Estrategia de crecimiento y deterioro económico

AutorHilario Barcelata Chávez
Páginas127-127
La Economía Mexicana. Crisis y reforma.
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Hilario Barcelata Chávez
127
ESTRATEGIA DE CRECIMIENTO Y DETERIORO ECONÓMICO 1991
Grande y riesgoso es el compromiso del gobierno mexicano en este período de
incertidumbre económica que vivimos. Generar y mantener cierto ritmo de crecimiento
económico es sumamente difícil en las actuales condiciones. Muchos recursos se
necesitan. Muchas cosas se comprometen.
El programa de reordenación económica primero, la modernización del Estado y la
economía después y luego el Tratado de Libre Comercio (TLC), son y han sido los
puntuales de la estrategia de crecimiento que ha implementado el gobierno. A pesar de
la confianza que ha existido en ellos, aún los resultados no son los esperados y parece
difícil que en el corto y mediano plazo la situación pueda revertirse.
En la actualidad nuestra economía crece a un ritmo de entre el 2 y el 3% anual. Sin
embargo, ese ritmo no es suficiente para generar empleos para absorber al millón de
jóvenes que anualmente se incorporan al mercado laboral. Y mucho menos es
suficiente para generar empleo para los cerca de 10 millones de mexicanos que
actualmente se encuentran en la línea del desempleo abierto.
Desempleos que surgieron como producto de la recesión económica de nuestro país
de los últimos diez años.
Uno de los principales argumentos a favor de la estrategia de gobierno del TLC en
particular es que permitirá generar un mayor numero de empleos y mejorar
substancialmente los niveles de ingreso de los trabajadores. Factores que, según se
dice, en las actuales circunstancias no es posible generar con nuestros propios
recursos. La situación es un poco más complicada. El salario de los trabajadores y
empleados ha sufrido una fuerte pérdida de su poder adquisitivo durante la ultima
década. Ello producto de una estricta política laboral y un apenas controlable pero muy
dinámico proceso inflacionario. Para recuperar la capacidad adquisitiva que se tenía, al
menos en 1980, se requiere que el salario aumente casi en un 100%. Ello parece ser
muy difícil pues la contención salarial es el punto de apoyo de la estrategia de
recuperación económica. A tal grado de que , aunque se reconoce oficialmente que el
salario debe incrementarse en función de la productividad, éste no ha aumentado a
pesar de que dicha productividad se ha incrementado. Tampoco hay, entonces, por
qué esperar que con el TLC vaya a pasar lo contrario. Entre 1982 y 1988 (según
datos del Economic Policy Institute (EPI), publicados por El Financiero 20-04-91), las
exportaciones de manufacturas crecieron a una tasa anual del 24% mientras que los
salarios cayeron cerca del 50% y el ingreso per cápita disminuyó en 12%. A mayor
abundancia en la desmitificación del TLC el EPI añade que las diferencias salariales
en México y E.U. no tiene que ver con diferencias en la productividad. Según sus
propias cifras la productividad de los trabajadores mexicanos de las plantas armadoras
de automóviles equivale al 80% de la productividad de los trabajadores
norteamericanos y sin embargo, su salario apenas el 6 % del que reciben estos
últimos.
Con el empleo pasará una situación similar. La oferta de trabajo, aunque llegue a ser
muy amplia, no será ni lejanamente suficiente dado el elevado número de
desempleados en el país. Es decir, que no se justifica el exagerado optimismo con el
que se espera que el TLC resuelva los problemas más graves que nuestra economía.
Tendrá cierto impacto, regional principalmente, pero al problema hay que buscarle
solución interna. Y no precisamente a través de la estrategia actual que ya ha
demostrado ser la causante de tal desempleo y deterioro del salario.

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