La demagogia, ayer y hoy

AutorValentina Pazé
CargoProfesora e investigadora en el área de filosofía política, Política y Sociedad de la Universidad de Turín, Italia
Páginas113-132
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Andamios 113
Andamios
La demagogia, ayer y hoy*
Valentina Pazé**
Traducción del italiano:
Israel Covarrubias***
Democracia es una palabra antigua cuyo significado etimológico —co-
nocido por todos— es “poder del pueblo”. En cambio, el populismo es
un término relativamente reciente, que aparece por primera vez en los
años ochenta del siglo xix, en Rusia y Estados Unidos, y es usado en la
actualidad para calificar —en general, con una connotación negativa—
los movimientos, los partidos, las ideologías que llaman directamente
al pueblo, rechazando las mediaciones de la democracia representativa
y los vínculos constitucionales.
Como sucede a menudo, el hecho de que el populismo sea una
palabra “nueva” no significa que es del todo inédito el fenómeno que
designa. Con las debidas distinciones, es posible establecer una corres-
pondencia entre lo que hoy se entiende comúnmente por populismo
y una degeneración de la democracia que los antiguos conocían muy
bien, que para indicarla habían acuñado un término específico: dema-
gogia. Por ello, revisitar algunos pasajes de la reflexión antigua sobre la
demagogia, y sobre la relación entre democracia y demagogia, puede ser
un ejercicio útil incluso para quien esté interesado en reflexionar sobre
los problemas de nuestro tiempo.
Volumen 13, número 30, enero-abril, 2016, pp. 113-132
* Texto publicado originalmente como: “La demagogia, ieri e oggi”, Meridiana, núm.
77, 2013, pp. 67-81.
** Profesora e investigadora en el área de filosofía política, Departamento de Cultura,
Política y Sociedad de la Universidad de Turín, Italia. Algunas de sus obras como autora
son: Il concetto di comunità nella filosofia politica contemporanea (Roma-Bari, Laterza,
2002); Comunitarismo (Roma-Bari, Laterza, 2004); In nome del popolo. Il potere demo-
cratico (Roma-Bari, Laterza, 2011, traducido al español como En nombre del pueblo. El
problema democrático, Madrid, Marcial Pons, 2013); y Cittadini senza politica. Politica
senza cittadini (Turín, Edizioni Gruppo Abele, 2016).
*** Profesor investigador de tiempo completo adscrito a la Academia de Ciencia Po-
lítica y Administración Urbana de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.
Correo electrónico: icovarrubias76@hotmail.com
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Valentina Pazé
PLaTón: ¿demagogia o gobierno de Los Técnicos?
La palabra “demagogia” fue usada por primera vez en la comedia Los
caballeros de Aristófanes, en el 424 a.C. (véase Canfora, 1994: 9).
En sus primeras expresiones —en Aristófanes, Tucídides, pero también
en algunos pasajes de Aristóteles—, el término tiene una acepción neu-
tral, que indica simplemente la “guía política de la ciudad”, es decir, la
actividad política desarrollada en posiciones de mando (véase Canfora:
9-12). Sin embargo, rápidamente la demagogia se vuelve una “mala” pa-
labra, un epíteto que sirve para calificar de manera negativa el modo de
hacer política de aquel que busca sólo los consensos fáciles. Aristóteles
define al demagogo como un “adulador del pueblo” (Política, V, 1313b).1
Platón pinta en esta clave a los sofistas, cuyo saber se reduce a la capaci-
dad de adivinar los gustos y los deseos de las masas: “lo único que ense-
ñan es precisamente las opiniones de la masa misma, que son expresadas
cuando se reúnen colectivamente, y es esto lo que llaman saber” (Repub-
blica, 493a).2 Cuando se hace referencia al pueblo (demos), a los muchos
(polloi) o a la multitud (plethos) en estos contextos, no se alude al cuerpo
cívico en su totalidad, formado por todos aquellos que son titulares de
los derechos políticos, sino a los estratos más humildes de la población:
la masa de los “pobres” que, obligados a desempeñar trabajos manuales
para vivir, no tienen la posibilidad de cultivar la mente y resultan, por
ende, particularmente vulnerables a las falsas promesas de los demago-
gos. Para sintonizarse con este género de auditorio, los líderes políticos
1 Cuando no esté indicado diversamente, las citas de Aristóteles y Platón, de aquí en
adelante, son extraídas de las Ediciones BUR, con texto griego para confrontar.
2 Todavía más elocuente es lo que sigue en el párrafo: “Estos se comportan exactamente
como quien, (dedicado) a la crianza de un grande y vigoroso animal, le aprendiese los
impulsos y los deseos, el modo en el cual es necesario aproximársele y tocarlo, los mo-
mentos y las causas de su ferocidad y sabiduría, los sonidos que con frecuencia emite
en diversas circunstancias, y aún más, cuáles sonidos de los otros lo calman y cuáles
lo alteran; y una vez aprendido todo esto por la experiencia de una larga costumbre, lo
definiera como saber y, volviéndola una técnica sistematizada, lo transforme en materia
de enseñanza, no sabiendo nada en verdad de todo lo que en esas opiniones y deseos
existe de bello y feo, de bueno y malo, de justo e injusto, pero atribuyendo estas deno-
minaciones con base a los pareceres del gran animal, se atreve a llamar bienes las cosas
que le alegran, males aquellas que lo enfadan […]”.

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