Desplazado

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I. DESPLAZADO
LA JUVENTUD de Sérgio Vieira de Mello lo dejó con la impresión de que la po-
lítica perturba las vidas en lugar de mejorarlas. En marzo de 1964, cuando
iba a cumplir 16 años, un grupo de militares decidió derrocar al presidente
de Brasil, João Goulart, democráticamente elegido; bajo su régimen, los cam-
pesinos pobres comenzaron a apoderarse de tierras de cultivo y los pobres
de las ciudades organizaron disturbios pidiendo alimentos. Los militares
acusaron a Goulart de permitir que los comunistas se apoderaran del país.
Apenas cinco años después de la victoria comunista en Cuba, al presidente
estadunidense Lyndon Johnson le preocupaba que algo similar sucediera en
Brasil. El embajador de los Estados Unidos advirtió que si Washington no
actuaba contra los “revolucionarios radicales de izquierda” de Brasil, el país
se convertiría en “la China de los años sesenta”.1 En la operación llamada en
código Brother Sam, cuatro buques cisterna de la Marina estadunidense y un
portaaviones salieron rumbo a la costa brasileña por si los militares necesi-
taban ayuda.2
No la necesitaron. El presidente Goulart tuvo algo de apoyo en el campo,
pero la mayoría del pueblo estaba cansada de él. El 29 de marzo los titulares
del periódico Correio da Manhã decían “¡BASTA!” y al siguiente día declaraban
“¡FUERA!”3 Un grupo de 10 000 brasileños amotinados marchó del estado de
Minas Gerais hacia Rio de Janeiro. Goulart ordenó a su infantería reprimir
la revuelta, pero el ejército se unió a ésta en el golpe de Estado. Goulart, su
esposa y sus dos hijos huyeron a Uruguay.
El joven Sérgio no era más político que la mayoría de los adolescentes.
Se concentraba en adelantar sus estudios (fue el primero de su clase en el
bachillerato), en seguir al equipo de futbol Botafogo (que ese año compartiría
el prestigioso campeonato Rio-São Paulo) y en perseguir chicas en la playa de
Ipanema, a sólo dos cuadras de su casa. Sin embargo, sus familiares y maes-
tros le habían hecho creer que el comunismo sería nocivo para Brasil y que
se podía confi ar en los militares para restaurar el orden. La fuerza castrense
había estado en el poder en Brasil en 1945, 1954 y 1961, gobernando cada
vez más en forma benigna y breve; puesto que los jefes del golpe prometieron
1
Embajador Lincoln Gordon, cable de seguridad máxima, Departamento de Estado de los
Estados Unidos de América, , 29 de
marzo de 1964.
2
“Brazil: The Military Republic, 1964-85”, en Rex A. Hudson (comp.), Brazil: A Country
Study, División de Investigación Federal, Biblioteca del Congreso, Washington, 1988, p. 80.
3
“The Post-Vargas Republic, 1954-64”, ibid., p. 78.
32 PRIMERA PARTE
celebrar elecciones al año siguiente, Vieira de Mello se unió a la celebración
inicial, junto con su familia y amigos, al subir al poder los militares.
“SU TRANQUILIDAD SE HA DESINTEGRADO
Arnaldo Vieira de Mello, el padre de Sérgio, había crecido en el seno de una
familia de campesinos en el interior de Bahía, provincia del noreste de Brasil.4
Arnaldo y sus cuatro hermanos fueron enviados a estudiar a un internado
jesuita de Salvador, la capital provincial. Después de asistir a la universidad
en Rio de Janeiro, Arnaldo trabajó como editor y corresponsal de guerra en
A Noite, uno de los diarios más importantes de la época, y estaba resuelto a
pasar los exámenes para trabajar en el servicio exterior brasileño, lo que logró
en 1941. Arnaldo era tan pobre que no podía comprar libros ni cuadernos;
todas sus lecturas las hizo en la biblioteca pública de Rio de Janeiro y tomaba
notas en papeles del tamaño de la palma de la mano, como los formatos para
pedir los libros. Llevaba de un lado a otro bolsas de plástico llenas de monto-
nes de esos papeles y los ordenaba de acuerdo con los temas.
En 1935, Arnaldo conoció a Gilda dos Santos, una belleza de Rio de Ja-
neiro de 17 años, y en poco tiempo hizo amistad con la madre de ésta, Isa-
belle Dacosta Santos, consumada pintora, y con su padre, Miguel Antonio
dos Santos, hombre de muchos talentos, conocido en Rio de Janeiro como
argumentista de teatro musical, traductor del francés, del alemán y poeta que
regenteaba una joyería junto con sus hermanos.
Arnaldo se va a comprometer con mi padre —bromeaba Gilda—. La
joven pareja se casó en 1940 en Rio de Janeiro, y Gilda dio a luz a una niña,
Sonia, en 1943, y luego a Sérgio el 15 de marzo de 1948.
Los Vieira de Mello vivieron la típica existencia peripatética de las familias
de diplomáticos. En 1950, a los 36 años, Arnaldo se mudó con su esposa y sus
dos hijos de Argentina (donde el pequeño Sérgio pasó sus dos primeros años)
a Génova, Italia. En 1952, Arnaldo fue enviado de nuevo a Brasil, donde Sér-
gio vivió hasta cumplir casi seis años; su padre fue enviado de regreso a Italia
para trabajar en el consulado de Milán; allí Sonia y Sérgio fueron inscritos en
la escuela francesa local. En 1956, año de la crisis del Canal de Suez, la familia
vivía en Beirut, y en 1958 fi nalmente se estableció en Roma, donde vivió du-
rante cuatro años, uno de los periodos más largos que pasaría Sérgio en una
sola ciudad durante toda su vida.
Arnaldo Vieira de Mello era un hombre muy culto y carismático.
—La audacia es el don de los ganadores —solía decir e insistirle a su hijo
en que fuera atrevido en sus objetivos intelectuales y personales.
4
Bahía sería después el hogar de celebridades culturales de Brasil como los cantantes Cae-
tano Veloso, Gilberto Gil y el novelista Jorge Amado. Tenía una de las poblaciones con mayor
diversidad racial y uno de los suelos más fértiles de Brasil.

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