Amistad Zorrilla-Valle Inclán

AutorAndrés Henestrosa
Páginas768-770
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ANDRÉS HEN ESTROS A
mismo qu e se asiste al mer cado de Corpus, pa ra reg atear e infor marse de
las cosa s de allá dentro, para ref unfuña r contra las cortapisa s de la liber tad
o para chismear.
Ya a esta hora no se sabe qué es español y qué es indio en la fiesta de
Corpus. Pero, ¿por ventura se sabe esto de la mayor parte de las formas, ex-
presiones y emociones del pueblo mexicano? De la vieja Tenochtitlan apenas
quedan rastros; una ciudad y sus canales. El comerciante transita en rápidos
vehículos por tapices de asfalto, por vías de acero, por aviones. Sin embargo,
el tianguis del Día de Corpus sigue reuniendo a trashumantes, a pequeños
mercaderes, a los indios y mestizos en los que hoy se ha fundido la nación.
Aún se baila danza de Los Santiagos, sin duda, la más enérgica y vistosa de la
República; danza donde también figura el caballo de madera y de cartón que
hace cabriolas ilusorias incitado por su jinete. La fiesta conserva su antiguo
esplendor y su pureza.
Tanto como una fecha patria llega el tianguis de Corpus al corazón de los
mexicanos, por mestizo, por auténtico y porque lo apoyan cuatro siglos de
ininterrumpida tradición.
7 de mayo de 1961
Amistad Zorrilla-Valle Inclán
¿Fue, como dice, Valle Inclán, amigo íntimo de José Zorrilla? William L.
Fichter, en el “Estudio Preliminar” a Publicaciones pe riodísticas de don Ramón
María del Valle Inclán anteriores a 1895, lo pone en duda una y otra vez. ¿Por
qué? No por otra cosa, sino por aquella inclinación de Valle Inclán de retocar,
de trastocar la real idad, “de inventars e experiencias imaginaria s”. A don
Ramón, lo sabe muy bien el lector moderno, le placía la mentira, la invención,
tanto como le desplacía lo que podría llamarse la verdad formal, la verdad
verdadera.
En los artículos periodísticos que Fichter recogió, escritos y publicados en
Madrid, y luego reproducidos en la prensa mexicana a principios de 1892, hay
uno, el que lleva por título “En el tranvía” que se inspira en el encuentro de
los dos escritores españoles a bordo de un tren eléctrico. El artículo apareció
en El Globo, Madrid, febrero de 1892, y se reprodujo en El Corre o Español,

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