Igualdad de género en el Poder Judicial: una propuesta demagógica

AutorCésar Esquinca Muñoa
Páginas32-35

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La iniciativa de reformas a la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación presentada por el senador Ricardo Monreal Ávila, supuestamente para impulsar la integración paritaria de género en ese poder, cuya esencia una vez más demuestra desconocer, no puede calificarse sino como demagógica porque, apoyado en medias verdades e ignorando el trasfondo del problema, oculta que en realidad lo que busca es dividirlo, debilitarlo y someterlo, por ser el único que puede servir de contrapeso a la fuerza avasalladora del partido político al que pertenece, dueño ya del Ejecutivo y el Legislativo.

En principio, conviene hacer notar que la igualdad de género que, como derecho humano, consagran los artículos concordados 1º y 4º constitucionales, está plenamente garantizada en el Poder Judicial de la Federación, muy por encima de lo que acontece en los otros poderes, en especial en tratándose de la carrera judicial que es a la que se refiere la iniciativa, ya que mujeres y hombres que ocupan las

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diversas categorías que la integran tienen los mismos derechos y obligaciones, perciben iguales salarios y prestaciones, sus horarios de trabajo no son diferentes y, sobre todo, tienen las mismas posibilidades de ascender a los cargos terminales de juez de distrito y magistrado de circuito, sin discriminación alguna.

De ahí que los tratados internacionales, que con la clara intención de impresionar son citados en la iniciativa, no vengan al caso, pues si bien la mayoría incide en problemas de las mujeres, el tema es el de las juzgadoras federales, y en un exceso notoriamente demagógico incluye el Convenio sobre el Trabajo Decente para las Trabajadoras y Trabajadores Domésticos.

En cuanto a la paridad a que se refiere, de la que cita como ejemplo la composición del Congreso de la Unión, forzada a través de lo que denomina , que sólo son susceptibles de adoptarse en órganos tan numerosos como las cámaras, en las que no existen exigencias mayores para seleccionar candidatos —lo que se ha hecho incluso por medio de tómbolas—, denota la impericia, la improvisación, la inexperiencia y hasta la ignorancia de algunos de sus miembros. Además, esa paridad es un tanto ficticia ya que, si bien el número de legisladoras y legisladores es similar, las decisiones las toman las cúpulas partidistas en las que poca o ninguna participación tienen las mujeres.

Esa ligereza en la selección no es dable en la carrera judicial federal, en la que, por disposición...

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