Huelga de Cananea. Cananea, Sonora, 1 de junio de 1906

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Esteban Baca Calderón
En la noche del 31 de mayo, dos mayordomos de
la mina Oversight informaron a los rezagadores y
carreros que desde el día siguiente la extracción
del metal quedaría sujeta a contrato. Esto no que-
ría decir que los obreros se convertirían en con-
tratistas ni que se les obligaría a trabajar en lo
sucesivo a destajo, por los consabidos tres pesos
de salario. El contrato de extracción de metal se
celebraba entre los dos mayordomos citados y la
compañía. En consecuencia, los mayordomos que-
daban facultados para reducir el número de traba-
jadores y recargar la fatiga en los que continuaran
en servicio. Se le daba a los contratistas la oportu-
nidad de alcanzar muy fuertes ingresos metálicos
a costa del esfuerzo de los mexicanos.
Tal intento de explotación desenfrenada, que
humillaba más a los hombres de nuestra raza, no
sólo causó indignación entre los trabajadores
afectados sino también entre los barreteros y ade-
madores nacionales y despertó, además, las sim-
patías entre los unionistas extranjeros que traba-
jaban en la Oversight.
En la madrugada del 1o. de junio, antes de
que llegara la hora de dar por terminada la jor-
nada de trabajo, aquel conglomerado de mineros
integrado por rezagadores y carreros, por barre-
teros y ademadores, todos mexicanos, se amoti-
naron a la salida de la mina precisamente a las
puertas de la oficina de la misma y prorrumpie-
ron en gritos: “¡Cinco pesos y ocho horas de tra-
bajo! ¡Viva México!”, resurgieron otros gritos por
los que se nos llamaba a Diéguez y al que habla
para que encabezáramos aquella manifestación
de enérgica protesta contra los abusos de la com-
pañía. Álvaro L. Diéguez, que vivía también en
Buenavista, fue el encargado de llamarnos. A. Dié-
guez le causó contrariedad la intempestiva reso-
lución de los mineros, porque consideró, y con
plena razón, que sin una organización general y
sin una fuerte suma de dinero para satisfacer las
necesidades de los trabajadores durante la sus-
pensión de labores en la mina, la huelga estaba
condenada al fracaso.
Yo le manifesté mi resolución de acudir al
llamado de los mineros y le expresé también mi
opinión en el sentido de que si no obsequiábamos
sus deseos quedaríamos descalificados como
hombres de acción ante el concepto público.
Al llegar yo a la mina Oversight el jefe de la
policía de los campos mineros, un tal Fermín
Villa, arbitrario y altanero, modelo de esbirro de
la dictadura, pretendió capturarme apoyado por
diez o doce policías que comandaba. En el acto lo
rodearon los mineros, amenazándolo con los can-
deleros de mina, que tienen la forma de alcayata
y como 30 cms. de longitud. Le dijeron: “A este
hombre no lo toca usted”.
Pocos minutos después se presentó el doc-
tor Filiberto V. Barroso, presidente municipal
del mineral, acompañado de don Pablo Rubio y del
señor Arturo Carrillo, comisario y juez auxiliar
del Ronquillo, respectivamente. Los mineros le
*Fuente: La Revolución Mexicana: Textos de su historia, México, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 1985, tomo I,
pp. 343-357.
Huelga de Cananea*
Cananea, Sonora, 1 de junio de 1906
1906
TEXT O ORI GINA L

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