El conocimiento popular, campesino e indígena desde abajo: el caso Puebla

AutorLuciano Concheiro Bórquez/Francisco López Bárcenas
Páginas391-444
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Capítulo X
EL CONOCIMIENTO POPULAR,
CAMPESINO E INDÍGENA DESDE ABAJO
El caso Puebla
Ricardo Pérez Avilés*, Sonia Emilia Silva Gómez** y Silvestre Toxtle Tlamani***
Las organizaciones hemos luchado por mantener viva nuestra cultura, en
la organización comunitaria, la participación con las fiestas patronales, cul-
tivo de la tierra con abonos orgánicos, cultivo de productos tradicionales
como el ajonjolí, la calabaza, el cacahuate, los quelites, chile, jitomate, fri-
jol, maíz, etcétera, cuidado de las plantas y árboles, nuestra música, danzas,
artesanías, nuestra medicina tradicional con curanderos, parteras y huese-
ros, la solidaridad entre familias, la mano vuelta, el respeto a los ancianos,
apoyo de los padrinos, trabajo de las organizaciones de mujeres por lograr
dentro de esta cultura, el respeto y valorización como mujeres, ser tomadas
en cuenta en la familia y la comunidad.
Mujeres indígenas de la Sierra Norte de Puebla.
Mensaje de bienvenida a la delegación zapatista.
Febrero de 2001.
INTRODUCCIÓN
En la sociedad actual un ámbito perfectamente definido y claramente cons-
tituido es el de la cultura, la ciencia y el de la actividad científico-tecnológica,
con actores determinados por reglas claras de juego, donde el capital disputa-
do es el conocimiento con su carga de poder simbólico y económico.
* Doctor en Sociología, UNAM. Profesor-investigador DUDESU-ICUAP, BUAP.
** Doctora en Estrategias para el Desarrollo Agrícola Regional, Colegio de Postgraduados.
Profesora-investigadora DUDESU-ICUAP, BUAP.
***Maestro en Ciencias en Estrategias para el Desarrollo Agrícola regional, Colegio de
Postgraduados, México. Profesor-investigador Escuela de Biología, BUAP.
Estudiantes colaboradores: sociología: Elizabeth Cariño Ibarra, Eloísa Bauza Spezia y
Yolanda Morales Martínez; ingeniería ambiental: Luis Enrique Arriaga Estrada; y an-
tropología: Omar Cecilio Hernández y Óscar C. Hernández Hernández. Además, el
antropólogo Adelaido Amaro Aranda y la filósofa Socorro Flores.
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Dentro de este ámbito cultural-científico están los profesionales, los in-
telectuales y los científicos, la mayoría ligados al ámbito de poder económico-
político y enmarcados en el ámbito de ámbitos: el de las clases sociales. El capital
en disputa es el conocimiento y su utilidad en el campo económico y político.
Fuera de este ámbito se encuentra el conocimiento popular, el del pueblo,
al que el profesional rechaza porque se opone al monopolio de la competencia
que los define:
El profesional tiende a odiar al vulgar profano que lo niega en tanto que
profesional al prescindir de sus servicios: está dispuesto a denunciar todas
las formas de espontaneísmo (político, religioso, filosófico, artístico), que
tiende a desposeerlo del monopolio de la producción legítima de bienes o de
servicios. Los detentadores de la competencia legítima están listos para mo-
vilizarse contra todo lo que puede favorecer el autoconsumo popular (magia,
medicina popular, automedicación, etcétera) (Bourdieu, 1993:153).
Siguiendo a Bourdieu, el conocimiento popular se define ante todo como el
conjunto de los bienes o de los servicios culturales que representan obstáculos
para la imposición de legitimidad del mercado, por la cual los profesionales
tienden a producirlo y conquistarlo, creando necesidad de sus propios pro-
ductos (Bourdieu, 1993).
Nuestro problema de estudio, el conocimiento tradicional en Puebla, el
que han generado y siguen generando los campesinos e indígenas de la en-
tidad, se enmarca dentro de esta visión teórica, ya que forma parte de ese
“conocimiento popular” que indica Bourdieu. Por eso partimos de la idea de
que no se trata de un conocimiento sumiso y dominado, sino de resistencia y
oposición al conocimiento dominante. Y por ello cuestionamos el concepto
de conocimiento tradicional.
Lo de fondo es que los creadores y practicantes del conocimiento popu-
lar, en este caso llamado tradicional (por su concepción y origen y por sus crea-
dores), los campesinos y los indígenas, no están invitados de manera formal
al partido, pero juegan forzada y clandestinamente porque ésta es la forma
en que los incorpora el poderoso; por popular, tradicional, premoderno, an-
ticientífico, a los ojos del gran capital, es decir, por común, entra a un juego
en donde las reglas van contra él y con un árbitro que los desconoce y castiga;
pero oh, paradoja, resulta que pueden aportar gran capital al juego en disputa,
porque su conocimiento tiene valor. La solución, como todo el proceso del
gran capital, es que siempre ha invitado a participar a los que le son útiles,
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siempre y cuando jueguen dentro de su campo y con sus reglas, no importa
que al fallar o al haber entregado todo, se les tenga que masacrar, pues eso se
hace conforme a las reglas del juego.
Entonces, el objetivo que guía y enmarca esta investigación es rebasar este
perverso juego, su ámbito y sus reglas distorsionadas, con el fin de construir
otro ámbito alternativo de juego, nuevas reglas que permitan la incorporación
del conocimiento popular y, en definitiva, un nuevo juego, con un sentido de
igualdad y respeto hacia sus creadores, y no como simple botín a saquear y del
que cínicamente se pretende su apropiación y privatización.
EL CONOCIMIENTO POPULAR, CAMPESINO E INDÍGENA,
ÁMBITO DE RESISTENCIA Y LUCHA
Se trata de repensar el concepto de conocimiento tradicional para comprender
la cultura popular, ya que es parte de la cultura de dominación y porque aún
conserva un tufo colonial, pues lo tradicional se define en relación con el
conocimiento dominante autodefinido como moderno, lo que puede llevar a
reivindicar el estigma como signo de identidad.
Por eso, nuestro punto de partida es no utilizar el concepto de conoci-
miento tradicional, por el rasgo de dominación que conlleva. Su sustitución
se dificulta porque hay gran cantidad de conceptos relacionados, entre los
que podemos mencionar: conocimiento indígena, conocimiento autóctono, co-
nocimiento local, conocimiento ancestral, conocimiento campesino, conocimiento
ecológico y el mismo de conocimiento tradicional .1 Desde luego que no se trata
de una confusión conceptual, la mayoría responden a la lógica de definir la
otredad desde la visión del dominante.
La idea, insistimos, es crear el ámbito de juego, para lo cual partimos
de darle el nombre, utilizando el concepto de conocimiento popular. Se trata
de establecer un ámbito de juego en el que participan otro tipo de saberes, y
como punto de partida de nuestro trabajo retomamos el problema del conoci-
miento indígena y campesino, donde el capital en disputa es el conocimiento
pero con distintas reglas para concebirlo, generarlo y utilizarlo.
Nuestra propuesta es utilizar un concepto directo, el de conocimiento
campesino e indígena, entendido como el conjunto de los bienes o de los servi-
cios culturales que, generados y recreados desde los espacios rurales, represen-
1 A Macías (2005), entrevista.

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