El arte literario en México

AutorAndrés Henestrosa
Páginas441-443
la ropa mojada para que la seque el sol.” Mírese el grabado, –que yo tuve el
cuidado de reproducir– y se verá que la pieza no pudo ser escrita sino para
ilustrarlo, y a su vez, el grabado se hizo para aparearlo con el texto. ¿Por qué
no se publicó hasta catorce años más tarde? Por lo que hemos dicho, es decir,
que algunos autores no entregaron a tiempo sus originales y porque el editor
Manuel Murguía, tenía prisa de publicarlo. La pieza debió quedar entre los
papeles de Frías y Soto que, como se sabe, trazó algunos de los tipos mexica-
nos, ya solo, ya al alimón con José María Rivera: Feva Irisarri, vale por Frías y
Rivera; la exacta correspondencia entre el gr abado y el texto no deja lugar a
duda acerca de su contemporaneidad.
¿A quién habrá encomendado el editor Murguía la pintura literaria de “El
Panadero”? Es cosa que alguna vez se descubrirá, ni más ni menos que se ha
descubierto que fue Hilarión Frías y Soto el autor de “La Lavandera”. Una
cuidadosa revisión de los periódicos en que colaboraron Ignacio Ramírez, José
María Esteva, Juan de Dios Arias, Pantaleón Tovar y Aniceto de Zamacois,
pudiera conducir al hallazgo de esa pieza, y a su autor, que está faltando para
que Los mex icanos pintados por sí mismos quede definitivamente integrado. La
tarea es humilde, pero también cuenta en el afán que a todos atañe de histo-
riar las letras nacionales.
16 de diciembre de 1956
El arte literario en México
Dos veces ha estado, en estos últimos años, a punto de hacerse una tercera
edición de El a rte literari o en México de Enrique de Olavarría y Ferrari; una,
bajo el sigo de la Revista de Literatura Mexicana; y otra, al amparo de Las Letras
Patria s, dos publicaciones que para mala suerte de la literatura nacional no
lograron vivir más allá de tre s números. L a obra de Olavarría y Ferrari es
muy conocida de los estudiosos mexicanos, no así del común de los lectores,
dada la rareza de sus libros. Español de origen, vivió en nuestra patria más
de la mitad de su vida: desde 1865 en adelante, con un breve retorno a Eu-
ropa. Como Anselmo de la Portilla, f ue una de sus preocupaciones atenuar
el resquemor entre los mexicanos y españoles, todavía muy exacerbado en
aquellos tiempos. Encontró, para lograrlo, ca mpo propicio en el ejercicio de
AÑO 1956
ALACE NA DE MINUCI AS 441

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