El hombre ripio (1846)

AutorGuillermo Prieto
Páginas61-64
ígaro, con una filosofía admirable, ha descrito su hombre
globo, es decir, el hombre que leve y poderoso se eleva so -
bre los demás; entretanto que el hombre patata no se alza una
pulgada de la tierra donde vegeta oscuro: en México, nues-
tros hombres globos, son verdaderamente montgolfieres (tan
atrasados así están nuestros conocimientos científicos) que,
llenos de humo, se levantan quemándose a corta altura, en me -
dio de las risadas y la mofa de la plebe que vio el magnífico
y ruidoso aparato del ascenso.
Pero hay una clase abundante, hasta cierto punto útil, que
la ha desechado hasta hoy la observación literaria, que la ha
despreciado el microscopio del botánico y el soplete del mine -
ralogista. Hombre no definido, tornasol acomodaticio, elástico
expansivo y extraordinario; tal es el hombre ripio.
A primera vista, unos lo juzgan peluquero y otros herma no
de la Santa Escuela; quién lo sospecha mayordomo de mon-
jas, quién maestro de dibujo: nada dice su fisonomía; trae el
ordinario de la misa en un bolsillo y en el otro un libro de co ci -
na, al lado de Hermosilla o Reyneval; pero afable, ceremo-
nioso, condescendiente en las conversaciones, flexible a la
opinión del magnate; tímido, delante del prócer que gobierna,
EL HOMBRE RIPIO
(1846)
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