El clero de la Nueva España durante el proceso de Independencia, 1808-1821. Ana Carolina Ibarra González

AutorDiana González Arias
Páginas143-144
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reseña
compte rendu
TRACE 58 (Diciembre 2010): págs. 143-144 www.cemca.org.mx
D.R. © 2010. Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos. México, D.F. ISSN: 0185-6286.
El clero de la Nueva España durante el proceso
de Independencia, 1808-1821
Ana Carolina Ibarra González
México, Instituto de Investigaciones Históricas-Universidad Nacional Autónoma de México,
2010 (Serie Historia Moderna y Contemporánea / 53)
Diana
González Arias
Este libro reúne cinco artículos que fueron presentados en diferentes con-
gresos y publicados por separado en años recientes. Mediante el análisis
de la participación del clero en distintos momentos del proceso de Indepen-
dencia –crisis política de 1808, insurgencia y consumación–, la obra logra
mostrar ampliamente el importante papel que desempeñaron la religión y
la Iglesia durante ese período. Así, esta compilación permite observar que
en 1808, ante el vacío de poder provocado por las abdicaciones de Bayona
y el encarcelamiento de Fernando VII por Napoleón, la Iglesia constituyó
un factor de unidad en un momento en que el debate sobre si la Nueva
España debía formar una junta de gobierno o si debía sujetarse a las jun-
tas erigidas en la península había polarizado a la sociedad novohispana.
La compilación también muestra que en 1810, por el contrario, ocurrió
una violenta confrontación en el seno de la Iglesia novohispana, la cual se
dividió en dos bandos.
Aunque la rebelión no fue motivada por cuestiones religiosas, la autora
sostiene que la religión estuvo en el centro del debate, puesto que gran
parte de los argumentos y justificaciones de la insurgencia “provenían de
motivos y fuentes de origen eclesiástico”. Finalmente, señala que la con-
sumación de la Independencia significó la oportunidad para que el clero
novohispano pudiera unirse bajo la bandera de la defensa de la verdadera
religión y la patria y agruparse especialmente en torno a la ya larga defen-
sa de la inmunidad eclesiástica que había iniciado en 1795, cuando la
Corona intentó abrogarla, y enarbolado una de las principales luchas del
clero insurgente cuando, en 1812, se abolió por completo, lo que permitió
la ejecución inmediata de todo cura que participara en la rebelión.
Para comprender mejor la actividad tanto de la alta jerarquía eclesiástica
como de los curas párrocos “en la crisis independentista”, la autora ofrece
interesantes elementos que nos permiten ver a la sociedad novohispana de
la época como una sociedad católica en la que la religión y el clero consti-
tuyeron parte integral de la cultura política; donde la Iglesia representaba
“la piedra de toque en la que descansaba el dominio de España en Amé-
rica y el clero, el nervio de la conservación de estos dominios”. Asimismo,
describe a la Iglesia novohispana de principios del siglo XIX como una
institución “extraordinariamente poderosa e influyente”, que contaba con
un numeroso clero, poseía una estructura compleja y una administración
eficiente. Por otra parte, desde mediados del siglo XVIII, el regalismo borbó-

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