Día de muertos

AutorAndrés Henestrosa
Páginas594-595
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ANDRÉS HEN ESTROS A
Lo que en una primera lectura no entendimos, ahora nos parece claro: “La
del alba sería…” ¿Qué significaba eso? No lo supimos entonces, ni imaginamos
el toque que iba a producirnos cuando más tarde topamos con el original. “La
patria no se ama tanto sino hasta que tenemos hijos a quienes dejarles por he-
rencia la libertad del pueblo en que hemos nacido”. Así decía un personaje de
Torres Quintero, cuando dejaba la casa, la mujer y los hijos para empuñar las
armas a favor de nuestra independencia. ¿No está aquí un recuerdo del Cid y
otro de Cervantes? En verdad, un libro así, no puede ser olvidado.
19 de octubre de 1958
Día de muertos
Uno vive de prisa, sin fijarse en las cosas que desfilan a su lado, sin importarle
a veces los pequeños sucesos de la vida cotidiana, sin embargo, tan cargadas
de sentido, hasta el grado que sin ellas no se completa la vida. Con razón decía
el poeta que quien vive de prisa no vive de veras. Uno olvida a los muertos,
uno olvida a los vivos. Pero ellos se encargan de liberarnos de ese criminal
olvido: un día , el menos esperado, se mueren y se nos van los vivos, y otro,
también inesperado, regresan los muertos. Día de expiación, de duelo y de
luto, sin duda. Tiempo en que hasta la luz más clara, se torna negra; hora en
que hasta el soplo más tenue tiene fuerzas de huracán y el llanto más parvo
parece diluvio. De lo más lejano y hondo de nuestro pecho sube un reproche
por no haber visitado al amigo enfermo, por no haber buscado su compañía si
tanto nos lo reclamaba el corazón. Y entonces no hay lágrimas que nos con-
suelen, ni razonamiento que nos releve de culpa. Una y cien veces nos ha
ocurrido. Ahora mismo, quizá por ser Día de los Fieles Difuntos, pienso en
mis amigos de precaria salud, de avanzada edad, o que viven en lejanas tierras.
Y lucho contra el ímpetu que me impulsa a buscarlos, a escribirles, a comu-
nicarme con ellos, temeroso de que una mañana sea tarde. Pero no. L a vida
es buena, es generosa, es magnánima. Y la muerte, también nos dará tiempo
para gozar con la ventura de nuestros amigos y prójimos, que es como decir
nuestros familiares.
¿Y los muertos? Ya dijimos que regresa su recuerdo. Cuando parecía que los
teníamos sumidos en negro olvido, allí están golpeando nuestro pecho, como

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