Frases afortunadas

AutorAlexandra Reyes Haiducovich
Páginas165-167
165
6
*
MUCHAS COSAS conducen a la divagación de este día, al ar-
tículo de hoy. Este es el mes de Benito Juárez, si es que hay
alguno del año que no lo sea, como puede verse en la coti-
diana invocación de su nombre y del constante retorno a su
pensamiento y ejemplo de ciudadano. Para exaltarlo y con
el ánimo de abatirlo. En julio murió, y desde hace muchos
años, los mexicanos se congregan en su hemiciclo para ren-
dirle el tributo que los pueblos deben a quienes les procu-
ran libertad, decoro, redención, bienestar. Así ocurrió hace
una semana. Y, otra vez se recordaron sus más célebres y más
afortunadas frases.
Entre las frases más afortunadas de Benito Juárez está
una que ya se ha convertido en patrimonio de todos, que se
puede repetir sin señalar a su autor, mucho menos al que
tuvo la ocurrencia de darle la forma con que corre, reducién-
dola a una breve sentencia. Como propiedad colectiva que ya
es, como algo que más está, en la tradición oral que en la es-
crita, ha sufrido −o gozado− retoques en su forma original.
*Andrés Henestrosa, Agua en el tiempo, op. cit., t. II, pp. 39-40.

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR