Sobre la estabilidad y fuerza categórica del republicanismo de Pettit

AutorMartín Daguerre
CargoUniversidad Nacional de La Plata, Argentina
Páginas147-168
SOBRE LA ESTABILIDAD Y FUERZA
CATEGÓRICA DEL REPUBLICANISMO
DE PETTIT*
Martín Daguerre**
Resumen
John Rawls y Ronald Dworkin han destacado dos requisitos que toda concep-
ción normativa de l a política debe satisfacer. El primero ha subrayado la impor-
tancia de la estabilidad y el segundo la de la fuerza categórica. Argumento que
aunque el republicanismo defendido por Philip Pettit, concentrado en la defensa
de la libertad entendida como no dominación, puede ofrecer una respuesta al pro-
blema de la estabi lidad, no es capaz de lograr fuerza categórica. Y si tomamos su
reciente revisión de l a posición que había sostenido en Republicanismo en rela-
ción a los casos en los que el Estado es autorizado a perseguir el bien con, su
republicanismo tampoco cumple con la pretensión de ser estable.
Palabras clave: republi canismo, estabilidad, f uerza caterica, libertad como no
domi nación, bien común.
Abstract
John Rawl s and Ronal d Dworkin have highlighted two requirements any nor-
mati ve political concepti on needs to meet. The former has stressed the importance
of stabi lity; the latter, that of categorical force. I argue that even though the repu-
blicanism defended by Philip Pettit, focused on the promoti on of freedom as non-
domi nation, may provide an answer to the problem of stability, it fails to achieve
categorical force. M oreover, if we consider Pettit’s recent revision of the stance
he held in Republicanism regarding the cases in which the State is authorized to
pursue the common good, his republicanism thus revised then fails even to meet
the stability requirement.
Keywords: republicanism, stability, categorical force, freedom as non-domina-
tion, common good.
J
ohn Rawls y Ronald Dworkin han destacado dos requisitos que
toda concepción normativa de la política debe satisfacer. El pri-
* Este trabajo forma parte de las investigaciones realizadas en el marco del proyecto “ Equi-
La Plata (H490). Agradezco las precisas observaciones que me hicieron Julieta Elgarte, Félix
Ovejero y Victoria Costa.
** Univ ersidad Nacional de La Plata, A rgentina. aguerrelaur lund@yahoo.com.ar>.
ISONOMÍA N o. 33 / Octubre 2010
MARTÍN DAGUERRE
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mero ha subrayado la importancia de la estabilidad1 y el segundo la de
la fuerza categórica.2
La preocupación por la estabilidad se concentra en las razones que
ofrece la teoría normativa al ciudadano para actuar a favor del sistema
político que ella propone, que éste ha sido adoptado. La pre-
ocupación por la fuerza categórica se concentra en las razones que la
teoría normativa ofrece al ciudadano para actuar a favor de su adop-
ción. Si la teoría es estable, sus partidarios tendn razones para actuar
en consecuencia cuando se hayan organizado en función de la misma.
Si la teoría ti ene fuerza categórica, sus partidarios tendrán razones para
Mi objetivo en el presente trabajo es evaluar la solidez de la concep-
ción de Philip Pettit del republicani smo, a la luz de estas dos cuestio-
nes. Comenza presentando su posición, para luego argumentar que la
misma, si bien puede superar el problema de la estabilidad, no logra, en
cambio, superar el de la fuerza caterica. Por último, destaca cómo
la posición de Pettit queda aun más debilitada por su reciente análisis
del bien común que debe perseguir el Estado. Si tenemos en cuenta sus
en relación a la cuestión de la estabilidad.
1. La inestabilidad liberal
Si bien ha sido Rawls quien marcó la importancia de la estabilidad
en la evaluación de las teorías políticas normativas, su propia concep-
ción ha sido considerada por los comunitaristas como un claro ejem-
plo de teoría inestable. Pettit considera que la crítica comunitarista tie-
ne su fuerza, aunque entiende que la inestabilidad no se debe al hecho
1 Rawl s nolo ha advertido sobre la cuestión de l a estabil idad, si no que incluso ha señalado
2 En Ética privada e igualitarismo político sala: “Si fuéramos estadistas puestos a l a tarea
de gar antizar el más amplio acuerdo posi ble en torno de alguna teoría política que pudiera luego
servi r de base para un gobierno genuina y ampliamente consensuado, muy bien podríamos uti-
lizar y defender, precisamente por esta razón, una concepción política. Pero de una teoría de la
justicia necesitamoss que la mera promesa del consenso; necesitamos fuerza categórica. Los
liberales insi st en en que las decisiones políticas se toman partiendo de principios liberales aho-
ra, antes incluso de que los principios liberales sean aceptados por todos, si es que alguna vez lo
son”, Dworkin, 1993, p. 70.

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