La utopía liberal de Vargas Llosa

AutorFabiola Escárzaga Nicté
Páginas217-239

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Restauración democrática y continuidad neoliberal

El colapso del gobierno peruano de Alberto Fujimori ocurrido en noviembre de 2000 luego de su caída en desgracia frente al gobierno norteamericano,1 su exilio en Japón y la negativa de extradición del gobierno de ese país que lo acoge y protege todavía,2 son hechos marcados por elPage 218escándalo que revelaron, en el plano internacional, algo que ya se conocía internamente: los altos niveles de corrupción del sistema político peruano que permitieron prolongar por más de diez años una dictadura con sustento popular, fachada demo- crática y aceptación internacional.

Fujimori derrotó en 1990 al exitoso escritor Mario Vargas Llosa, candidato por el derechista Frente Democrático (Fredemo)3 favorito desde tres años antes de las elecciones, y lo hizo en virtud de la distancia que separaba al “chinito” de la élite política tradicional, lo que le permitió establecer una comunicación directa con los sectores más pobres del electorado.4

La humillante derrota experimentada por Vargas Llosa lo hizo prometerse no participar más en la política profesional, no criticar al nuevo gobierno y, todavía más, adoptar la nacionalidad española.5 De la primera decisión se retractó, pues luego del golpe de Fujimori al Congreso, en abril de 1992, el escritor se sintió moralmente obligado a cuestionar esa dictadura. Vargas Llosa denunció el doble rasero que la comunidad internacional, los organismos financieros, el gobierno norteamericano y la Organización de Estados Americanos aplicaron al gobierno de Fujimori, del que aceptaban su autoritarismo y corrupción como costo necesario de sus éxitos contrainsurgentes y su implacable aplicación del ajuste neoliberal.

Las elecciones de abril de 2000 en que Fujimori se reelegiría por segunda vez trajeron, como las de una década antes, una sorpresa: Alejandro Toledo, uno de los últimos candidatos en la lista de preferencias, se coló al primer lugar. De manera fraudulenta, el Jurado Nacional de Elecciones dio mayoría no absoluta a Fujimori, lo que obligó a una segunda vuelta, en la que Toledo no participó, en protesta por la ausencia de condiciones para una competencia equitativa.

Un día antes de asumir Fujimori su tercer mandato, el 27 de julio de 2000, sePage 219congregaron en Lima 100 000 manifestantes en contra de la dictadura, provenientes de todas las provincias del país. A este movimiento se le denominó Marcha de los Cuatro Suyos (como se designaban las comarcas del antiguo imperio inca). El acto de rechazo multitudinario a Fujimori fue el principio del fin del fujimorato. Finalmente la presión interna y externa resultaron insoportables y el 19 de noviembre Fujimori envió su renuncia desde Japón, donde se encontraba de gira, y fue destituido por el Congreso al día siguiente; acto seguido, se nombró como interino en la presidencia al presidente del Congreso, Valentín Paniagua, quien convocaría a nuevas elecciones en abril de 2001. Alejandro Toledo gana en ellas la presidencia en la segunda vuelta.6

Poco antes de la primera vuelta electoral del año 2000, escéptico todavía, Vargas Llosa manifestó su apoyo a Toledo,7 candidato del partido Perú Posible,8 hijo de campesinos andinos emigrados a la costa, de 55 años, doctor en economía por la Universidad de Stanford, funcionario del Banco Mundial y la Organización de Naciones Unidas, casado con una antropóloga belga que habla lengua quechua. Con un programa neoliberal, y a decir del escritor, con “una espléndida cara de indio”, era un “cholo”9 de Harvard, como racistamente le llamaban sus adversarios.

En América Latina, como en otras regiones, han sido frecuentes en las últimas décadas los casos de incursión en la política desde otros campos ajenos a ella, o el cambio de bandera desde la izquierda al neoliberalismo; el de Vargas Llosa no es el único, pero es un caso relevante entre los ocurridos que nos parece provechoso analizar. A pesar de su derrota electoral, su programa fue aplicado por Fujimori durante 10 años de gobierno autoritario y Toledo pretende persistir en él. El escritor rechazó siempre el planteamiento de que la adopción de su programa neoliberal por Fujimori constituyera su victoria moral. Para Vargas Llosa, sin libertad política y sin democracia tal programa no podría rendir los frutos esperados; el paquete era completo: libertad económica y libertad política.

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El revés de Vargas Llosa en 1990 se explica por los errores cometidos por el escritor-candidato, las inconsistencias de su programa liberal y la contradictoria y conflictiva alianza derechista que sustentó su candidatura, elementos que propiciaron su desencuentro con el electorado popular, indio y mestizo, rural y urbano.10 Esos sectores votaron por un descendiente de japoneses, advenedizo en la política nacional, que invirtió escasos recursos y mucho ingenio en su campaña, y adversario del más prestigiado escritor peruano contemporáneo, que contó con amplio respaldo financiero, que compró mucho tiempo en los medios de comunicación, a quien los electores identificaron con la élite criolla monopolizadora del poder político: un limeño que no tenía nada en común con ellos, al que veían como extranjero.11

Las deficiencias de la campaña y del candidato son expresión de un fenómeno viejo: la inconsistencia política e ideológica de la derecha peruana, su debilidad e incapacidad para apelar a las masas étnicamente diferentes de la élite e incorporar sus demandas históricas a su programa. Los orígenes y la persistente tradición oligárquica de la derecha peruana dan como resultado una gran distancia entre gobernantes y gobernados que se refuerza por las diferencias étnicas, sociales y regionales entre indios y mestizos, frente a los criollos, entre pobres y ricos, y entre la sierra andina y la costa urbana.12

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Literatura y política

Luego de su derrota y decepcionado de la política, el escritor regresó a la literatura y publicó, entre otros, dos libros que realizan en distintos niveles el ajuste de cuentas de su traumática experiencia: El pez en el agua. Memorias (1993) y La utopía arcaica. José María Arguedas y las ficciones del indigenismo (1996).13 Ambos textos nos ofrecen un material muy rico e intenso sobre el desencuentro entre Mario Vargas Llosa y los sectores populares peruanos a los que él esperaba conquistar.14

En sus memorias, Vargas Llosa presenta los hechos como si su ingreso a la “política profesional” en 1987 hubiera representado un giro inesperado en su vida, por el que sacrificaba su exitosa carrera de escritor15 y como si su candidatura fuera su bautizo político. De esa manera su condición de político improvisado justificaría su deficiente actuación como candidato presidencial y su derrota frente a Fujimori en 1990.

En realidad, la participación política de Vargas Llosa ha sido constante desde los años sesenta. Y desde 1971 hasta hoy, aprovechando su condición de escritor influyente, ha promovido la visión liberal del mundo desde su literatura, sus artículos periodísticos y desde otras intervenciones claramente políticas. Esas intervenciones no afectaron su carrera de escritor; al contrario, le dieron un grado conveniente de visibilidad que contribuyó al éxito comercial de su obra.

En la mitología sobre su persona, desplegada en su obra, reivindica un pasado izquierdista, el cual se reduce a un año y meses en su etapa peruana. En 1954 ingresó

Las relaciones entre padre e hijo nunca fueron buenas. Estos datos y consideraciones, como la mayor parte de las referencias biográficas en este artículo, corresponden a MVL. El pez en el agua. Memorias: Seix Barral, México, 1993. En adelante nos referiremos al texto simplemente como MVL. Memorias.Page 222a la Universidad Mayor de San Marcos (UNMSM) para estudiar letras y leyes;16 allí participó en la fracción estudiantil de la célula Cahuide, que era el Partido Comunista Peruano en la clandestinidad. Su actividad política se limitaba a la escuela de cuadros, repartir volantes o vender un periódico clandestino llamado Cahuide, en el que escribió algunas veces. Fue elegido delegado de la Federación Universitaria de San Marcos, como candidato de Cahuide en letras. Aburrido de esa forma precaria de participación política y del dogmatismo de sus compañeros, abandonó la organización comunista y en seguida, en 1955, se afilió al Partido Demócrata Cristiano (PDC), recién fundado, y permaneció en él hasta 1960 cuando, desde Europa, renunció a la organización “por su tibieza en defender a la revolución cubana”.17

En 1958 viaja a Europa becado para estudiar un doctorado en filosofía y letras en la Universidad Complutense de Madrid,18 recién casado con Julia Urquidi, su tía.19 Al año siguiente la pareja se instala en París, donde él realiza su sueño adolescente: formarse seriamente como escritor. Viven pobremente, él escribe y desarrolla trabajos alimenticioscomo profesor de español, locutor en la ORTF francesa y periodista en la sección española de France Presse. Ella le ayuda en la mecanografía.

En la ciudad luz se identifica otra vez con la izquierda. Se hace amigo de los escritores Julio Cortázar, Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez y participa con ellos durante los años sesenta en el movimiento de escritores latinoamericanos, el boom, que combinaba la reivindicación de la revolución cubana con la promoción de una literatura progresista que recrea la compleja realidad de América Latina, sus luchas y sus heterogéneas expresiones culturales. Como periodista visita Cuba y escribe reportajes sobre su revolución; más tarde, entre 1965 y 1971, participa como jurado del premio y como miembro del comité editorial de la revista Casa de las Américas. La distancia de Vargas Llosa frente al gobierno de Fidel Castro...

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