
impacto en la vida de otros, lo que
hace que el espíritu trascienda. Hoy
me toca referir por qué a usted, por
qué el INACIPE y por qué en este
día luminoso.
Jesús Zamora Pierce tiene frente
a sí mismo un gran pasado
Pocas veces el trabajo de un abo-
gado postulante es reconocido en
los ámbitos académicos, pero es
justo porque su trabajo ha reba-
sado las paredes de los antiguos
juzgados, las escaleras de már-
mol de los altos tribunales y, por
supuesto, los pizarrones donde su
nombre es repetido para referir
delitos en particular, patrimonia-
les por antonomasia, o casos que
se han quedado en la memoria
colectiva. Su voz, ya sea en la Barra
Mexicana, Colegio de Abogados, o
en la antigua Academia Mexicana
de Ciencias Penales, es un referen-
te de rigor al hablar de Derecho
penal.
Además, sirva esta mañana para
recordar y celebrar su vida profe-
sional. Usted podrá echar la me-
moria atrás y recordar las charcas
de infancia, lo ajustado que podía
ser vivir en aquel entonces, la
llegada inédita de uno de los suyos
hasta la universidad y cómo paula-
tinamente se fueron abriendo las
puertas no sólo para encontrarse
con su destino en el despacho de
don Víctor Velásquez, sino hasta su

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