Entre educación y no-violencia

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Entr e e d uc ac ió n y no - vio le nc ia ...
El niño se encuentra entre varios haces que influyen en él: la familia y el medio sociocultural de
donde proviene, el medio geográfico, histórico, la religión, las costumbres y la cultura, en los cuales
se encuentran la enseñanza que recibe, las actividades sociales en las que participa, los medios
que frecuenta. De manera estructurada o más difusa estos diversos ‘‘agentes de educación’’ participan
en su formación.
Una educación debe tomar en consideración al individuo en su ser, ayudar al desarrollo de sus
potencialidades psíquicas, físicas e intelectuales. Si instruir induce a menudo un sentido único del adulto
hacia el niño y una relación jerárquica entre ’’el que sabe’’ y ‘‘el que no sabe’’, educar implica un
dinamismo en varias direcciones, en donde el niño no hace otra cosa que registrar conocimientos,
confrontarlos, enriquecerlos en el curso de experimentaciones cotidianas.
El educador no puede saber cuál será el resultado de su trabajo. Está lejos de dominar todo lo que
transmite al niño y sólo es uno de los numerosos adultos que éste encontrará en su camino. Además,
el niño posee su propia personalidad, que se desarrolla de manera autónoma. Sin embargo, toda
educación, cualquiera que sea, deja huellas. La cuestión es saber qué huellas queremos dejar. ‘‘Todo
proyecto educativo expresa necesariamente una posición ideológica, aun, y sobre todo, si se plantea
como apolítico. Supone, en efecto, elecciones, opciones, la traducción de una visión del mundo y
consecuentemente, de un proyecto de sociedad. (...). En este sentido, la pedagogía es indisociable de
la política’’, subraya J.A. en su libro Education et politique (Editions Gauthier-Villars, 1977).
Hablar de educación no-violenta no implica solamente
volver a leer diferentes tesis sobre la educación a
través de una malla no violenta sino, igualmente,
integrar a la educación los principios de la
no-violencia. Las pedagogías nuevas no proveen de
elementos constitutivos de una educación no violenta;
igualmente, los trabajos sobre la educación a la paz
emprendidos recientemente cuyo fin es desarrollar,
principalmente en el medio escolar, el sentido de la
solidaridad, el espíritu de la responsabilidad, el
rechazo del racismo, de los armamentos, de la guerra.
Proponer una educación no-violenta, es en primer
lugar, tomar conciencia de las violencias que existen
para intentar eliminarlas: violencias estructurales
sufridas por el niño en un mundo mal adaptado a él,
vivencias experimentadas frecuentemente por el niño
como respuestas a las primeras, violencias ejercidas
por los adultos para ahogar el grito del niño.
Posteriormente, se tratará de actuar para hacer
prevalecer la justicia, mediante el reconocimiento de
los derechos y de las necesidades fundamentales de
todo ser humano: el niño debe ser respetado como
ciudadano, como persona en su totalidad.
Para una educación no-violenta
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