La historia de la filosofia como tarea filosofica. Consideraciones a partir de Heidegger.

AutorGalzacorta, Inigo
CargoMartin Heidegger - Ensayo critico

[The History of Philosophy as a Philosophical Task. Considerations from Heidegger]

Es sabido que una parte importante de la obra de Heidegger consiste en interpretaciones de textos fundamentales de la historia de la filosofia. Y esto, hasta el punto de que, en la entrevista que concedio a Der Spiegel para su publicacion post mortem, no dudo en afirmar que "todo [su] trabajo en las lecciones y seminarios de los ultimos treinta anos solo ha sido, en lo fundamental, interpretacion de la filosofia occidental" (Heidegger 2000, p. 674). Pero, ?como es posible que alguien que es considerado por muchos una de las voces mas relevantes de la filosofia del siglo xx--o, en cualquier caso, una de las mas influyentes--reivindique que su trabajo ha consistido en lo fundamental en una exegesis de filosofos del pasado? ?Acaso no supone esto una renuncia de la filosofia a hacerse cargo de su propio presente y de los problemas que en este se plantean, una huida del pensamiento al pasado y a la discusion erudita acerca de su propia historia? (1)

El objetivo fundamental de este trabajo es mostrar que esta dicotomia entre un estudio historico de la filosofia del pasado y una reflexion filosofica acerca de problemas contemporaneos no se sostiene ni en Heidegger ni en el tipo de trabajo con textos filosoficos del pasado que se deriva de una lectura atenta de su planteamiento. Sin embargo, para alcanzar este objetivo realizare un pequeno rodeo a traves de la exposicion de algunas de las concepciones hegemonicas acerca de la funcion y los procedimientos propios del estudio de la historia de la filosofia. Tomare este rodeo por dos razones. En primer lugar, porque considero que buena parte de las incomprensiones mas comunes entre quienes, sin ser especialistas, se enfrentan a la lectura de las interpretaciones que hace Heidegger de la historia de la filosofia se hallan directamente relacionadas con la adopcion, de forma mas o menos consciente, de algunas de las premisas en que se sostienen estas concepciones habituales acerca de lo que se puede esperar del estudio de la filosofia del pasado. En segundo lugar, porque creo que la confrontacion del proceder heideggeriano con estas formas hegemonicas de estudiar la filosofia del pasado, y mas concretamente con el modo en que las dos concepciones historiograficas dominantes se enfrentan entre si, proporciona algunas claves interpretativas especialmente relevantes para clarificar el tipo de trabajo con los textos filosoficos caracteristico de Heidegger con los textos filosoficos del pasado. Asi las cosas, la primera parte de este trabajo revisara estas formas habituales de concebir el estudio de la filosofia del pasado y el modo en que se oponen entre si; la segunda parte confrontara el proceder exegetico heideggeriano con las posiciones fundamentales de este debate historiografico y, por ultimo, la tercera parte examinara de que manera estas indicaciones pueden ayudar a comprender lo que esta en juego en las lecturas de Heidegger de los textos de la historia de la filosofia.

  1. Dos modos de estudiar la historia de la filosofia: la discusion racional frente a la descripcion historica o el anacronismo frente al anticuarismo

    En amplios circulos de la filosofia contemporanea es habitual considerar que quienes estudian textos de la historia de la filosofia estan obligados a elegir entre dos opciones metodologicas divergentes, con fuertes implicaciones relativas tanto para la finalidad como para los procedimientos propios de esa tarea. (2) Para la primera de estas opciones, lo unico que, desde un punto de vista estrictamente filosofico, puede justificar la ocupacion de los filosofos con textos del pasado es la posibilidad de encontrar en ellos algo relevante para la discusion de los problemas que ocupan a la filosofia contemporanea. En este sentido, quienes desde esta perspectiva abordan la lectura de textos de la historia de la filosofia lo hacen tomando a los filosofos del pasado como interlocutores con los cuales se puede discutir en torno a una serie de problemas filosoficos comunes, sin que el hecho de que estos vivieran hace siglos, en ocasiones milenios, sea algo decisivo (cfr. Sorell 2005, pp. 2 y ss; Rorty 1986, p. 49 y Passmore 1965, p. 7). Desde esta perspectiva, la lectura de esos textos se debe centrar en el analisis y la discusion de las respuestas que los filosofos del pasado dieron a esos problemas comunes, tratando de discernir en esas respuestas elementos relevantes para nuestros propios intentos de solucionar estas cuestiones y tratando de encontrar la verdad y la falsedad de sus tesis, de evaluar la solidez o debilidad de sus argumentaciones. De esta manera, el trabajo con los textos del pasado se justifica por la posibilidad de encontrar anticipaciones o respuestas parcialmente acertadas que pueden servir para abordar hoy de forma apropiada esos problemas o, por el contrario, por la posibilidad de localizar en ellos fuentes de error que, por su propio peso historico, sigan hoy extendidos, ilustrando asi formas inadecuadas de plantear y resolver esos problemas (cfr. Sorell 2005).

    Por el contrario, la segunda opcion no considera que los filosofos del pasado sean interlocutores con algo que decir en nuestras propias discusiones, sino que los concibe mas bien como representantes de un mundo ya lejano que el estudioso de la historia de la filosofia quiere contribuir a descubrir. El objetivo de este tipo de lectura no consiste en analizar con nuestros propios criterios la verdad o falsedad de los argumentos y las tesis que se ofrecen. Antes bien, de lo que se trata es de dar cuenta del caracter idiosincrasico de esos textos, de descubrir la peculiaridad de los problemas filosoficos y de los criterios de verdad y racionalidad vigentes en otros tiempos y su diferencia con los nuestros. En este sentido, mas que valorar y discriminar en terminos de verdad o falsedad, solidez o debilidad, las tesis y argumentaciones desarrolladas por los filosofos del pasado, este tipo de enfoque de la historia de la filosofia "enfatiza el estatus de un texto filosofico como un documento entre otros de un lejano mundo intelectual", de suerte que el objetivo principal de su lectura consiste en "familiarizarnos con ese mundo [intelectual lejano] con el fin de obtener una comprension del documento" (Sorell 2005, pp. 2 y ss). En este sentido, si el primer modo de estudiar la historia de la filosofia trata de examinar que tienen o habrian tenido que aportar los filosofos del pasado para nuestras discusiones actuales, asi como la pertinencia de esas aportaciones, el segundo trata mas bien de descubrir y describir adecuadamente que es lo que de hecho pensaron esas figuras historicas.

    Si le creemos a Rorty, uno de los puntos clave en la distincion entre estas dos formas de abordar la lectura de los textos filosoficos del pasado radica en la observancia por parte de quienes optan por la segunda opcion--y en la no observancia por parte de quienes optan por la primera--de lo que el denomina la "regla de Skinner" (Rorty 1986, p. 50). Segun esta regla, enunciada por Quentin Skinner en su celebre e influyente ensayo "Meaning and Understanding in the History of Ideas" (Skinner 1969), el objetivo fundamental de quienes abordan la exegesis de un texto filosofico del pasado debe ser descubrir "que podria haber querido comunicar el autor en la practica" al escribir el texto en cuestion (Skinner 1969, p. 49; el subrayado es mio). O, dicho de otro modo, "la metodologia apropiada [para la lectura de textos de la historia de las ideas] se consagra a la recuperacion de las intenciones" de quienes escribieron los textos (Skinner 1969, p. 49; el subrayado es mio). En este sentido, la segunda forma de abordar el estudio de la historia de la filosofia exige prestar especial atencion, en su proposito de recuperar las verdaderas intenciones del autor, al contexto linguistico y cultural propio del autor y de los destinatarios del texto. Asi, como senala MacIntyre, el rasgo principal de esta forma de estudiar las obras del pasado radica en que dedica "gran cuidado en leerlas en sus propios terminos, preservando meticulosamente su caracter idiosincrasico y especifico" (MacIntyre 1986, p. 31). Por el contrario, cuando adoptamos los presupuestos de la primera opcion y consideramos a los filosofos del pasado interlocutores contemporaneos, ignoramos esta regla y "damos una explicacion [de las ideas de los filosofos del pasado] en nuestros propios terminos, ignorando el hecho de que el pensador muerto, dado los habitos linguisticos en que vivio, rechazaria estos terminos como extranos a sus intereses y sus intenciones" (Rorty 1986, p. 54). Asi, en la medida en que el objetivo de ese tipo de lectura es extraer de los textos del pasado lo que estos tengan que aportar en nuestros debates, la exegesis debe abordar necesariamente la tarea de "transformarlos, en la medida de lo posible, en lo que ellos habrian sido en caso de formar parte de la filosofia actual" (MacIntyre 1986, p. 31).

    Quienes cuestionan la legitimidad de esta forma de cultivar el estudio de la historia de la filosofia advierten de que esta conversion de los filosofos del pasado en virtuales participantes en nuestros debates contemporaneos implica un proceso de transformacion y una distorsion de su pensamiento mucho mayor de lo que quienes la practican suelen reconocer. Como senalan estos criticos, tomar a los filosofos del pasado como interlocutores contemporaneos solo es posible si se cometen anacronismos importantes, es decir, "minimizando o ignorando o incluso presentando a veces erroneamente lo que se resiste a tal transformacion porque se halla tan inextricablemente ligado con los elementos del pasado que lo tornan radicalmente distinto de la filosofia actual" (MacIntyre 1986, p. 31). Cuando convertimos a los filosofos del pasado en participes de nuestros debates creamos un "sentimiento de continuidad" que es "ilusorio", y que depende de un uso "erroneo" e...

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