El Himno Nacional, voz de México

AutorAndrés Henestrosa
Páginas243-245
Si este himno fuera de González Bocanegra, sí está dentro del ámbito de
sus cantos cívicos, y trasciende el eco de su voz, dolorosamente buscada a lo
largo de muchas tentativas.
12 de septiembre de 1954
El Himno Nacional, voz de México
México celebra en este mes el primer centenario de su himno. Y en un im-
pulso unánime todos concurrimos a la celebración entonando sus estrofas
inmortales. Renovando a la Patria, el juramento de serle fiel, luchar por su
grandeza, exhalar en sus aras el último aliento. La venerada imagen de sus au-
tores, sombras que nunca dejan de pasar, visita en estos días el taller donde el
obrero trabaja sin descanso por la grandeza de nuestra tierra, el campo donde
el labriego ara la tierra que nos da el pan, la escuela en donde los niños sueñan
en un suelo más rico y más feliz. Los enérgicos versos de Francisco González
Bocanegra, que si otras cosas no hubiera escrito le bastaban las estrofas del
Himno Nacional para no morir en el recuerdo de los hombres; las sentidas
notas de Jaime Nunó, que anuló con ellas el recuerdo de sus otras composicio-
nes, alcanzan en este centenario su última consagración: los dos, hermanos en
la gloria –el poeta y el músico– logran hoy en el corazón de los mexicanos una
identidad que ya no habrá manera de separar.
El Himno, la Bandera, la Constitución tiene la virtud de unificarnos en
un solo sentimiento, en una sola acción, en propósitos idénticos, en esperan-
zas únicas. De la emoción que suscitan, todos participamos. Las diferencias
se borran, las rivalidades se olvidan, las pequeñas adversidades personales
pierden su sentido si la suerte de nuestro país se pone en juego. El acento
del clarín que llama a la lid, en defensa del patrio suelo, nos ig uala en el
valor, en la decisión de morir antes que aceptar el yugo extranjero. La Ban-
dera promueve, cuando desfila ante nuestros ojos, un anhelo de hacer algo
que nos haga merecedor de tenerla como mortaja. Un versículo de la Cons-
titución cuando a tiempo vino a habitar en el espíritu y en la conciencia de
un hombre, logró convertirlo en el curso de los días en el héroe, ya civil, ya
militar, en que la Patria se oye a sí misma, se concreta, se levanta digna del
respeto universal.
AÑO 1954
ALACE NA DE MINUCI AS 243

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