Cooperación en materia de seguridad en América del Norte en la era de Trump

AutorAthanasios Hristoulas
CargoProfesor-investigador del Departamento de Estudios Internacionales del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Contacto: Saki@itam.mx
Páginas136-154

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Resumen. La cooperación entre los tres países de América del Norte en materia de seguridad ha sido problemática. Si bien hubo momentos de cooperación internacional y en algunos casos ha sido proactiva: México, Estados Unidos y Canadá son tres Estados diferentes con agendas nacionales distintas. En este artículo se remarcan los problemas más significativos de la relación trilateral desde la firma del Tratado de Libre Comercio (1993) hasta los actuales retos que existen en materia de seguridad tras la victoria de Donald Trump, la cual ha impactado a toda América del Norte.

Abstract. The cooperation among the three North American countries in terms of security has been problematic. Although there were moments of international cooperation and in some cases that has been proactive: Mexico, the United States and Canada are three different States with different national agendas. This article highlights the most significant problems of the trilateral relationship since the signing of the Free Trade Agreement (1993) to the current security challenges after the victory of Donald Trump, which has impacted the entire North America.

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SUMARIO: I. Introducción. II. Antecedentes. III. ¿Cambio de rumbo? IV. La naturaleza de la cooperación en materia de Seguridad Norteamericana. V. Más allá de las fronteras. VI. Consideraciones finales. VII. Fuentes de consulta.

Introducción

La cooperación en Norteamérica ha sido problemática para México, Canadá y Estados Unidos, sobre todo por la dificultad de agregar el aspecto de seguridad al ámbito económico de la región. En la historia de la relación entre los tres Estados han existido diversos momentos en lo que ha parecido que se podría lograr una mayor cooperación por necesidad, como se observó después de los ataques terroristas en 2001, o por intentos proactivos como en 2005, con la firma de la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (ASPAN). Sin embargo, la cooperación ha sido nebulosa y caracterizada por conflictos de personalidad entre los tomadores de decisiones y diferencias entre agendas nacionales. En Norteamérica tenemos tres países muy diferentes, con distintas problemáticas, fortalezas y agendas.

Este artículo remarca los problemas más significativos en la relación en el contexto de América del Norte. Se empezará con una breve explicación del inicio de la relación trilateral bajo la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1993, dejando ver que las dificultades conceptuales en la relación se dieron desde entonces. Se continuará con el periodo después de los ataques del 11 de septiembre y los diversos intentos que se hicieron para crear una agenda trilateral común de seguridad, condenada desde sus inicios por la falta de interés canadiense. La investigación termina examinando cómo la victoria electoral de Donald Trump ha impactado a América del Norte.

Se subraya la naturaleza bilateral de la cooperación en seguridad, sobre todo entre Canadá y Estados Unidos. En este aspecto, en la actualidad, inclusive México se ha dado cuenta que la idea de crear un espacio común de seguridad norteamericano, llamado perímetro de seguridad o TLCAN, no es viable.

Las últimas administraciones mexicanas se han concentrado en el trabajo bilateral con Estados Unidos, como el caso de Calderón, o se han enfocado en los asuntos internos, dejando en segundo plano la agenda de cooperación en

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seguridad, lo cual ha caracterizado a la administración de Peña Nieto.

Antecedentes

La firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) marca la primera vez el concepto de "Norteamérica", no solo como extensión territorial, sino como región política, cobra importancia (Brown, 1977). Este tratado da inicio a la idea de una Norteamérica unida. Sin embargo, los problemas para este nuevo proyecto de unión comercial se vislumbran desde sus inicios. La propuesta del presidente mexicano, Carlos Salinas de Gortari, de un tratado trilateral de libre comercio, se vio en Canadá como una amenaza al mercado canadiense. Los tomadores de decisiones de Canadá veían a México como un competidor económico que podría obstaculizar el intercambio canadiense hacia Estados Unidos. Los costos laborales en México, por ejemplo, eran considerablemente menores que los de Canadá. Por esta razón, los tomadores de decisión canadienses trataron de convencer a Estados Unidos, en un inicio, de que el TLCAN no era imperioso (Buzan, Waever y De Wilde, 1998). Argumentaron que México sería un socio comercial poco confiable, ya que su país era subdesarrollado y corrupto.

La indecisión del gobierno canadiense en cuanto a su participación, a pesar de la clara disposición mexicana para facilitar las negociaciones, causó el enojo de los negociadores mexicanos y conllevó problemas con México. Hizo falta la intervención de Estados Unidos, el cual presionó a Canadá para que aceptara el tratado, para solucionar la situación. Este punto de conflicto puede ser considerado como el momento inicial de los problemas entre Canadá y México.

Oficialmente se dijo que la entrada de Canadá al tratado tenía como objetivo el beneficiarse con el libre comercio, pero la determinación se basó en el reconocimiento de que los gobiernos de Estados Unidos y México continuarían con la negociación, estuviera Canadá presente o no. El gobierno abogó por no quedar excluido del proceso, ya que no tenían otra opción más que participar. No sería completamente desatinado aseverar que Canadá participó en el proceso del TLCAN por razones puramente defensivas: para asegurarse que el tratado no pudiera perjudicar a Canadá y mantener vigilado su funcionamiento. Así, al colaborar, los negociadores podrían influir en el diseño del tratado de una manera favorable para Canadá.

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A partir de la firma del TLCAN y hasta el 2001, la relación entre los tres países se mantuvo estable y no hubo muchas modificaciones en el tratado, ya que no había necesidad. Después de los ataques del 11 de septiembre, surge el interés por expandir el TLCAN (conocido como TLCAN+), así como la idea de crear perímetros de seguridad. A principios de octubre, el presidente Vicente Fox declaraba que México: "considera la lucha contra el terrorismo como parte del acuerdo con Canadá y Estados Unidos para construir, dentro del marco de trabajo del tratado de libre comercio entre los países norteamericanos, un espacio compartido de desarrollo, bienestar e integral". (The Canadian Press, febrero 2, 2002).

Ese mismo año, Jorge Castañeda, el entonces secretario de relaciones exteriores, dijo: "México favorecería un acercamiento continental para los problemas fronterizos, ampliando la alianza norteamericana que funciona en el ámbito comercial". En el mismo discurso, Castañeda señaló que el gobierno mexicano preferiría extender el perímetro de seguridad "tanto como sea posible, pero depende de los canadienses y americanos" (Ibidem).

Las diversas declaraciones del presidente Fox dejaban en claro que la implementación de un perímetro de seguridad norteamericano en el cual participaran de manera conjunta Estados Unidos, Canadá y México, era prioritario en su agenda de política exterior. México llegó inclusive a proponer la desaparición de las fronteras entre los tres países. Los mexicanos querían un acuerdo migratorio parecido al de la Unión Europea, pero Canadá no deseaba participar en una idea que le parecía problemática y poco ventajosa. El primer ministro de Canadá, Jean Chrétien, así como elementos clave del gobierno liberal canadiense como John Manley, rechazaron la necesidad de implementar un mecanismo tan extenso e interconectado como el que proponía México.

La posición canadiense se justifica de diversas maneras: para Canadá, los ajustes debían ser pequeños y enfocados a los temas concernientes al terrorismo y comercio, con la intención de aplacar las inseguridades estadounidenses originadas por los ataques del 11 de septiembre. Desde la perspectiva canadiense, México significaba problemas. La intención del gobierno mexicano de "encadenar" a los tres países significaría la concepción de agendas comunes en materia de seguridad, las cuales resultaban inviables para Canadá por dos razones: la primera, se basaba en las diferentes naturalezas de las problemáticas fronterizas, en la que a diferencia

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de Canadá, las dificultades entre la frontera México-EUA era mucho más compleja, caracterizada no solo por los altos niveles de comercio, sino por la migración ilegal, tráfico de drogas y corrupción (Armijo, 2011). La segunda razón, se asentaba en la enorme diferencia en la capacidad tecnológica entre ambas fronteras. Además, para Canadá, en el contexto de los ataques del 2001, la idea de un perímetro de seguridad era mucho menos importante que las posibles amenazas comerciales con Estados Unidos. Debido a esto, ambos países iniciaron negociaciones para buscar hacer más eficiente la frontera, y al mismo tiempo, más segura (Boucher, 2009).

Como resultado, Canadá y México firmaron, por separado, acuerdos de Fronteras Inteligentes en 2001 y 2002 (un plan de 32 puntos entre Canadá y Estados Unidos y otro de 22 puntos entre Estados Unidos y México) diseñados para proteger las fronteras comunes contra posibles amenazas y al mismo tiempo dar eficiencia al comercio, migración y turismo. La idea de las Fronteras Inteligentes era crear mecanismos que identificaran las amenazas en las fronteras y las diferenciaran de aquellas empresas y personas "seguras". Ambos acuerdos eran casi idénticos, pero en la práctica, el funcionamiento del tratado entre Canadá y Estados Unidos sobrepasó por mucho el trabajo realizado en la frontera sureña.

Por otra parte, la tecnología de "Fronteras Inteligentes" en la...

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