Las cosas en su punto

AutorAndrés Henestrosa
Páginas494-495
494
ANDRÉS HEN ESTROS A
Francisco Goitia lo califica de muy hermoso y podría ayudar a completar la
imagen de Urbina, considerado como cantor cívico.
21 de julio de 1957
Las cosas en su punto
Hemos venido diciendo desde la primera Alacen a (17 de junio de 1951) que
estaban escritas a la manera fernandezlizardina, esto es, aprisa, sobre las
rodillas, con un pie en el estribo, a vuela pluma, c omo luego se dice. C on
ello nos anticipábamos a pedir disculpas por los descuidos de estilo, por las
omisiones de detalle, por los errores de citas –títulos completos o altera-
dos, versos no recordados literalmente– cosas todas ellas insepa rables de
la improvisación y de la demasiada confianza en la memoria. Falta señalar
también que en estos peligros se encuentra el plagio, que don Justo Sierra,
quizá curándose en salud, o aludiendo a sus amigos, consideró como un mal
inseparable del periodismo.
En la Alacena anterior –21 de julio– al referirnos al poema que Luis G.
Urbina leyó durante los funerales del pintor Santiago Rebull en 1902, dijimos
que el poema no había sido recogido en las Poesías Completas publicadas por
Antonio Castro Leal, con lo cual cometimos un lamentable error, debido indu-
dablemente a que el poema no alude en absoluto al pintor, sino en el título que
es el siguiente “A los discípulos del maestro Rebull”, el cual se encuentra en
las páginas 236-239, del tomo primero. Los versos que el pintor Francisco Goi-
tia recuerda del poema sirven para identificarlo plenamente. Por cierto que
Goitia recuerda con fidelidad los versos que citamos, aunque aisladamente.
Puesto en este camino, conviene que ya no deje sin aclarar que a propósito
de Luis G. Urbina, en una Al acena de hace mucho tiempo afirmamos que la
letra de una canción que se canta en provincia (Yo soy muy pobre pero un tesoro/
guardo en el fondo de mi baú l, etc.) no era suya, siendo lo contrario; sino que la
canción comprende unas tres estrofas b astantes desfigurada s, así como que
el títu lo no cor responde al original. En efecto, el poema se encuentra en
Ingenua s, primer libro del poeta, bajo el título de “A solas”, que en la canción
aludida se convierte en “La cajita”. Tan alterada se encuentra esta letra que
pudiera decirse pieza aparte y obra anónima.

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