Corrupcion y democracia: America Latina en perspectiva comparada.

AutorMorales Quiroga, Mauricio
CargoReport

Corruption and Democracy: Latin America in Comparative Perspective

EL PROBLEMA

Existe un amplio consenso respecto al impacto negativo de la corrupción sobre el desempeño de las democracias. Tal relación ha sido estudiada desde dos enfoques metodológicos. En primer lugar figuran los trabajos que miden estas variables considerando datos nacionales en series de tiempo, elaborados principalmente por Transparency International y Freedom House (Goldsmith, 1999; Sandholtz y Koetzle, 2000; Treisman, 2000; Montinolla y Jackman, 2002; Blake y Martin, 2006, entre otros). En segundo término aparecen investigaciones que se basan en datos de encuestas de opinión para evaluar, por ejemplo, el impacto de la corrupción sobre la legitimidad y la satisfacción respecto a los regímenes democráticos (Colazingari y Rose-Ackerman, 1998; seligson, 2002; Canache y Allison, 2005). Este trabajo combina ambos niveles de análisis, para confirmar si, en efecto, la corrupción, medida en términos de percepción y victimización, influye significativamente sobre los niveles de legitimidad y satisfacción con la democracia. Esto último, con base en los datos suministrados por LAPOP (Latin American Public Opinion Project) para 2006.

El trabajo intenta responder las siguientes preguntas: ¿qué factores políticos y económicos se relacionan de manera más estrecha con los índices de corrupción en América Latina? ¿En qué medida los índices de percepción y victimización por corrupción afectan el apoyo a la legitimidad y la satisfacción con el régimen democrático? Como se ha señalado, este artículo está basado en los dos enfoques metodológicos generales para el análisis de la corrupción, pero con especial énfasis en el estudio de las encuestas. En cierta medida, se siguen algunas recomendaciones formuladas por lancaster y Montinola (1997 y 2001) respecto a la complementariedad entre los estudios con un amplio número de casos (países) que atienden algunas variables políticas y económicas, y otros que abordan la discusión a partir de las encuestas, las cuales incluyen, de preferencia, un número reducido de países para efectuar las comparaciones.

Lo anterior conduce al siguiente planteamiento. La variable dependiente, en la primera sección del artículo, corresponde al índice de percepción de corrupción (CPI, por sus siglas en inglés). Lo central en este punto consiste en identificar las variables económicas que en mayor medida se correlacionan con este índice, tales como el producto bruto per cápita de los países y el índice de desarrollo humano. Los problemas de endogeneidad en este tipo de investigaciones, como reconocen Heywood (1997), Treisman (2000) y, en particular, Lambsdorff (1999), nos limitan, en cierto sentido, a realizar sólo inferencias descriptivas. Como no existe seguridad respecto a la direccionalidad de la relación causal entre corrupción y otras variables económicas y políticas, entonces lo razonable es la realización de un análisis más parsimonioso, aunque dejando en claro que algunas relaciones, de acuerdo con la teoría, sí son susceptibles de un análisis inferencial más exacto. En esta misma sección, se relaciona el CPI con algunas variables de corte institucional asociadas con las características de la democracia, tales como el índice de derechos políticos elaborado por Freedom House, la competencia política en el Poder Legislativo, el índice de libertad de prensa y la durabilidad de la democracia, entre otras. Así, esta primera parte muestra un mapa de variables útiles para el análisis de la corrupción.

En la segunda parte se utiliza como variable dependiente los índices de percepción y victimización por corrupción de acuerdo con los resultados de la encuesta de LAPOP para 2006, con el objetivo de encontrar algunos determinantes de tales índices de acuerdo con algunas variables de largo plazo, como sexo, edad y nivel socioeconómico, y otras de corto plazo, como las evaluaciones sobre la economía, tanto a nivel egotrópico (situación económica personal) como sociotrópico (situación económica del país) (Nannestad y Paldman, 1994) (1) en conjunto con los niveles de aprobación presidencial. Luego de este breve recorrido, me enfoco en la relación entre corrupción y democracia. Esta última queda dividida en dos áreas: en primer lugar, los niveles de legitimidad o apoyo al régimen y, en segundo término, el grado de satisfacción. Tanto la legitimidad como la satisfacción con el régimen actúan, para esta parte del trabajo, como variables dependientes, mientras que los niveles de percepción y victimización por corrupción lo hacen como independientes. El objetivo será identificar las principales variaciones intrarregionales de acuerdo con el análisis de esta relación. Es importante puntualizar que la percepción de corrupción, si seguimos la pregunta que se formula en los estudios de LAPOP, mide aspectos relativos a la gran corrupción política. Es decir, actos ilícitos en cuya participación destacan altos funcionarios públicos o partidarios, y que son difundidos ampliamente por los medios de comunicación. La victimización, en tanto, se refiere más precisamente a la microcorrupción, es decir, a los actos ilícitos en que el encuestado se ha visto envuelto como actor pasivo, recibiendo presiones por parte de agentes públicos.

En síntesis, la primera parte del trabajo busca conocer las variables que, a nivel de cross-national, en mayor medida se relacionan con la corrupción. Luego de mostrar este mapa de variables, en la segunda parte me aboco a la tarea de identificar tanto los determinantes de la corrupción a nivel de encuestas como el impacto de ésta sobre los niveles de apoyo y satisfacción con el régimen democrático.

ENFOQUES EN EL ESTUDIO DE LA CORRUPCIÓN

Según Transparency International, corrupción se define como aquel acto en que se produce un abuso de la función pública para beneficios privados (véanse, además, Theobald, 1999; Rose-Ackerman, 2001; Sampford et al., 2006). Treisman (2000) la entiende como el mal uso de la función pública para obtener ganancias personales, mientras que LaPalombara (1994, 1) la define como un acto realizado por servidores públicos (electos o designados) en beneficio personal o de personas cercanas a ellos, lo cual manifiesta una conducta desviada de sus funciones institucionales. Tal acto requiere una transacción, la que no necesariamente encuentra como contraparte a otro agente estatal, sino a agentes de la sociedad civil que pueden ser empresarios, sindicatos, grupos de presión o partidos políticos. Para Rose-Ackerman (2001, 11), en cambio, la corrupción es "un síntoma de que algo no ha funcionado bien en la gestión del estado [...] las instituciones diseñadas para gobernar la interrelación entre los ciudadanos y el estado se utilizan, en vez de ello, para el enriquecimiento personal y para proporcionar beneficios a los corruptos". Además, la corrupción puede volverse persistente a pesar de las reformas anticorrupción, llegando a transformarse en una norma social (Mishra, 2006).

A fin de ordenar la exposición, se describen, de manera muy breve, los distintos enfoques para el estudio de la corrupción. En primer lugar, destacan las variables económicas que son explicadas o que explican los distintos niveles de corrupción. Nuevamente, es importante subrayar los problemas endógenos de la relación. Más allá de esto, la corrupción es vista como una variable que afecta directamente las tasas de crecimiento y desarrollo de los países (nye, 1967; Mauro, 1995; Keefer y Knack, 1995; Ades y Di Tella 1996; Jain, 1998; Sandholtz y Koetzle, 2000; Treisman, 2000; Haber, 2002; Collier, 2002). Es decir, la corrupción se asocia con naciones con bajos niveles de crecimiento, bajos salarios para los funcionarios públicos (Treisman, 2000; Rose-Ackerman, 2001, 99), así como con escasas tasas de inversión (Mauro, 1995); por cierto, se presenta como factor determinante en los niveles de ineficacia e injusticia en la distribución del ingreso (Rose-Ackerman, 2001, 308).

Por otro lado, existen posturas que destacan variables económicas de orden estructural que generan un incremento en los índices de corrupción. Así, el trabajo de Montinola y Jackman (2002) corrobora la mayor propensión a la corrupción de los países productores de petróleo, toda vez que se caracterizan por sus regímenes no democráticos (o escasamente democráticos), donde los mecanismos de control son casi inexistentes, lo que va de la mano de un alto poder discrecional por parte de las autoridades. Si bien la relación entre niveles de producción de petróleo y escasos índices de democracia fue reafirmada después por Boix (2003), su argumento giró principalmente en torno a los problemas de redistribución y no tanto a los factores de corrupción asociados con este tipo de regímenes.

Por último, destaca el análisis de las burocracias como otro factor determinante en los niveles de corrupción. El trabajo de Mauro (1995) ilustra en buena medida la relación entre la eficacia de las burocracias y los índices de corrupción. Cuando las burocracias retardan las decisiones, muchas veces los actores privados se ven en la necesidad de otorgar incentivos ilegales para acelerar los trámites. El trabajo de Kaufmann (1998) da a conocer las variaciones entre los países de acuerdo con el tiempo que los actores privados dedican a su relación con funcionarios estatales, lo cual se estudia en profundidad, para el caso italiano, en el trabajo de Della Porta y Vannucci (1997), y por Morris (1999), para el caso de México.

El segundo enfoque es de orden cultural. En tal sentido, existirían países que, de acuerdo con sus tradiciones y costumbres, serían más propensos a la corrupción que otros (Harrison y Huntington, 2000; Treisman, 2000; Husted, 2002; Morris, 2004). Si bien este enfoque puede ser criticado por su vocación determinista, los análisis empíricos respaldan las principales hipótesis. Aquí destaco dos de ellas. La primera apunta a la tradición legalista británica de los...

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