Conflictiva institucional

AutorFelipe de Alba
Páginas119-151
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¿Cómo se estructura el con icto en las instituciones ?
La gestión del agua como proceso decisional es un fenómeno metro-
politano que se vincula con otros problemas sociales. En este capítulo
nos concentraremos únicamente en el aspecto institucional de esa con-
ictividad que se puede analizar desde varios estilos:1
1 En esta perspectiva del análisis institucional sobre los con ictos hídricos, éstos
no se abordan aquí, no obstante que puedan encontrarse similitudes. Pueden men-
cionarse el institucionalismo o la teoría de organizaciones. En consideración al lec-
tor, referiremos algunos de sus aspectos principales. Primero, el neoinstitucionalismo
da cabida a la historia económica. Segundo, según Caballero (2004), el institucionalis-
mo pr omueve el “retorno de las instituciones” en la agenda de investigación en áreas
de la ciencia económica (economía de la empresa, desarrollo económico, economía
política, análisis económico del derecho), incluida la historia económica (Caballero,
2004: 139). Otra corriente derivada del neoinstitucionalismo se llama Nueva Economía
Institucional (NEI) cuyos modelos son ante todo modelos de intercambio (Toboso,
1997; North, 1994; Caballero, 2004: 142). Además, los autores consideran que, en
situaciones de equilibrio múltiple, las instituciones ejercitan un grado considerable de
agencia e independencia. Igualmente, el neoinstitucionalismo trata el paradigma de la
gobernanza, que condensa en un tono normativo-prescriptivo el decaimiento de la auto-
ridad regidora del Estado y el potenciamiento del mercado y la sociedad civil, aspectos
tratados en este libro. Para los teóricos institucionalistas, las instituciones son diseña-
das, incluso en condiciones subóptimas, para entregar ganancias bajo condiciones de
anarquía. En suma, la teoría institucional sugiere que los Estados crean las instituciones
a n de solucionar problemas de acción colectiva, reducir costos de transacción, dismi-
Capítulo 4.
Conflictiva institucional
120 EL AGUA EN TIEMPOS DE INCERTIDUMBRE
El estilo de gestión de estos modelos institucionales es el de concentrar el
poder y de toma de decisiones —haciendo que la distribución de agua en una
entidad autónoma esté por encima del intervencionismo de los políticos— ,
una tendencia que se mueve en contra de los procesos de democratización
que son vitales si los servicios quieren tener un abasto socialmente justo
(Heynen, Kaika y Swyngedouw , 2006: 195).
Los con ictos hídricos surgidos en las últimas décadas en la metró-
polis están relacionados con dos tipos de problemáticas: a) la escasez,
2
nuir incentivos de corrupción, facilitar ujos informacionales, anticipar las sombras
del futuro transparentando los retornos, y distribuyendo las capacidades en forma
más equitativa (Olson, 1965). Otros autores, como Peters (1999), señalan más de
12 enfoques del institucionalismo (Hernández, 2008: 48). Por otra parte, podemos
encontrar algunas similitudes con la teoría de organizaciones. Para ciertos autores,
las organizaciones no son necesariamente producto de un diseño consciente. Ade-
más, se rechazan los actores racionales con explicaciones cognitivas y culturales. Esta
teoría se concentra en los procesos (DiMaggio y Powell, 1999). En general, estos
enfoques se nutren del problema de la crisis del modelo de gobierno estatal de los
recursos naturales y de la necesidad de generar cambios relevantes (Mussetta, 2013:
4). Finalmente, la perspectiva neoinstitucionalista destaca la construcción de orga-
nizaciones autónomas, en las que las personas pueden permanecer fuera de las más
ortodoxas, ya sean gubernamentales, no gubernamentales, locales o en la comunidad
(Nuijten 2005; Mussetta, 2013: 10).
2 El concepto de escasez ha sido esencial para comprender la profundidad de los
fenómenos hídricos. La escasez y baja calidad de los servicios de agua potable y sa-
neamiento, aunado al incremento de pluralidad y competencia política, intensi can
los con ictos intergubernamentales o los con ictos sociales. En esa idea, el agua
es un fenómeno político. Para ciertos autores, tratándose de casos de los con ictos in-
tergubernamentales, “generalmente tienen que ver con problemas de asignación de
funciones entre niveles de gobierno, que implican una redistribución de autoridad
y recursos” (Caire, 2005: 76). Además, un concepto relacionado con la escasez de
agua es la sequía. Esto último tiene un carácter, mientras que la otra re ere procesos
sociales, como “una distribución inequitativa del recurso agua” (Kloster 2008: 161).
Por ello, aunque ambos están relacionados, “la escasez no es una condición natural
sino una construcción social, resultante del encajamiento de acciones de carácter
social” (Pradilla, 2012: 2 y 11). Para Esparza (2014) sequía y escasez “son conceptos
que representan fenómenos diferentes”, una es un fenómeno natural que termina
(en todas sus manifestaciones) cuando llegan las lluvias y se recupera el nivel normal
de los cuerpos de agua; mientras que la otra puede persistir con o sin lluvias y sin
que ocurra una sequía, ya que este fenómeno se debe a la acción humana y consiste
en extraer y consumir más agua de la que se logra recargar y de la que se encuentra
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CONFLICTIVA INSTITUCIONAL
sobre la que se asienta el excepcional crecimiento de la urbe, y b) el modo
a través del cual se administró este crecimiento, en términos de la gestión
del recurso .
Así, un análisis de la insu ciencia de servicios y la agudización de las
demandas de grupos sociales contestatarios convierten este espacio en
un centro de problemas, que permite visualizar su carácter del riesgo po-
lítico que vive la metrópolis en los últimos años. Ello puede entenderse
en el siguiente párrafo:
Quizás el mayor riesgo que corre [la metrópolis de] México es la carencia
de agua . Actualmente siete de cada 10 litros de agua en la ciudad de México
se obtienen del subsuelo, el resto proviene del Sistema Lerma-Cutzamala.
Además, del total de agua extraída del subsuelo, casi la mitad proviene de la
Cuenca Chalco-Xochimilco, que por cierto está sobreexplotada en un 40%.
Esta sobreexplotación ha afectado los mantos freáticos, provocando que el
suelo se fracture y se hunda hasta 30 centímetros por año en algunas zonas.
Asimismo, el hundimiento del suelo provoca la ruptura de las redes de agua
y drenaje en [la metrópolis de] México; en el caso de la primera, esto signi ca
una pérdida de la tercera parte del recurso agua, mientras que para la segunda
representa la contaminación de los mantos freáticos (Eibenschutz, 2006: 48).
Esteban Castro , especialista en el análisis de los grupos que luchan
por tener el servicio de agua o mejorar su abastecimiento en México,
sugiere que, por lo menos desde los inicios de la década de 1980, la po-
blación mexicana ha recurrido a diversas acciones de protesta y de presión
en lo referente a problemas relacionados con el agua y los servicios de
saneamiento. En todo ello la metrópolis ha sido uno de los puntos foca-
les de este fenómeno (Castro, 1998: 4).
Al analizar la gestión con ictiva del agua , el objetivo consiste en saber
hasta qué punto esta gestión pública —bajo la responsabilidad directa
en existencia y disposición” (Esparza, 2014: 199). Para el autor, México es un país
vulnerable a los efectos de las sequías, “porque la mayor parte de su población está
concentrada en las zonas donde menor cantidad de agua super cial existe” y porque,
“debido a la sobreexplotación, el desperdicio y la contaminación, el agua disponible
para atender las necesidades de la población en condiciones normales se reduce
signi cativamente, situación que tiende a agravarse a extremos críticos cuando por
efecto de una sequía se interrumpe el ciclo normal de lluvias (Esparza, 2014: 199).

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