Desafios para el establecimiento de un orden legal en el escenario internacional contemporaneo.

AutorSarqu

¿Qué se entiende por gobernabilidad a escala mundial? ¿Cómo puede funcionar sin un gobierno? Si la gobernabilidad se entiende como un sistema de gobierno, y si no está sostenida por un gobierno organizado, ¿quién hace y quién ejecuta las normas?

James Rosenau

El hecho de que la vida no es siempre justa, a pesar de que sabemos instintivamente lo que sería justo, significa que estamos llamados a crear las condiciones de justicia en el mundo

David Richo

Challenges in the Establishment of a Legal Order in Contemporary International Scene

Introducción

El axioma más elemental en el ámbito de las Ciencias Sociales establece que los seres humanos somos criaturas gregarias y la implicación más básica de esta idea es que tenemos que vivir en grupos queramos o no, (1) si es que pretendemos que nuestra existencia como especie se preserve. La segunda implicación se relaciona con la necesidad de establecer algún tipo de orden para hacer tolerable la vida dentro (y eventualmente entre) de los grupos humanos. (2) Justamente, en el contexto de un orden social establecido con éxito es que, por lo general, comienza el proceso de civilización.

Si dichas premisas son válidas, de inmediato sugieren un número de cuestiones importantes que por lo regular encontramos en el centro del análisis social a través del variado espectro de nuestras matrices disciplinarias. ¿Qué se entiende por orden y por qué se considera necesario? ¿Cómo se establece tal orden? Es un suceso natural (desarrollado por el sistema) o es totalmente dependiente de la acción humana? ¿Cómo se relaciona con la idea de justicia? ¿Este orden implica necesariamente imposición o puede ser negociado? ¿Es posible un orden justo y no hegemónico? ¿Cuál es el papel del derecho en el establecimiento del orden? ¿Cómo podría un orden legal diferir de otras formas normativas? Estas son algunas de las preguntas que intentamos abordar en este artículo.

Durante mucho tiempo, en el contexto de la experiencia histórica de largo alcance, la necesidad de un orden en la sociedad parece haber sugerido --quizá de forma justificada-- la disciplina y control impuestos, así como las diferencias jerárquicas, de tal manera que los analistas empezaron a debatir si el grupo social era una expresión del poder (sólo existía porque había alguien lo suficientemente fuerte como para mantenerlo junto) o una expresión del derecho (existía porque se derivaba de y expresaba un orden natural de cosas que formaba al grupo y lo mantenía vivo). (3)

Debido a la relación original entre el orden y la religión --que se remonta a las sociedades más primitivas conocidas en la historia-- muchos observadores llegaron a creer que el orden social debía reflejar una especie de designio divino, donde la deidad se situaba en la cúspide de la pirámide, que de alguna manera proyectaba un régimen natural de acuerdo con un mandato superior autorregulado. La estructura de la sociedad reflejaba, al mismo tiempo, el orden natural de las cosas y la voluntad de los dioses para que fuera una y la misma. La acción humana estaría limitada, bajo tales circunstancias, a la comprensión y el cumplimiento de este orden de cosas superior y predispuesto.

En realidad no fue sino hasta el advenimiento de la Modernidad que la idea misma de un "orden natural" subyacente a los fenómenos sociales fue cuestionada --hasta cierto punto-- y reemplazada de manera progresiva por un enfoque constructivista que dio a la acción humana cada vez mayor importancia en el desarrollo de los fenómenos sociales.

Los teóricos contractualistas de la Modernidad temprana (Hobbes, Locke y Rousseau, por nombrar a algunos de los más relevantes), que sentaron las bases de la Ciencia Política moderna, fueron los primeros en dar a la acción del hombre un papel más importante en el devenir social al exponer la idea de la sociedad como una creación de voluntad humana y acción, en lugar de una estructura fija que refleja el diseño jerárquico de Dios, un hecho que a su vez dio a la cultura occidental muchos de sus rasgos actuales característicos y una nueva dimensión a la noción de orden en las Ciencias Sociales. (4)

El orden en la sociedad actual se ha convertido en algo que puede distinguirse del orden natural del Universo, y que gradualmente se volvió algo creado por la interacción humana. Todavía era socialmente necesario, por supuesto, pero ya no establecido por ninguna deidad. Sin embargo, a pesar de este cambio fundamental, la idea de orden basada en la jerarquía prevalecía, pero en lugar de un orden natural de las cosas, los estudiosos comenzaron a pensar en una estructura socialmente construida y basada en el derecho de la fuerza. Maquiavelo fue uno de los primeros en expresar la idea en toda su crudeza en la era moderna:

Los principales fundamentos de todos los Estados, nuevos Estados así como los antiguos o los compuestos, son las buenas leyes y buenas armas, y porque no se puede tener buenas leyes sin buenas armas, y donde hay buenas armas buenas leyes, inevitablemente, siguen, no voy a discutir las leyes, sino dar mi atención a las armas. (5) A pesar de su aparentemente convincente lógica, consideramos que este argumento no sólo es erróneo, sino que es en esencia perjudicial para los esfuerzos de construcción de cualquier sentido de comunidad (en especial para el caso de la comunidad internacional).

Si se acepta que el orden social es una construcción humana, entonces su establecimiento se torna una cuestión de imposición o de convicción (con un número de posibilidades dentro de ese continuo). Un orden impuesto puede requerir el apoyo de las armas, pero por lo regular produce un sentido de comunidad débil. Las normas asimiladas por convicción (incluso las legales) pueden necesitar mecanismos de implementación acompañados de la fuerza, pero ciertamente a un nivel mucho más bajo. Respecto a la idea de que buenas armas "inevitablemente" conducen a buenas leyes, hay mucha experiencia histórica para argumentar lo contrario.

Debido a que ningún hombre es una isla y que ningún grupo está tan aislado como para escapar de la influencia de los otros, el problema del orden (impuesto o convenido) puede ser desarrollado con facilidad en dos niveles diferenciados: el del grupo desde el interior y el de la relación entre los grupos. En ambos casos, la raíz del problema es cómo conciliar los diversos intereses en juego en el proceso de construcción de un sentido de comunidad. (6)

El orden por sí mismo no es suficiente, por supuesto, para satisfacer las aspiraciones humanas en el mundo contemporáneo, como la mayoría de los filósofos del Derecho podrían argumentar, en especial cuando se interpreta como regularidad armónica. Una colectividad humana dirigida por un tirano puede ser muy ordenada en este sentido y, aún así, ser irremediablemente injusta. (7) El problema del orden social deviene, por lo tanto, asociado a una cuestión de justicia. Como ha señalado Casares:

La sociedad se construye con un tipo ideal de hombre como parte de un grupo que busca la perfección de su circunscripción. La sociedad se construye a través de un proceso de defensa y la limitación de cada uno de sus miembros con la esperanza de establecer un orden que a su vez promueve y garantiza la plena realización de cada individuo! (8)

¿Qué orden?

Antes de continuar, es conveniente explicar un poco más el significado de este concepto. "Orden" parece ser un término relativamente sencillo, por lo que a menudo puede ser sorprendente encontrar más de una docena de diferentes connotaciones del sustantivo en un diccionario, por no hablar del uso idiomático del término. La mayoría de los usuarios tienden a asociarlo con la organización y la regularidad, pero sobre todo con la armonía; en esencia, lo contrario de la anarquía, el azar o el caos. Desde esta perspectiva, quizá algunos autores contemporáneos disfrutan haciendo hincapié en las características del "desorden" mundial contemporáneo en sus análisis políticos.

La conexión entre la idea de orden y las colectividades humanas es importante porque moldea las estructuras sociales, no sólo desde el interior para promover la noción de progreso y de justicia, sino también --como se ha señalado en términos de las relaciones entre los grupos humanos--, porque ayuda a sostener la estructura de los sistemas internacionales. De hecho, hemos manifestado que el orden internacional constituye un amplio objeto propio de estudio de una disciplina autónoma de las Relaciones Internacionales. (9)

Mientras que, en términos internos, se cree que los grupos son intrínsecamente ordenados (10) gracias a la existencia de un órgano político autorizado para ejercer el monopolio del poder (una autoridad central), en el ámbito del análisis internacional, con distintos grados de énfasis, las principales teorías sostienen que este sistema es anárquico en esencia, por lo tanto, intrínsecamente desordenado debido a la ausencia de un poder común (de ahí todas sus características distintivas). (11) Aún en la mayoría de las condiciones anárquicas hay un patrón visible de regularidad emergente de principios rectores implícitos o explícitos que influyen en el comportamiento de actores internacionales, aunque eso no es garantía de armonía entre ellos.

Desde una perspectiva sistémica, el orden es una propiedad inherente a todos los sistemas en la medida en que todos tienden a describir patrones regulares de comportamiento de alguna especie, incluso cuando se colocan en la orilla de una situación de equilibrio (caos); eso significa que incluso el sistema aparentemente más caótico está sujeto a cierto grado de regularidad. (12) Desde esta perspectiva, el orden es, en realidad, uno de los principales intereses de la Teoría del caos, (13) a través de la cual se representa el conjunto de principios rectores que definen la forma en que un determinado sistema funciona. (14) En este tipo de orden buscamos una simple y sostenida regularidad que pueda asegurar un cierto grado de previsibilidad...

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