El Estado mexicano y el faccionalismo político: Zitácuaro, Michoacán, 1928-1940

AutorEnrique Guerra Manzo
CargoProfesor investigador del Departamento de Política y Cultura de la uam-Xochimilco.
Páginas192-215

Page 192

Introducción

Enedino Colín, uno de los principales hacendados de Zitácuaro durante el Porfiriato, logró articular en la Junta Patriótica Liberal Benito Juárez (jplbj) a una camarilla de hacendados, madereros, burócratas y comerciantes locales simpatizantes del liberalismo, que monopolizaron el poder durante gran parte de ese período.

Con el estallido de la revolución de 1910 la Junta, ahora liderada por Saúl V. Gallegos, abrazó la causa maderista. En las elecciones federales de 1911, la Junta colocó como diputado federal a su fundador, Enedino Colín, quien logró huir durante el cuartelazo de Victoriano Huerta. Gallegos y su grupo combatieron a los huertistas en la región. Al dividirse las tropas revolucionarias, sus miembros también tomaron caminos distintos: algunos se adhirieron a la Convención de Aguascalientes o a las tropas carrancistas, aunque otros se separaron de la Junta y cultivaron un liberalismo social radical, que incluso llegó a mantener nexos con el magonismo. Este nuevo grupo empezó a desafiar la hegemonía de la Junta después de 1915. Consideraba que aquella había extraviado el camino y se mostraba reacia a atender demandas de justicia social de los nuevos actores que habían irrumpido en la palestra pública con la revolución, obreros y campesinos. Sus integrantes incluían a maestros rurales, soldados, ex-oficiales revolucionarios, artesanos y ministros religiosos.

Durante la lucha armada, varios de ellos lograron establecer redes con figuras nacionales, que les serían de gran utilidad para promover su movimiento en la región. Entre ellos encontramos a Saúl V. Gallegos (un maestro rural que abrazó la causa villista y que tras su derrota logró huir a Estados unidos), neftalí n. Cejudo (ministro presbiteriano, maestro rural, coronel en el ejército maderista y zapatista, y constitucionalista a partir de 1915, donde alcanzó el grado de general) y Moisés Alvarado, maderista y carrancista, con una trayectoria similar a la de Cejudo.1

Cuando Francisco J. Mújica compite por la gubernatura de Michoacán en 1917, la mayoría de esta ala liberal radical se adhiere al mugiquismo, articulado en el Partido Socialista de Michoacán y promueve las primerasPage 193demandas agrarias en la región. La Junta de inmediato respondió con el bloqueo de trámites agrarios, empleo de la violencia e intimidación de los solicitantes.

A diferencia de otras regiones, donde hacendados y curas presentaron un frente común al agrarismo, la ideología anticlerical de la élite zitacuarense no contaba con el apoyo de la iglesia católica.2 Ante ello, la Junta utilizó una doble táctica: por un lado, abrió las puertas a todos los actores agraviados por el agrarismo (campesinos, aparceros, pequeños propietarios, rancheros y hacendados), cooptar a algunos de sus líderes y dividir su movimiento, algo que dio resultado con Jesús Aguilar en Chichimecuillas y ramón Alcántara en Laguna Verde, por otro, impulsar la construcción de redes con las élites políticas de la entidad que se mostraban antiagraristas.3

La Junta obtuvo el respaldo de tres de los cinco gobernadores que se sucedieron entre 1917 y 1932 (Pascual ortiz rubio, 1917-1920, Sidronio Sánchez Pineda, 1922-1924 y Enrique ramírez, 1924-1928), mientras la facción agrarista sólo pudo contar con el apoyo de dos de ellos (Francisco J. Múgica, 1920-1922 y Lázaro Cárdenas, 1928-1932). En este último período la Junta sufrió un serio retroceso, pero en la gubernatura de Benigno Serrato (1932-1934), recuperó gran parte del terreno perdido (presidencias municipales, diputaciones). El sexenio cardenista (1934-1940), en cambio, fue de ascenso para el agrarismo, y la mayoría de los gobernadores de ese lapso –todos de extracción cardenista– tendieron a brindarle su apoyo.

Aunque liberales y agraristas mantuvieron frecuentes enfrentamientos entre 1920 y 1940, los más serios ocurrieron en la gubernatura de Serrato. Es por ello que el presente ensayo presta especial atención a este momento y analiza la forma en que el faccionalismo político del distrito de Zitácuaro4 se articula con el Estado posrevolucionario.

Su argumento central es que los enfrentamientos faccionales5 que se vivieron durante este período, si bien tenían una lógica propia que surgíaPage 194desde abajo y hundía sus raíces en la manera en que se estaba estructurando el agro michoacano en los años treinta, también fueron animados desde arriba, por parte de unas élites estatales que se hallaban divididas, y que en su búsqueda de aliados se articularon con intermediarios regionales antagónicos.6

En primer lugar, se pasa una breve revista a los gobiernos de Lázaro Cárdenas y Benigno Serrato, respectivamente, con el objeto de localizar el modo en que el faccionalismo fue impulsado por parte de las élites estatales. En segundo lugar, se analizan detalladamente dos grandes enfrentamientos –que derivaron en violencia– en los cuales las facciones involucradas aparecen obrando de manera abierta. Finalmente, se explora la forma en que fue dirimida la cuestión agraria en el pueblo Ziráhuato (perteneciente al municipio de Zitácuaro). Con ello se pretende ilustrar las pautas del agrarismo en la región entre 1920 y 1940 y el modo en que el faccionalismo brota desde abajo, alimentando por las vicisitudes del reparto agrario.

Cardenismo y serratismo: el faccionalismo desde arriba

La gubernatura de Lázaro Cárdenas –que a diferencia de la de Serrato contaba con mayores estudios–7 se inició en un contexto marcado por la rebelión cristera (1926-1929), conflicto que absorbió las energías de su primerPage 195año de gobierno y la dispersión de las fuerzas políticas locales pro-agraristas en la entidad. Cárdenas comprendió que si quería gobernar siguiendo una línea reformista, era necesario tomar una serie de medidas que le permitieran fortalecer su poder. Por ello, en enero de 1929 promueve la creación de la Confederación revolucionaria Michoacana del Trabajo (crmdt), organización que utiliza para ampliar las bases de apoyo a su régimen y como uno de los instrumentos para impulsar su programa social (reforma agraria, educativa y laboral). Igualmente, evitó hasta donde le fue posible el fortalecimiento de otro militar en su territorio, asumiendo él mismo la jefatura de operaciones militares de Michoacán en 1929 cuando se incrementa la rebelión cristera en la región; y, finalmente, no descuidó nunca sus buenas relaciones con el centro, particularmente con Plutarco Elías Calles, incluso a costa de dejar provisionalmente la gubernatura.8

La forma en que la crmdt figuró como un nuevo recurso para los núcleos agraristas solicitantes de tierra, se expresó de diversos modos:9 asesoramiento para las gestiones de dotación de tierras y presiones ante instancias correspondientes para la agilización de trámites; propuestas ante el gobierno estatal para la creación de cooperativas en algunas regiones que por sus características parecía el método más viable de producción; aprobación en el Congreso local de leyes que beneficiaran a los trabajadores agrícolas y ejidatarios; canalización de diversas demandas públicas de las regiones que gobernaban miembros de la crmdt ante el Congreso local o el gobernador; auxilio a las comunidades agrarias para constituir defensas civiles y solicitar armas al gobierno.

De este modo, la crmdt fungió por un lado como un vehículo para la centralización del poder en la entidad mediante el control de diferentesPage 196órganos públicos, particularmente el de las presidencias municipales, que constituían las instancias básicas en que se expresaban tradicionalmente las facciones en pugna en las diversas regiones michoacanas. Por otro lado, la crmdt se convirtió también en un instrumento de poder en manos del gobernador mediante el cual reforzaba la aplicación de su política social, particularmente el reparto agrario.

La forma en que se reconstruyó el poder local en Michoacán no se puede explicar adecuadamente sin la presencia política de sus regiones y los grupos hegemónicos en cada una de ellas. El control del Congreso local y de la crmdt por parte de Cárdenas se debe particularmente a sus alianzas y redes con muchos de los líderes regionales del estado, los cuales eran verdaderos intermediarios entre sus respectivas zonas de influencia y el gobernador. La mayor parte de estos personajes fueron los que impulsaron la organización de las masas en sindicatos y federaciones regionales adheridas a la crmdt; estaban a la cabeza de los partidos regionales afiliados al pnr, y a medida que fueron incrementando su poder durante la década de 1930 controlaban los diferentes cargos públicos en sus áreas de influencia (encargadurías del orden, jefes de tenencia,10 presidentes municipales, jueces menores y de instancia, diputaciones locales y federales); influyeron decisivamente en la gestión de la reforma agraria, aplicación de las leyes laborales en sus respectivas regiones y organización de defensas civiles contra los hacendados. Por ejemplo, Juan Gutiérrez controlaba la región de Zamora, Ernesto Prado la Cañada de los once Pueblos, Dámaso Cárdenas la ciénaga de Chapala, los hermanos ruiz Bejar dominaban gran parte del distrito de uruapan, Feliciano González era el hombre fuerte de Apatzingán, Arturo Chávez de Tacámbaro, Aquiles de la Peña de Ciudad Hidalgo, neptalí n. Cejudo de Zitácuaro, etcétera.11

Por ello, no es casual que al término de la gubernatura cardenista, Plutarco Elías Calles, en su papel de Jefe Máximo de la familia revolucionaria y siempre atento a poner límites al poder de los gobernadores, haya enviado a Benigno Serrato para socavar las bases sociales del cardenismo. De ese modo, los esfuerzos de Cárdenas por centralizar el poder y unificar a las masas...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR