Camilo Carrancá y Trujillo

AutorAndrés Henestrosa
Páginas252-254
252
ANDRÉS HEN ESTROS A
Netzahualcóyotl, cuán vanas son las grandezas de la vida y cuán pronto pasa la
figura de este mundo. Y el autor, al iniciar su brillante y erudito alegato a favor
de la existencia de una gran literatura en el Anáhuac, formula estas preguntas
que suenan a reproche a aquellos que entonces –y aun ahora– se empeñan en
aquella negación: ¿por qué los que se han ocupado exclusivamente de la elegía,
como Mr. Treneuil, no han hecho mención de la mejicana? Pues qué, ¿no se
habían dado ya a conocer las del emperador tezcucano cuando publicó aquel
discurso? No hay que culpar, continua Mascaró y Sosa, al autor de los poetas
elegíacos, cuando en España eran también desconocidas las poesías del hijo, de
Fernando de Alva Ixtlilxóchitl: cuál fue la causa de ese olvido, nadie la ignora;
desgraciadamente para la literatura, bulle todavía en nuestra generación la ruti-
naria idea que seres envilecidos introdujeron desde el momento que el intrépido
genovés arribó a las playas del nuevo mundo. La primera idea que por Europa se
extendió fue la de que los indígenas no eran hombres de tanta capacidad como
los europeos, que eran faltos de entendimiento, y que por lo tanto debían ser
tratados poco menos que como animales. Pero esa idea puramente egoísta fue
combatida por historiadores dignos de toda estima, por su imparcialidad, sensa-
tez, e ilustración, concluye. En efecto, hasta ahora, salvo excepciones, privan en
el examen de la literatura precortesiana, más que criterios estéticos y científi-
cos, los viejos prejuicios, casi siempre de orden religioso.
Mascaró y Sosa enriquece su discurso trayendo a cuento algunos lugares de la
poesía de todos los tiempos, en los que aparecen las reflexiones que a los poetas
han sugerido la fugacidad de la vida, que sólo un vano engreimiento puede consi-
derar privativo de la mente del mundo antiguo. También en el Valle del Anáhuac
resonaban con distinta voz, el Carpe diem y el Dulce et decorum est pro patria mori,
exclama Alfonso Reyes. ¿No fuera bueno que Ángel María Garibay K. estudiara
el trabajo de Mascaró y Sosa, y nos dijera cuáles son sus excelencias y el lugar que
ocupa en el estudio de la literatura mexicana anterior a la Conquista?
31 de octubre de 1954
Camilo Carrancá y Trujillo
Muchos mexicanos han escrito sobre José Martí. Muy pocos con el encendido
fervor con que lo hizo Camilo Carrancá y Trujillo. Por qué caminos pudo ve-

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